LaBaranda, la compañía amateur que llenó el Falla

El grupo teatral, conformado por cuatro mujeres y con la dirección de Gari León, lleva el teatro a todo tipo de escenarios y a toda clase de colectivos

Integrantes y colaboradores de La Baranda, durante el montaje de un escenario en un patio de un bloque de vecinos de Jerez. FOTO: MANU GARCÍA
Integrantes y colaboradores de La Baranda, durante el montaje de un escenario en un patio de un bloque de vecinos de Jerez. FOTO: MANU GARCÍA

Han llenado desde plazas de pueblos hasta el Falla gracias al teatro y eso, siendo aficionadas. La compañía gaditana LaBaranda nace en 2008 en el marco de la Fundación Municipal de la Mujer. Sus integrantes empiezan haciendo talleres y con el paso de los meses desde la fundación les proponen que se convierta en una asociación. Desde entonces LaBaranda ha recorrido institutos, centros de mayores, plazas, teatros, cafeterías y patios de vecinos de toda la provincia, de gran parte de Andalucía e incluso de Ceuta y Badajoz.

Mila Guillén es la presidenta de este colectivo. Esta exadministrativa perdió su trabajo en 2006 y lo último que quiso era quedarse en su casa. Apasionada del teatro desde joven —aunque su padre prácticamente le prohibió dedicarse a ello ante las difíciles perspectivas laborales en este gremio— empezó haciendo talleres de interpretación y acabó conociendo a otras compañeras con sus mismas inquietudes artísticas.

Al frente de esta compañía de cuatro mujeres está un hombre, Gari León, profesional del teatro. “Yo soy de los autónomos que marcan el epígrafe de artistas”, señala. Para él, acostumbrado a lidiar a veces con los “egos” de los actores profesionales, dirigir a cuatro aficionadas es, a la par, un lujo y un alivio. “Son muy disciplinadas”, afirma. Normalmente ensayan un par de veces a la semana, siempre y cuando no vayan faltos de tiempo, cuando entonces tienen que aumentar los ensayos a tres o incluso a cuatro días semanales.

Mila, riendo durante la entrevista. FOTO: MANU GARCÍA

Pepi García es otra de las actrices que lleva en LaBaranda desde sus inicios. Descubrió la interpretación en su etapa adulta, aunque explica que siempre le ha gustado el teatro y eso fue lo que le lanzó a formar parte de la compañía. Aunque ha hechos diferentes talleres y a pesar de que en una década ya ha aprendido “algún que otro truco”, reconoce que subirse a las tablas de un escenario sigue provocándole muchos nervios. “Lo de subirse a un escenario es para que te trague la tierra en un momento. La responsabilidad y el respeto hacia el público no te lo quita nadie”.

LaBaranda se dio realmente a conocer en 2010 con el montaje La Revolución de las Pepas’. "Había días que teníamos dos actuaciones diarias e incluso una vez hicimos tres”, recuerda Mila, recordando con satisfacción cuando llenaron el Falla, uno de los días más felices que recuerda con la compañía. Después de los polvorones, ¿qué?’, La Parada de Payasas o ¡Ay, hombres! han sido otras obras representadas con éxito, sumándose ahora Teatro de los patios, una iniciativa de la Junta de Andalucía que lleva el teatro a los patios de Viviendas Públicas de Jerez, Puerto Real y Cádiz en una primera tanda de localidades. “Es un pequeño recorrido desde el medievo hasta el teatro actual, en el que se cuenta la importancia que han tenido los patios para el teatro”, explica Gari.

La compañía se caracteriza, además de por estar conformada por mujeres, por actuar en cualquier tipo de escenario y ante toda clase de público, sin importar su clase social. Actuar en un teatro les encanta, pero afirman que donde más a gusto se encuentran es sintiendo de cerca el calor del público, como cuando actúan en plazas o patios, como es ahora el caso.

Pepi, cargando vestuario un rato antes de su actuación. FOTO: MANU GARCÍA

Para ellas, el teatro les ha cambiado la vida. “A mí me ha dado la poca vergüenza que tengo ahora, cuando antes era más tímida”, cuenta Mila. Pepi, por su parte, afirma que el teatro son “alegrías y disgustos, mucho sacrificio y horas de estudio. Es como la vida misma”.

En cuanto al público, afirman que los más exigentes son sus familiares. “¡Nuestros maridos son destructivos!”, dice Mila riendo, y añade que ya “no vienen ni a vernos”. Gari, por su parte, encuentra en el teatro amateur muchas satisfacciones que a veces no encuentra en el teatro profesional, donde lamenta que la gran mayoría de profesionales "sobrevivan, más que vivan". "El problema es que sales dos veces en la tele y da igual la obra de teatro que lleves después, que se te llena. Pero a la gente del teatro no nos conocen, y es más complicado. En la tele sales un minuto y llegas a dos millones de personas. Aquí actúas dos horas y le llegas a 100, 200 o llenas un teatro de 800 personas. Pero luego sales por la calle y no te conoce nadie".

En LaBaranda pasa esto último. Mila y Pepi, perfectamente caracterizadas durante sus interpretaciones rara vez serán identificadas y ni siquiera firmarán un autógrafo una vez vistan de calle. Pero no les hace falta. El cariño y el aplauso del público es todo lo que necesitan para seguir haciendo cientos de kilómetros en carretera y sacar una sonrisa a sus espectadores.

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Jorge Miró

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