Falencias

'Ciudadano Kane'. 1941. Dirigida por Orson Welles. Photo by: Mary Evans/RKO RADIO PICTURES/Ronald Grant/Everett Collection(10306826)
'Ciudadano Kane'. 1941. Dirigida por Orson Welles. Photo by: Mary Evans/RKO RADIO PICTURES/Ronald Grant/Everett Collection(10306826)

Para lo bueno y para lo malo, cada uno es dueño y esclavo de sus emociones. Decía Jorge Luis Borges que todo libro es sagrado si da con el lector para quien fue escrito. Suponemos que algo parecido le sucede a los líderes de opinión. Debe ser admirable fantasear con moldear a la sociedad con el salario del miedo.

Falencias. La naturaleza de la bestia. Orson Welles, tras aterrizar a Estados Unidos con su revolucionaria propuesta radiofónica La guerra de los mundos, estremeció al mundo con Ciudadano Kane. Nos presenta un acotado biopic de  William Randolph Hearst en el personaje de Charles Foster Kane, un magnate de la comunicación sin escrúpulo que supo mejor que nadie cómo la prensa más despiadada y sectaria podía decidir el devenir de la sociedad libre.

Comenta el escritor Rafael Sarmentero que una de las mejores decisiones que ha tomado en su vida es dejar de estar pendiente de las noticias. Algo así como que la actualidad lo encuentre a él y no al revés. Hay un viejo dicho al respecto: «No hay nada más desfasado que el periódico de hoy». Sabia decisión adoptada por nuestro elocuente Rafael. Vivimos atrapados en un bucle de falsos hechos y vertiginosas hojas de rutas (los choques de trenes y demás tontadas que pronuncian los modernos).

Las redes sociales se presentan como los vertederos de la imaginación. En su columna del 10 de abril en el diario El Mundo Raúl del Pozo escribiría algo al respecto: «Como se va desinflando la insurrección, crece la protesta en las redes sociales. La gente está pegada a la pantalla o al móvil buscando noticias y vídeos en tiempo real y hay linchamientos virtuales cada día. Parecía que la posverdad provocaría insurrecciones y nuevas repúblicas; hace unos años las fake newspudieron llevar a algún psicópata al poder, pero poco a poco las redes se han convertido en entretenimiento y manierismo».

Compra y venta. Sociedad del espectáculo. La reacción ante el escándalo constituye el mayor escándalo. Espectadores exigiendo su dosis de sangre en el estadio. Pan y circo. Cerveza y wifi. Con enajenación y cinismo nos vamos rasgando las vestiduras en la plaza pública con los temas más variopintos. Por ejemplo, la corrupción de la universidad española. ¡Quia! Nacimos ayer.

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Daniel Vila

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