El monumento a San Francisco Javier se encuentra en la actualidad en una isleta situada en la confluencia de la plaza de Arguelles, calle Honduras y Alameda de Apodaca, donde fue reubicado el 6 de diciembre de 1943, siendo alcalde D. Alfonso Moreno Gallardo.
En 1938, Augusto Conte Lacave (entonces secretario y gestor municipal del Ayuntamiento de Cádiz), propuso al mismo la restitución del copatronazgo de Cádiz del Apóstol de las Indias y Príncipe de la Mar, que fue aprobado por unanimidad de la corporación, el 14 de julio de 1941.
El 25 de febrero de 1706, Lucas Jiménez Castellano, abogado de los Reales Consejos y alcalde mayor de Cádiz, le encomendó a San Francisco Javier la protección de la flota que, rumbo a Indias, iba a zarpar desde Cádiz, al mando del Conde de Monte Alegre y de D. Diego Fernández de Santillán.
En 1726, en pleno apogeo de Cádiz como cabecera de la Flota de Indias, el Ayuntamiento decidió levantar el Triunfo a su copatrono, por solicitud de los jesuitas, y otorgó una dotación de 400 pesos para su construcción. Esta cantidad resultó insuficiente para encargar y realizar el monumento en Génova.
El monumento se situaría en el muelle de Cádiz, y debía mirar orientado al mar para mejor proteger los barcos que partían y regresaban de las Indias. El Triunfo debería parecerse en altura, proporciones y decoración a los realizados ya en la ciudad (el de la Inmaculada, el de los Patronos); si se realizase en Génova, su coste sería de 1400 pesos, por lo que se decidió encargarlo a canteros del entorno: Francisco de Gainzaráin (entonces en El Puerto de Santa María) y José de Victoria, el encargo se realizó por 680 pesos.
El triunfo se erigió en el muelle gaditano en 1735, y en 1780, se trasladó delante de las Puertas del Mar, entre estas. Allí permaneció hasta el 24 de abril de 1873, cuando fue derribado durante la alcaldía de Don Fermín Salvochea. La estatua de San Francisco Javier, quedó depositada en el Museo de Bellas Artes, que la devolvió en 1914 al Ayuntamiento, por carecer de valor arqueológico. Entregada al obispado, se colocó en el patio del Seminario de San Bartolomé, antigua residencia jesuítica, durante 15 años.
La columna que sustentaba el monumento, permaneció tirada y abandonada en el Campo del Sur, e instándose en 1928 al Ayuntamiento a guardarla en los depósitos municipales. El triunfo y el copatronazgo de S. Francisco de Javier habían caído en el olvido.
La gran repercusión en el ámbito local del éxito del estreno, en septiembre de 1933, del drama teatral El divino impaciente, relativo a la vida y obra de S. Francisco Javier, escrito por José María Pemán, lo puso de nuevo de actualidad en la ciudad. El autor y Augusto Conte (además de concuñados) eran miembros activos de la Asociación de Propagandistas Católicos.
En un primer momento, se pensó recolocarlo en los jardines proyectados cerca de la iglesia de Santa Cruz, pero la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos rechazó la propuesta, por lo que el Ayuntamiento aprobó la propuesta de la Academia de Bellas Artes de ubicarlo en la Alameda.
San Francisco Javier (1506-1552), era navarro y miembro fundacional de la Compañía de Jesús con San Ignacio de Loyola y su estrecho colaborador, y fue misionero en las tierras de Asia Oriental (Goa, Ceilán, China, Japón), por lo que recibió el sobrenombre de Apóstol de las Indias.
El Triunfo está realizado en mármol, y está compuesto por una columna de orden jónico sobre un plinto de planta cuadrangular (100 cm de ancho y 145 cm de alto), con molduras salientes en su basa y remate.
En los lados del plinto aparecen los siguientes elementos: el escudo de la ciudad, situado en el frontal orientado al mar; inserto en un blasón mixtilíneo, rodeado de volutas, se representa a Hércules, con sendos leones a los lados, sin columna, sobre él y bajo la corona hay una cabeza de atlante. En la parte posterior, que en su origen fue lisa, se ha adosado en 2006 una placa también marmórea de 50 cm x 60 cm, con una leyenda inscrita en versales, conmemorativa de la última restauración, realizada por el Ayuntamiento.
En los laterales se han colocado sendas leyendas inscritas en versales: “SE ERIGIÓ POR UOTO DE ESTA CIVDAD DE CADIZ ESTA COLUNA Y ESTATVA A S.N FRAN.CO XAVIER APOSTOL DE LAS YNDIAS COMO A VNO DE SUS PATRONOS. AÑO DE 1735. JHS”. En el lateral “DE LA CIVDAD”, sin mencionar Cádiz.
Sobre el plinto se coloca la columna, que tiene una basa completa con toro, escocia y un bocel, y su fuste está acanalado en los dos tercios superiores, y en el inferior se decora con motivos de lacería y vegetales.
El capitel es de orden jónico romano, con las cuatro volutas enlazadas por guirnaldas con frutas en su centro. El equino está decorado con relieves vegetales y el ábaco, de planta cóncava en la parte superior, cuenta con florones en el centro de cada lado.
La estatua de San Francisco Javier lo representa de pie y de cuerpo completo, vestido con una sotana a la que se añade la típica esclavina de los peregrinos. El antebrazo derecho (seccionado) ha desaparecido, así como la mano izquierda; quedan en el antebrazo izquierdo los restos de su engarce.
En la restauración de 1942 (cuyo coste de 14.564,45 pesetas sufragó el Ayuntamiento), se le añadió un brazo de madera y un bordón que representaban al santo en su iconografía como peregrino. Ambos, báculo y mano, desaparecieron en la restauración de 2006.
Era habitual que el santo, como evangelizador, portase la cruz en sus manos; sin embargo, no sabemos si la tuvo en algún momento. Su cabeza, erguida y labrada en un mármol más claro, mira al frente, al mar, y su pierna derecha se adelanta, flexionada, en actitud dinámica.
