La Zaranda: gusanos o cenizas

El grupo jerezano, Premio Nacional de Teatro en 2010 y desde este año compañía residente en la Biennale de Venecia, estrena en el Temporada Alta de Girona/Salt su nueva creación. 'El grito en el cielo', coproducida por este festival catalán, conforma junto con el anterior montaje un cáustico y certero díptico sobre una sociedad actual deshumanizada y aséptica donde el hombre apenas tiene elección

Por momentos es casi como un relato de terror gótico posmoderno. Otros, un demoledor artefacto nihilista: no futuro. ¿Para qué luchar contra la nada? Solo nos dejan elegir una cosa en la vida: gusanos o cenizas, enterramiento o incineración. Aunque también hay otros pasajes para soñar, para volar libre dentro del laberinto. Instantes de ruptura total con la deshumanizada y aséptica sociedad actual. Un contexto donde las máquinas controlan decididamente a los hombres, los historiales clínicos se anteponen a las biografías, y solo el sedante del consumo y el entretenimiento vacío nos obligan a levantarnos cada mañana. La vejez no interesa. No consume, no produce, no tiene nada que enseñar en un mundo en el que las nuevas tecnologías lo infectan todo. La vejez molesta, estorba, y hay que tenerla ocupada para que moleste menos. Vejez activa la llaman eufemísticamente. Ya saben, ese viejo canoso estirado y hecho un pincel que toma Danacol en los anuncios de la tele. El grito en el cielo, el último trabajo que La Zaranda estrena este sábado 8 de noviembre en el Temporada Alta de Girona/Salt -tercera vez consecutiva-, arranca donde moría El régimen del pienso. Ahora es la jubilación, la senectud, el crepúsculo dorado, el eje de la trama. En aquella primera parte del díptico fueron los centros de trabajo convertidos en cochiqueras de tecnócratas trepa y ahora son los geriátricos como antesalas de la muerte. O tal vez, ¿del infierno? Se cierran las dos puertas. Pero la voz de la monitora-villana insiste: "Todo va a ir bien, sean positivos". "Todo va a ir bien, somos positivos...", repiten una y otra vez el mantra los residentes-zombies del geriátrico a todo confort hasta que el encefalograma da un pitido final agudo y continuo. Coproducida por este festival catalán, la secuela del anterior espectáculo zarandiano preserva al cien por cien esa crítica cáustica y certera de esa sociedad momificada del malestar. Y también almacena en un ritmo creativo incesante esa evolución teatral de la compañía donde el simbolismo de los objetos compite en primacía con los climas de la música, en este caso, de Pérez Prado y el canto gregoriano, mientras que las referencias artísticas explícitas pugnan entre los frescos del medievo, la ópera Tannhäuser de Wagner y, hasta por qué no, con el Blade runner de K. Dick y Scott. "Nuestro lema es 'más humanos que los humanos", decían en aquella cinta. ¿Quién es humano y quién el replicante aquí? Otra vez el hombre contra lo humano. A sus casi cuarenta años como grupo teatral, La Zaranda llega pletórica al estreno tras pasar a ser nombrada en el verano pasado compañía residente en el prestigioso laboratorio que es la Biennale de Venecia, donde ya exhibieron parte del trabajo de montaje de esta nueva obra. El grito en el cielo tiene esta vez a una actriz protagonista, Celia Bermejo, para tomar el relevo del impagable Javier Semprún en El régimen del pienso. Aparte del trío habitual de actores, Gaspar Campuzano, Francisco Sánchez y Enrique Bustos, también se incorpora a la coproducción la actriz vasca Iosune Onraita. Una vez más la dirección y el espacio escénico corren a cargo de Paco de La Zaranda, mientras que el texto dramático lo firma el autor de cabecera de la compañía, Eusebio Calonge, quien además recientemente ha sido designado como miembro del jurado del Premio Nacional de Teatro. Galardón, por cierto, que los jerezanos recibieron el pasado 2010. "Estamos ante la continuación de ese mundo deshumanizado y sin trascendencia de El régimen del pienso. Donde los historiales clínicos suplantan toda biografía y el arte, mutilado de su sentido espiritual, es un engranaje más de esa maquinaria de aniquilamiento", argumenta Calonge en la sinopsis del espectáculo. Un montaje con el que la compañía también rinde homenaje póstumo al llorado Juan Sánchez 'Juan de La Zaranda', fundador y primer dramaturgo del grupo fallecido el pasado año. Luchando bajo el peso de la sombra, como en los versos del Manantial lorquiano. La Zaranda, como cernidor que preserva lo esencial y desecha lo inservible, desarrolla una poética teatral que lejos de fórmulas estereotipadas o efímeras, se ha consolidado en un lenguaje propio, que siempre intenta evocar a la memoria e invitar a la reflexión. Son incontables en estos años los festivales recorridos en más de treinta países en tres continentes, siendo premiados por la crítica en Madrid, Buenos Aires o Nueva York, entre otras ciudades. Santander y Pamplona, a mediados de mes, serán las siguientes escalas en la gira nacional de El grito en el cielo, mientras que su anterior trabajo podrá seguir disfrutándose durante el presente noviembre en el Festival de Teatro de Puebla (México) y en La Palma y Agüimes (Canarias); y el próximo 6 de diciembre en el Festival Quijote de París.