El viento de Levante tiene mucha y mala fama pero los gaditanos de bien, de cualquier lugar de la provincia, lo quieren como a un pariente. Incluso lo añoran cuando están lejos de su tierra y su aire natales.
Es verdad que es capaz de arruinar vacaciones enteras, domingos de verano, cualquier peinado, siestas en toalla y bocadillos prometedores. Araña las piernas y aprieta los ojos pero poco se habla de sus efectos beneficiosos.
Los que quieran buscarle ventajas y estén iniciados en gaditanismo avanzado saben bien que nunca está el agua del mar más deseable, translúcida, fría y limpia que cuando no se puede vivir en la orilla del ventarrón del Este que sopla.
Efectos reales e imaginarios
Ya en terrenos de leyenda urbana, el Levante baja la tensión, aplatana el mejor entusiasmo, derrite voluntades y desvanece vigores así que crea los mejores momentos para disfrutar de un buen libro, una buena película, una cabezada a cubierto e incluso la mejor compañía.
Eleva de verdad la temperatura en las provincias de Cádiz, Sevilla y Huelva -la rebaja y mucho en la de Málaga, qué cosas- así que mejor disfrutar de las palizas que ofrece bien hidratado -con agua fresca-, con sombra y ventilador a mano.
El prestigioso fotógrafo Paco Marín muestra desde este jueves en El Cuartel del Mar de Chiclana una muestra fotográfica en la que también se aprecian las virtudes éticas y estéticas del viento más famoso del lugar, su talento para posar.
"Mis fotografías me desnudan"
"Hace ya unos cuantos años decidí abandonar una vida profesional cómoda y predecible para vivir a mi manera. Desde entonces, mi vida es mucho más bonita, creativa e incierta. Mis fotografías me desnudan. Dicen cosas sobre mí que a veces ni yo sé poner en palabras", afirma el artista gaditano afincado en Madrid.
"Hablan de mi forma de mirar, de mis obsesiones, de lo que me emociona. Siempre giran en torno a tres pilares: el ser humano, el arte y la naturaleza. Vivimos tiempos en los que todo nos empuja a especializarnos. A ser los mejores en algo. Yo elegí el camino inverso".
Marín ha publicado en revistas como Traveler, AD, Salvaje, Les Others, Vogue, Telva o Diseño Interior. Ha colaborado con marcas como Scalpers, Volvo, Rowse Beauty, Bonnet à Pompon y también "con proyectos más personales de buenos amigos como Anton Aiguabella, Ábbatte o Tini Living".
Profesor en la Universidad Francisco de Vitoria, asegura que durante sus clases es "pesado con mis referentes estéticos, con las fotografías antiguas y con las batallitas. Aún así, algunos alumnos me escuchan. Les agradezco la paciencia y me obligan a seguir aprendiendo".
"Cuando salta el Levante, el Atlántico se tiñe de turquesa y los granos de arena se transforman en alfileres"
Su nueva exposición en el restaurante playero de Chiclana, desde este jueves 29 de mayo hasta el 11 de junio, capta lo que sucede "cuando salta el Levante, el Atlántico se tiñe de turquesa y los granos de arena se transforman en alfileres, dejando una huella en el paisaje de singular belleza".
"El Levante viene del Este, del Mediterráneo. Las montañas del Atlas y la cordillera Penibética hacen que embudo, aumentan su velocidad al paso por el Estrecho de Gibraltar. Aunque está presente durante todo el año, es más frecuente entre los meses de mayo y octubre, cuando es especialmente seco y cálido".
"De Levante muta a levantera cuando aumenta su intensidad con rachas de más de cien kilómetros por hora y se alarga durante días. Cádiz es una provincia sometida al viento. Forma parte de su cultura y los gaditanos saben mucho de él".
"Las grandes levanteras provocan en esta costa que tanto quiero una preciada soledad. De ahí mi gratitud a ese viento"
Como todo gaditano, Martín lleva ese aire feroz en su memoria: "Nací en Cádiz, mis vacaciones fueron barbateñas y he vivido cientos de levanteras. Nunca fueron un impedimento. Lo asocio con la felicidad de disfrutar de la naturaleza en su sentido más puro y hostil".
Como muestra su exposición -incluye una treintena de fotografías-, ese viento le lleva "a la belleza. En grande y en pequeño. Del faro de Trafalgar a las dunas de Valdevaqueros, disfrutando de la preciada soledad que las grandes levanteras provocan en esta costa que tanto quiero. De ahí mi eterna gratitud a ese viento".
