La visión fotoperiodística de la historia de España no sería la misma si Isabel Steva Hernández Colita (Barcelona, 1940 - 2023) no hubiera descubierto su pasión por la fotografía a los 12 años. Enamorada de una profesión que ha mantenido hasta el último de sus alientos, que llegó el día de ayer a los 83 años, una de las artistas gráficas mas importante de España no ha podido superar una intervención quirúrgica a la que fue sometida recientemente.
Rebelde con causa y sin pelos en la lengua, perteneció a una generación fundamental y prodigiosa de profesionales del fotoperiodismo que hizo posible encumbrar a las mujeres a lo más alto del mundo de la fotografía, espacio que durante los años 60 y 70 del siglo pasado estaba prácticamente vetado para ellas.
Su mirada crítica de la realidad social en la que le tocó vivir le llevó incluso a renunciar al Premio Nacional de Periodismo en 2014, por no estar de acuerdo con la política cultural que se estaba llevando en España en aquellos momentos. En 2021, en reconocimiento a su trayectoria profesional, fue galardonada con la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes.
Con más de 30 libros publicados y casi medio centenar de exposiciones, a principios de siglo decidía colgar la cámara tras cuatro décadas de trabajo incesante, pero los últimos avatares sociopolíticos acontecidos en España le hicieron echarse de nuevo a la calle en 2011.
Así, desde que iniciara su carrera profesional en 1961, en su cámara ha quedado reflejada tanto la realidad social de su Barcelona natal y el día a día de la ciudad condal, como la historia de un país que durante la Transición vivía momentos convulsos. Y esa manera de ver la otra realidad sociopolítica española quedaba reflejada un trabajo que quedará por siempre recogido en revistas como Destino, Interviu o Triunfo.
Por su objetivo han pasado desde las figuras más relevantes del panorama nacional, la conocida como gauche divine barcelonesa o, en su momento, artistas incipientes como Carmen Amaya, con quien trabó amistad en los años 60 durante el rodaje de la película Los Tarantos y, junto a ella, se hiciera aficionada y amante del flamenco.
Su vinculación al mundo de lo jondo la llevó a participar en trabajos con los artistas más relevantes del momento, como Antonio Gades o La Chuga, entre otros, y, fruto de ello, de su autoria es la icónica fotografía que en la que Antonio Mairena, Chocolate, Curro Torres y Pepe Pinto disfrutan de una copa de vino y un buen rato tertulia en el bar de este último en Sevilla. Esta obra sirvió de inspiración a Antonia Moreno para realizar el cartel de la Bienal de Flamenco de Sevilla de 2022.


