El Triunfo de la Inmaculada Concepción se encuentra ubicado en la actualidad, y desde 1969, en la Plaza de Filipinas de Cádiz, junto a los dos arcos que se abrieron en las bóvedas de las murallas de San Carlos para el tráfico rodado, en la entrada hacia la Punta de San Felipe.
Este Triunfo fue bendecido el 29 de mayo de 1695, y estuvo situado originariamente en el Paseo del Vendaval, junto al convento de los Capuchinos. Su erección se debe al impulso en la devoción al Rosario por parte del orador sagrado y monje capuchino Fray Pablo de Cádiz (21/4/1643-11/1694).
Fray Pablo fundó en 1691 la Compañía Espiritual del Santo Rosario de Nuestra Señora de la Encarnación (la primera de las 15 que fundó en Cádiz). Esta congregación cambió su denominación en 1696 a Compañía Espiritual de Nuestra Señora del Triunfo, cuyos hermanos, además de la veneración de la citada imagen y del rezo del Rosario en procesión por las calles del barrio habían comenzado a construir una capilla en el barrio de la Viña, recaudando limosnas junto al Triunfo.
El 28 de agosto de 1694 se firmó un contrato con Andrea Andreoli (o Andreola), maestro de Obras de la Santa e Insigne Iglesia Catedral de Cádiz, según diseño del mismo maestro, para tallar en Génova una columna que debía ir sobre un pedestal y sus gradas…
Sobre la columna se situaría una imagen de la Virgen, representada en su Purísima Concepción. El coste del monumento se cifró en 500 pesos y se ubicaría en el lugar donde estaba la cruz regular que marcaba la jurisdicción conventual de los capuchinos: “Para obviar los desórdenes que ocasionan de noche y día la soledad de este campo”.
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El triunfo de la Inmaculada, realizado en mármol, está compuesto por una columna de orden jónico sobre un plinto de planta cuadrangular (106 cm de ancho y 124 cm de alto en la parte interior), con molduras salientes en su basa y remate, que en origen se apoyaba en tres gradas o escalones también marmóreos.
En los lados del plinto aparecen los siguientes elementos: el escudo de la ciudad, situado en el frontal; en la parte posterior, el escudo de la orden capuchina; a la izquierda se representa a Fray Pablo arrodillado rezando el rosario ante la Inmaculada, y en el lado derecho, el escudo de los dominicos.
La representación de los escudos dominico y capuchino en el pedestal aparece especificados en el boceto inicial; los otros dos relieves se esculpieron posteriormente, y puede que lo fueran ya en Cádiz, y son similares en su composición: la parte figurativa, en tarjas mixtilíneas enmarcadas por volutas, con la representación de cabezas de angelotes alados y rematadas por coronas.
Sobre el plinto se coloca la columna (según el proyecto, mide cinco varas y tercia, unos 4,455 m.). Tiene basa completa con toro, escocia y bocel, y su fuste es acanalado en los dos tercios superiores, y en el inferior se decora con motivos de lacería y vegetales.
El capitel es de orden jónico, con volutas, equino decorado con relieves vegetales y ábaco liso y de mayor planta en la parte superior. Sobre él, encima de una nube de querubines de la que sobresalen relieves con formas espirales, que asemejan los picos de la media luna, se apoya la imagen de María Inmaculada.
La talla marmórea de la Inmaculada es atribuida a Esteban Frugoni, escultor que trabajó para Andreoli en diversos encargos. Responde a su iconografía clásica: rostro juvenil, manto amplio, movido y recogido a la derecha, y manos casi unidas a la altura del pecho, hacia ese lado.
Su cabeza coronada se inclina ligeramente hacia la izquierda. La imagen generó desde el primer momento mucha devoción popular, convertida en santuario mariano. El obispo José de Barcia y Zambrana donó para que se colocaran en su pecho once reliquias, entre ellas un trozo del “lignum crucis”.
En un primer momento el monumento estaba protegido por una reja de hierro, en diciembre de 1698, fue sustituida por una reja de mármol encargada a Génova, que costó el doble que la columna, y estaba formada por balaustres de mármol blanco, esculturas e iluminada por 10 faroles.
Adolfo de Castro, afirmó en 1859 que «toda esta parte [la reja] ha sido destruida poco a poco por el vandalismo popular y el descuido de las autoridades, hasta que tuvieron que ser quitados los maltratados restos».
La ubicación de estos triunfos en zonas urbanas privilegiadas, remarcaba el carácter católico de Cádiz, una urbe cosmopolita con muchos pobladores extranjeros, a la vez que la diferenciaba artísticamente de las ciudades de su entorno y dignificaba sus espacios públicos.
El Triunfo fue derribado por orden del cabildo municipal el 2 de abril de 1873, pasando a ser de propiedad municipal. La imagen, su pedestal y capitel se ubicaron durante un tiempo en el atrio del desamortizado Convento de Capuchinos y alguna vez en el presbiterio de la iglesia conventual.
El 6 de agosto de 1969, el cabildo municipal, a propuesta del teniente de alcalde Cayetano Súnico Herrera, aprobó su levantamiento en su ubicación actual, comenzando el 11 de diciembre de 1970. Previamente, se procedió a la limpieza de la imagen y a reponerle las manos realizadas en marmolina.
En la actualidad, protege el monumento una sobria cadena de hierro, sustentada sobre cuatro bloques troncocónicos realizados en piedra artificial, y el pedestal se eleva sobre un bloque aplacado en mármol gris, en sustitución de las antiguas gradas
