La Zaranda: se acerca el invierno

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La compañía ‘inestable de ninguna parte’ celebra 40 años de sólida trayectoria teatral con ‘Ahora todo es noche’, un trabajo que estrenan en Zaragoza a finales de enero.

“Tengan cuidado los que creyeron que muerto el perro se acabó la rabia, porque la rabia era contagiosa, y los perros rompieron los collares. ¡Nuestra rabia hará grande nuestro fracaso! Con unos telones y poniendo una tarima en cualquier sitio, seguirá nuestra pelea. ¿Qué haríamos si no? ¿Hacer de ratita vende globos? ¿Hombres anuncio? Sólo hay un modo de que el fin sea glorioso, morir en la batalla”. Ahora todo es noche.

Llevan varios meses peleándose con la pesada y enorme puerta de hierro de su vetusta nave en Jerez, su ciudad de origen. Cada mañana, casi antes de que cante el gallo, se ponen las batas blancas y entran al laboratorio. O se disfrazan de niños con pantalones sucios y se ponen a jugar al teatro de la muerte. Y ese proceso ya nunca les abandona hasta la jornada siguiente. Dice Paco Sánchez, alma mater de La Zaranda, que “si buscas la inspiración (pausa dramática), ésta no aparece”. No cree en el actor. De hecho, confiesa que “actuar es lo peor que puede hacer un actor”. Cree en lo absoluto. En ese hombre a la deriva que ya no es él y es la carne y la voz de otro al pisar la tabla. Y cuesta, y se sufre, y se agarrotan los músculos, y llegan las contracturas… Enfrentarse a la creación debería de otorgar como mínimo un séptimo día para descansar.

En un impás del montaje del nuevo trabajo de La Zaranda, compañía reubicada en ninguna parte tras dejar Andalucía la Baja, Paco y Eusebio Calonge, dramaturgo del grupo, hablan de Ahora todo es noche. Una frase que las abuelas repiten en su tierra casi como un mantra cuando se acerca el invierno y oscurece pronto. Y hablan de que vuelven más esenciales que nunca. Más radicales, si cabe. En el proscenio estará el trío de siempre: Gaspar Campuzano, Enrique Bustos y el propio Paco. Y sí, ahora puede que todo sea noche. Puede que la poética se esté extinguiendo engullida por el marketing, la fugacidad y el grito. Y que con todo ello el teatro quede relegado a una indigencia terminal. De eso va la cosa. Eterno retorno.La Zaranda cumplirá 40 años de evangelio teatral en 2018. Imperturbables pero en continua evolución de sus propios códigos. Con acento andaluz pero con un lenguaje que siempre camina por el buen sendero a ninguna parte. Siempre en crisis pero insobornables. Tras casi cuatro décadas y 15 espectáculos a las espaldas, el director y cofundador (junto a Gaspar) de la compañía es tajante: "No le doy valor a lo que he hecho, le doy valor a lo que voy a hacer. Lo que hemos hecho en todo este tiempo hay gente que lo valora muchísimo y ha servido para que sigamos buscando, pero eso es lo importante, seguir buscando”. Si en el germen fundacional de La Zaranda buscaban expresar lo que eran, especialmente durante la etapa de Juan Sánchez al frente como responsable y dramaturgo del grupo, “ahora es el momento de que el teatro se exprese a través de nosotros. No transitar por el teatro sino que el teatro transite por nosotros”. Desde ahí se llega directamente al meollo de esta nueva producción. Teatro en los huesos. Teatro radical. Que se sustenta de raíces para sobrevivir, como aquel sabio calderoniano.

“Seguimos reflexionando sobre lo que han sido las constantes de La Zaranda"

El autor de la compañía explica que en Ahora todo es noche “se entrecruzan dos caminos”. “El de una compañía que, tras cuatro décadas de trabajo por todo el mundo, sigue desnudando su estilo de cualquier retórica, de cualquier ropaje estético, buscando pervivir en la tensión y el riesgo de la creación. Y de otro lado, la sociedad que cruza, en la que los creadores ya son intrusos en unos teatros cerrados a cualquier atisbo de entender el teatro como un arte, éste es usurpado por la fabrica del ocio, a la que no le interesa el espectador sino el número de butacas”. Todo esto hace que los mendigos, quienes menos necesitan, quien menos consumen compulsivamente, quienes más disfrutan con lo esencial, quienes más piensan, se conviertan en reyes. “El arte está en niveles de mercadería; la cultura, en niveles de ocio; y la comunicación está en la propaganda”, dispara el escritor del grupo. Y agrega: “Seguimos reflexionando sobre lo que han sido las constantes de La Zaranda: las devastaciones del tiempo, la crítica a la desertización espiritual, y el teatro como acto poético vivencial”.En una nueva criatura que brota de las obsesiones conscientes de todos estos años, “los personajes que se asoman ahora a nuestra obra son unos seres arrojados por la borda social en una noche sin fin, oscuridad ante el futuro sin horizonte. Ahora bien, estos mendigos entre las cenizas de sus vidas, conservan los rescoldos de una llama antigua, una furia ante el destino, que de alguna manera los hace reyes, como Lear, que cuanto más abandonado es más rey”. Shakespeare pone en boca del ciego Gloucester la necesidad de vivir sintiendo. ¿Cómo ves la vida?, le interpela Lear. A lo que el ciego le responde: “La veo con sentimiento; la veo, con sentimiento”. Y apostilla el dramaturgo: “Se trata de hallar la grandeza de quien asediado por su época es irreductible. En un mundo dónde las cosas sólo son su precio, un mendigo es como un grito en nuestra consciencia y un cubo de basura es el símbolo de los avances de la materia”.

Premio Nacional de Teatro en 2010, La Zaranda ahora ha encontrado cobijo en el seno de la productora catalana Focus. “El encuentro con Focus —explica Paco— vino a raíz de nuestra estancia en el Romea de Barcelona. Nos ofrecieron participar como apoyo en todo lo que necesitáramos para el nuevo proyecto; sin injerencias de ningún tipo, antes bien facilitando todas las cuestiones a las que no pudiésemos hacer frente”. A lo que agrega: “Su sensibilidad hacia nuestro trabajo ha sido de total respeto y libertad, y desde luego su aparición para nosotros ha sido providencial”. Calonge, por su parte, apostilla: “Es importante que las productoras de peso apuesten por el teatro de creación, asumir ese riesgo es lo único que puede orientar al público hacia un teatro vivo”. La gira del 40 aniversario de la compañía arrancará con el estreno de este nuevo montaje en el Teatro Principal de Zaragoza, el 27 de enero, y concluirá con una celebración muy especial en el Teatro Picadero de Buenos Aires, en agosto de 2018.Encuentros, talleres, muestra de objetos simbólicos y cartelería de la mayoría de sus trabajos serán otros de los alicientes de una efeméride que celebra la solidez y estabilidad de un grupo que se ha convertido en referencia clave del teatro español contemporáneo. Y ello, pese a autoproclamarse inestables y a no haber cambiado en todos estos años ni una coma de su propio texto existencial. O más bien, cambiando casi todo para que nada cambiase. En Ahora todo es noche, “están nuestras metáforas, aunque su simbología sea cada vez más transparente, y está nuestro modo de encarar el trabajo, muy lejos de la complacencia”. Del mismo modo, sintetiza Calonge, “hay una visión del mundo muy radicalizada, pero tampoco enclavada en ese realismo social que acaba siendo otra convención; la protesta acaba siendo un negocio suculento neutralizada por el Estado”.

Encuentros, talleres, muestra de objetos simbólicos y cartelería de la mayoría de sus trabajos serán otros de los alicientes del 40 aniversario de la compañía

Director y autor coinciden en que “tras cuarenta años el botín es cansancio pero también libertad”. Y recuerdan ese verso de El Rey Lear con el que contestan a la pregunta de por qué dejaron Andalucía: “Dentro estaba el destierro, fuera la libertad. Cuando una administración se opone a que tengas público, es el momento de limpiar el polvo de tus sandalias. Nos hemos ido haciendo en los sitios donde nos han brindado refugio, la posibilidad de crear y mostrar nuestro trabajo”. El Temporada Alta de Cataluña, el Cervantes de Buenos Aires, el Español de Madrid, el Sorano de Toulouse, la Bienal de Venecia… Ahora será el Teatro Romea de Barcelona —donde abrirán temporada en septiembre de este año— quien tome el testigo en este nuevo trecho que cruzan. Quién sabe si el último que recorren juntos.

“A lo mejor ya no volvemos a juntarnos los cuatro después de este trabajo”, deja caer Paco. Y puntualiza: “El teatro es quien decide y quien dicta lo que uno debe hacer, nunca hemos diseñado una estrategia de mercado, ni pensado qué puede funcionar en taquilla”. Quizás como en Ahora todo es noche, sincretiza Calonge, “sólo somos mendigos con sueños, una llama cada vez más débil, casi ahogada por el escepticismo y la abrumadora brutalidad de estos tiempos. Mostramos con toda honestidad esta liquidación de existencias, consagradas al teatro, bordeando los abismos una y otra vez, conscientes ya de que anochece, y de que en esa oscura noche del alma, el hombre encuentra el misterio. Ese que es semilla de esperanza”.

Este artículo ha aparecido publicado originalmente en el número de enero-febrero de 2017 de la revista de artes escénicas Artez.

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