portada_gatitos
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El cambio climático va a terminar hasta con la lectura. Lejos quedan los días fríos, cuando un buen libro nos sirve de refugio y la intemperie transcurre al otro lado del espejo. Pero los libros sobreviven, aunque las políticas culturales y los avances tecnológicos hagan tambalearse ese noble edificio que nació con la imprenta. Es cierto que vivimos una situación paradójica. Al mismo tiempo que los dispositivos digitales amenazan el mercado tradicional del libro en papel, la edición no decrece. No hay semana que no conozca una editorial nueva. Y lo mismo les ocurre a los libreros. Miles de novedades llegan continuamente a las librerías. Da la sensación de que hay más escritores y editores que lectores: cada día una avalancha de nuevos títulos. Quizás no haya otras alternativas en el sector del libro y esta huida hacia adelante sea la única forma de sobrevivir. Que haya muchas publicaciones y que los grandes grupos no lo controlen todo puede ser una virtud de esta dinámica; que no haya un mayor cuidado de los textos puede ser el mayor vicio. Tanto las editoriales clásicas, debido a los recortes laborales, como las que se basan en la autoedición, dedican cada vez menos recursos a la crítica, a la revisión y al rigor técnico y artístico.

Son éstas buenas fechas para acudir a la librería y descubrir autores nuevos, algunos de nuestro entorno, creadores que dedican su tiempo a la poesía, la novela o el ensayo. Cuando hablamos de promocionar la cultura y la literatura pensamos en las instituciones públicas. Sin embargo, no debemos olvidarnos de nuestro papel esencial: leer libros, comprar libros, valorar los libros, evitar atajos…

Dirigida por Charo Troncoso, El Ático de los Gatitos es una revista para los niños que cuenta con la colaboración de grandes poetas, narradores e ilustradores de nuestra provincia y alrededores, como José Mateos, Rocío Sepúlveda, Gema Estudillo, Alejandro Pérez Guillén o Raquel Lanseros. La maquetación es obra de Anna Baena y la portada de Iván del Río. Todo puede ocurrir en una revista literaria para niños: una asamblea de gominolas; una muñeca vestida de arlequín baila mientras la niña duerme; un gallo que se hace el remolón; lo nervios infantiles de una primera actuación de carnaval; un ovillo de lana como único universo; la sorpresa más sorpresivamente sorprendente del mundo; aterradores y esquivos fantasmas; la creatividad de Flamenquina, sureña, mestiza y mulata; roedores traviesos; una bruja cocinera, de guisos diabólicos; el tesoro de un pirata; la cigarra y la hormiga; poemas de lunas y espejos, siempre con secretos y misterios; un cuento llamado Puerto Real; nanas y canciones, Helena peina su melena y Marcos baila rocanrol pisando los charcos; pinta y colorea; dulces de calabacín y chocolate, para relamerse; entrevista al Rey Mago Baltasar; la caracola y Pepito; creaciones de la Revista Voladas; el mundo de Pilar Galán Zotano; recomendaciones gatunas con la Librería el Aprendiz; y proyectos solidarios en ruta.

Estoy leyendo dos novelas muy diferentes. José María Pérez Álvarez en Examen final (Editorial Trifolium, 2014) nos ofrece una narración ácida que refleja las reflexiones de un escritor al borde del abismo. Jesús Huerta me lo ha recomendado con mucho énfasis. Es un libro que han comentado en el grupo de lectura de La Luna Nueva, dedicado este curso a escritores actuales innovadores, como Sara Mesa o Pablo Gutiérrez. La otra novela, que se presentará en Jerez el día 25 de enero, es obra de Juan Manuel López Muñoz y se titula El salto de la torre (Muñoz Moya Editores, 2015). Es una historia en la que las palabras adquieren todo el protagonismo, una historia atravesada por conocimientos secretos, misterios que arrancan del significado de los nombres, de los lugares y de los sabios, y que pueden ser cruciales para la humanidad.

Por lo que respecta al ensayo y la divulgación científica, no nos podemos quejar. Existen en los anaqueles y escaparates obras rigurosas, atractivas y bien escritas. En Piensa como un artista (Taurus, 2015) Will Gompertz lleva a cabo reflexiones sobre la creatividad basadas en la experiencia y el trabajo de varios artistas. Se trata de una edición cuidada, pensada para el lector que quiere iniciarse en el ensayo, con capítulos cortos e ideas claras y subrayadas. Los desayunos del Café Borenes (Galaxia Gutenberg, 2015) de Luis Mateo Díez es una obra que también habla de la creatividad, en este caso literaria. Consta de dos partes, un relato breve y un ensayo en el que Luis Mateo Díez habla de sus categorías estéticas y de los engranajes de su escritura. La resistencia íntima (Acantilado, 2015) de Josep María Esquirol es un libro de Filosofía escrito con la suficiente claridad como para que se lea con placer. El autor utiliza ideas de reconocidos pensadores, como Heidegger, Lévinas o Derrida, para pensar sobre el sujeto, la persona, en un mundo acelerado y cosificado. Es una invitación a reconocer las estructuras esenciales del yo: la proximidad, el cuidado, el diálogo o la escucha. Por último, para los que deseen acercarse a los problemas fundamentales de la ciencia, dos obras: La realidad no es lo que parece (Tusquets, 2015) de Carlo Rovelli y Orígenes. El universo, la vida, los humanos (Crítica, 2015) de Carlos Briones, Alberto Fernández Soto y José María Bermúdez de Castro.

Sobre el autor:

juan carlos gonzalez

Juan Carlos González

Filósofo

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