Los Triunfos de San Servando y San Germán se erigieron ante la Puerta de Mar, en el puerto de Cádiz, en 1705, con la idea de que sirvieran como primera vista a los extranjeros que acudían a la ciudad. Ambos estaban inspirados en el modelo del Triunfo de la Inmaculada (1694), diseñado y construido por Andrea Andreola (o Andreoli, según la historiografía), quienes además de ser escultores, sabemos que servían de intermediarios entre la clientela gaditana y los talleres genoveses y carrarenses. Y este sería uno de esos encargos.
Vista de Cádiz, 1795. Pedro Grolliez (dib.), Tomás López Enguídanos (grab.). Fuente: Biblioteca Nacional de España.
Desconocemos sus autores, que son distintos para cada una de las esculturas. La de San Germán, a la izquierda, mirando las Puertas de Tierra, es de mucha mayor calidad respecto a la de San Servando, situado a la derecha. Esa calidad inferior, algunos la explican algunos, porque la imagen de San Servando fue derribada, pocos años después de erigirse, al impactar con ella un velero que había quedado sin control en el puerto gaditano, debido a un fuerte temporal, y fue reconstruida por un cantero local que carecía de la pericia del autor original.
Durante la Revolución Cantonal de 1873, fueron derribados. En 1885, el canónigo de la Seo gaditana don Benito Gil Ruiz, junto a un grupo de devotos, pidió al Ayuntamiento, argumentando el agradecimiento por la benevolencia que la epidemia de fiebre amarilla había tenido con la población de Cádiz.
Los Triunfos se colocaron nuevamente el 12 de enero de 1887, en la actual plaza de Sevilla. Con el tiempo, ese emplazamiento en la confluencia del puerto, la estación de ferrocarril y el muelle pesquero dificultaba la circulación, lo que propició que el 14 de febrero de 1945, se resituasen en la entrada de la avenida.
San Servando y San Germán, serían naturales de Asta (actualmente León); e hijos de San Marcelo, centurión romano, y de Nona. Otros historiadores más recientes afirman que eran naturales de Mérida, que vivieron como ermitaños y que, desde muy jóvenes, se convirtieron al cristianismo, afirmándose que eran “piadosos, buenos, sencillos, sobresalientes en la virtud de alma y cuerpo”
Fueron encarcelados en época del emperador Aureliano y, obligados todos los presos a formar parte de las legiones, son llevados desde Emérita (Lusitania) hacia la provincia de Mauritania Tingitania, cargando gruesas cadenas, sufriendo vejaciones y penalidades. A pesar de todo eso, ellos se mantuvieron siempre firmes en su fe.
Fueron decapitados cerca de la antigua Gades en el monte Ursiano, que podría coincidir con el actual Cerro de los Mártires, de San Fernando, el 23 de octubre del año 304.
El pontífice Paulo V, accediendo a instancias de los cabildos de Cádiz, el eclesiástico y el secular, concedió el Jubileo para la fiesta de los Santos Mártires y la declaración canónica de su patrocinio, celebrándose este por primera vez las festividades el 23 de octubre de 1619.
El culto a los Patronos fue a más en una ciudad cada vez más floreciente. Se encargaron a Luisa Roldán sendas imágenes de los santos mártires para acompañar al Santísimo en la procesión del Corpus, además de erigirse estos triunfos.
Esta devoción popular decayó a fines del siglo XVIII, lo que explicaría la fundación, en 1797, de una Congregación para darles culto y que logró darle esplendor a su festividad durante algunos años. La evolución de esta Hermandad tuvo altibajos, volviendo a renacer en 1962.
Con las reformas urbanísticas de las Puertas de Tierra, los triunfos de los Patronos han quedado situados en la isleta central de la Plaza de la Constitución, delante de la fuente y orientados hacia la zona de Puerta de Tierra, recibiendo al visitante que llega al casco antiguo de la ciudad, a modo de guardianes y protectores del pueblo de Cádiz.
En las figuras de los triunfos, se les representa como jóvenes adolescentes y brillantes soldados, ataviados con la vestimenta militar romana. Ambos llevan el cabello largo, cubriendo el cuello por detrás, rostro descubierto y sereno; llevando con orgullo el símbolo de la cruz, único elemento realizado en bronce.
La figura de San Germán presenta un mayor dinamismo, con un eje compositivo que sigue la curva praxiteliana. La figura se apoya sobre la pierna derecha y flexiona ligeramente la izquierda, generando un suave contrapposto y un espacio abierto entre el torso y el brazo izquierdo, mientras el derecho semiextendido soporta la cruz. La de San Servando es menos dinámica y más tosca en su composición.
Los pedestales cúbicos de ambos triunfos son idénticos y sirven de soporte para las diferentes heráldicas en relieves: la Monarquía de Felipe V; el mecenazgo de la obra a mano del Marqués de Valdecañas; y el escudo de la ciudad de Cádiz y la leyenda conmemorativa.
De estos pedestales arrancan sendas columnas, el fuste en su tercio inferior decorado con relieves vegetales y acanalado en los tercios restantes. Los capiteles son estrechos y de orden compuesto.
