La tarde que Agujetas se hizo leyenda

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El convento de San Francisco alberga el sepelio del cantaor, con una saeta al Cristo de la Expiración y a la Virgen del Valle, y un aplauso espontáneo en la plaza Esteve para despedirle definitivamente.

Un atronador aplauso en la plaza Esteve, con el féretro de vuelta al coche fúnebre, sirvió para despedir definitivamente a Manuel de los Santos Pastor Agujetas. Pasaban las seis y cuarto de la tarde, tras el responso, los restos mortales del cantaor, fallecido este pasado 25 de diciembre, se postraban ante el Crito de la Expiración y la Virgen del Valle -temporalmente en San Francisco por obras en la ermita de San Telmo-, de los que era devoto, para dedicarles la saeta que no pudo cantarles este año, cuando ya la enfermedad le ganaba la partida. Junto a su viuda, la japonesa Kanako, y sus hijos también cantaores Dolores y Antonio Agujetas, al sepelio, marcado por la emoción de los ecos de Agujetas en el interior del convento y por el espontáneo aplauso final, han asistido artistas y compañeros como Manuel Moneo, Antonio Malena, Fernando de la Morena, Paco Cepero, Angelita Gómez, Domingo y Eva de Rubichi, Mateo Soleá, Pedro de la Fragua, Alfonso Carpio, entre otros. La representación municipal ha estado encabezada por el teniente de alcaldesa de Cultura, Francisco Camas, así como por técnicos de su delegación. El presidente de la federación de peñas flamencas, Manuel Moreno, y numerosas personalidades y aficionados han dado el último adiós a un cantaor irrepetible artísticamente y a un hombre que jamás dejó de ser fiel a sí mismo. Ambas cosas, el artista y la persona, se fundieron en San Francisco ya convertidos en una auténtica leyenda de este Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

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