'Bandersnatch' a la flamenca

Con 15 años Jesús Carmona (Barcelona, 1985), que llevaba bailando desde los siete, no dio elección a sus padres: o le dejaban unirse en Madrid al Nuevo Ballet Español por las buenas, o “amanecerían con una carta de despedida”. A los 19 años, doce meses después de una audición, ya era primer bailarín del Ballet Nacional de España (BNE). Transcurrida década y media desde aquello, ya asentado con compañía propia y con el rodaje en solitario suficiente, se ha permitido que sea el público el que, de alguna manera, esta vez elija el destino de Amator, el nuevo espectáculo que ha presentado en el Festival de Jerez. Como una suerte de Black Mirror: Bandersnatch a la flamenca, el espectador debe decidir hasta en tres ocasiones los giros de guion, hacia dónde se dirige su protagonista con diferentes finales posibles y varias combinaciones hasta alcanzarlos.

La serie, superficialmente, era una parodia sobre el auge del streaming, pero también, a un nivel más profundo, una crítica sobre una sociedad distópica de usar y tirar, y donde por encima de todo impera el individualismo. Tiene este Amator un punto paródico —y es de agradecer ese buen humor en el rictus serio habitual de todo lo que huela a flamenco—, pero también una crítica soterrada a que no siempre los artistas manejan el control sobre su carrera y no siempre están tan resueltos a compartir (ay, los egos). Como otra innovación, en este montaje interactivo, Carmona también invita a diecisiete espectadores a acompañarles sobre las tablas para “vivir la emoción de los artistas” en la distancia más estrecha.

Amador y Carmona, en otro momento de la obra. FOTO: MANU GARCÍA

Dinamitada la cuarta pared, con ese espejo negro a ambos lados, el artista se vacía en una combinación de energía y sensibilidad tan equilibrada y mínima como lo es la frontera que separa a este bailarín del bailaor, al danzarín con un acento más femenino del bailaor en hombre del canon de Escudero. Y no está solo el catalán. En este trabajo, en el que ha colaborado la imaginativa maestra Rafaela Carrasco, es clave el papel de su reducido pero impagable elenco: desde la música de un tocaor todoterreno como Juan Requena, discreto pero tenso y efectivo, hasta las gargantas de un dúo más que solvente de cantaores, Jonathan Reyes y Jesús Corbacho.

Y luego está Juan José Amador. Caso aparte. Un imprescindible. Un hombre para todo en la escena. Como maestro de ceremonias para dar a elegir al público los estilos, con esa voz cada vez más rota y más penetrante, con esa estética a lo Manuel Molina que llena la tabla, con esa gracia y esa natural teatralidad que le hemos visto en tantas ocasiones —con Chloé Brûlé y Marco Vargas, por ejemplo—.

Entre los cincos, tejen todo y la cosa cuaja. Lo que parece un juego —si no te gustan los números de mi programa, tengo otros—, se convierte en un crescendo que funciona y que no solo tiene sentido, sino que atrapa. Pudo bailar Jesús Carmona por seguiriyas, pero se eligió serrana, pudo bailar taranta o soleá, pero se optó desde el respetable por la caña. Y ya, por último, fue Amador, sentado al borde del proscenio, el que interpeló al bailaor: “¿Qué más quieres bailar…?” Alegrías, se autoregalo en las postrimerías. Y por alegrías llevó el espectáculo a una especie de éxtasis bailaor donde, a pesar de todo, mantuvo el balance adecuado entre explosividad y contención que le caracteriza.

En equilibrio sobre la silla, con la petenera mexicana del veterano cantaor. Con los cantaores doblando sus voces. Con un dinamismo en la puesta en escena con coherencia y continuidad —no hace falta más hilo argumental—. Bailando al silencio en contacto con la tierra en medio de la jabera. Luciendo su fondo de armario casi ilimitado en la Tiranilla bolera, con palillos y un gusto exquisito entre lo clásico y lo contemporáneo. En un diálogo corporal muy inspirado con la guitarra de Requena y los tercios de la granaína de Amador, que evoca a Lorca y a Morente —Y de pronto no estaba—... Entre carrerillas, giros y más giros, destaques y desplantes, el que de pronto ya no estaba era Jesús Carmona. Al despedirse en un fugaz fundido a negro, ya había elegido hacer grandes cosas en todo el tiempo que le queda por delante. La danza, a fin de cuentas, “no es más que una forma de tiempo, la creación de una forma de tiempo”. O eso pensaba Valery.

Jesús Carmona y Cía. 

'Amator' (***)

Idea original, dirección, coreografía y baile: Jesús Carmona. Cante: Juan José Amador, Jonatha Reyes, Jesús Corbacho. Guitarra: Juan Requena. Dirección artística: Rafaela Carrasco, Jesús Carmona. Coreógrafos invitados: Marco Flores, Nino de los Reyes. Música: Juan Requena. Diseño de espacio escénico: Gloria Montesinos. Diseño de luces: David Pérez. Día: 26 de febrero de 2019. Lugar: Teatro Villamarta. Aforo: Lleno.