'Zambomba flamenca', que puede verse en este teatro madrileño hasta el 30 de diciembre, combina sin apenas fisuras la cara 'main stream' del arte jondo con la esencia del rito navideño.

Hay un episodio monográfico de la mítica serie Rito y geografía del cante dedicado a la Zambomba jerezana. En un momento del capítulo aparece, navaja en mano, Manuel Soto Sordera afilando un cañizo y explicando cómo se arma ese misterioso instrumento sobre el que gira el culto a la Nochebuena. “Se coge cualquier tiesto y ya está la Zambomba formada, es fácil hacerla”, dice restando importancia al invento en unas imágenes con 45 años de antigüedad. Esta costumbre festiva puede que se remonte al siglo XVIII. Es difícil precisar. Pero la certeza es que tanto tiempo después, aquella celebración de patio de vecinos, picón, almirez, y pobres de solemnidad en torno a la Navidad, se ha transformado en un fenómeno social y económico con escasos precedentes dentro las fiestas y el folklore nacional. Un atractivo turístico que cada año moviliza a propios y extraños en Jerez, y que incluso ya lleva años exportándose a otros puntos de la geografía nacional con mayor o menor éxito —hace años que Bilbao celebra su particular Zambomba flamenca navideña—.

La capital de España no iba a ser menos y, desde hace un par de años, el madrileño Teatro de La Latina alberga un evento que pretende recoger la esencia de esta celebración protegida a nivel oficial como una de las tradiciones más genuinas de Andalucía. Rescatando aquello que decía Sordera, montar una Zambomba es fácil, una quincena de artistas generan el ambiente propicio para hacer entender, especialmente a los profanos, de qué va eso que llaman Zambomba. Y, en este caso, el espectáculo funciona porque cumple su propósito en apenas hora y media. Cierto es que hay que concesiones para hacer el show más digerible, cierto es que manda el cajón y otros sonidos ajenos al rito como la flauta flamenca de Diego Villegas —a un gran nivel, como acostumbra—. Un toque más pop o cercano a eso que llaman flamenquito y que, quizás, representado en una de las cunas del cante escandalizaría a los más ortodoxos. O no, visto lo visto a estas alturas.
Pero en el fondo de todo, la esencia permanece a salvo en la garganta de María Terremoto. La poderosa cantaora, Giraldillo en la pasada Bienal como artista revelación, atesora un eco ancestral, un poso en las tablas y una tesitura de voz insólita para su juventud —apenas 16 años—, que solo puede explicarse en los genes heredados directamente de su padre Fernando, gran amante y compositor de la Navidad según la entiende Jerez. También está Fernando Soto, que bebe de esa fuente de la que hablábamos al principio. Pero también de esa reina de la Zambomba que fue La Paquera. Y está el coro, y está la botella de anís y la pandereta, y las pañoletas y pañuelos de lunares... y, en fin, todos esos elementos reconocibles que, más o menos tópicos, conforman el imaginario del cante gitano andaluz y de esta fiesta navideña tan sui generis.

Y luego, claro está, también están Diego Carrasco, que oficia de maestro de ceremonias en la función —"me acuerdo del patio de la casa y de momá Luisa la vieja", recuerda— con una versión del Marinerito Ramirez y esa alabanza que suele incluir en sus directos; y Tomasito, que ejerce de Tomasito. Es decir, de verso suelto. De cable pelado que, junto a Diego, provoca la corriente eléctrica de compás contagioso y que lo mismo sirve vino a sus compañeros que rapea a su forma el villancico de los Madroños al Niño. Los quintos mare, Pa que no llorara —en la voz de Maloko—, Los caminos se hicieron —probablemente el momento más genuino de la noche—, unos Campanilleros de Manuel Torre a cuatro voces, El tamborilero, unos tangos de Terremoto, un popurrí con los estribillos de los villancicos archiconocidos... Una hábil mezcla de flamenco para grandes públicos —main stream— y la tradición jerezana —del barrio de Santiago, para más señas— en torno a ese ritual que conmemora el nacimiento de Jesús. Quienes tengan almacenados en la retina aquellos vídeos de la impagable colección Así canta nuestra tierra en Navidad, esto puede que les suene a sucedáneo. Pero para quienes solo pretenden adentrarse en esta celebración tan especial es una tarjeta de presentación inmejorable. Ya saben, formar una Zambomba es fácil... si sabes cómo.

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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