"Lo fascinante que tiene la Navidad es lo que tiene de mal rollo"

La escritora y periodista gaditana Pilar Vera acaba de publicar 'Cosas que acechan en la noche', cinco cuentos de terror navideño en diferentes épocas históricas que hablan del miedo a través del tiempo y los refugios en periodos vulnerables

Pilar Vera, en los bajos de La Caleta, con 'Cosas que acechan en la noche', este jueves.

Estamos en medio de una fábula, en una pandemia que tiene un punto de cuento de terror gótico, a las puertas de una Navidad donde esa figura de los allegados suena tan inquietante que mejor ni besarnos tras el brindis y las uvas. ¿Será casi más insoportable no tener cerca al cuñado de turno que combatirlo con estoicismo un año más? Las sombras de los alumbrados con millones de luces led son tenebrosas. La cara oculta de la guirnalda encierra miedos atávicos que todos llevamos dentro. En el reino del mito, como sugería Roberto Calasso, en una entrevista que concedió a The Paris Reviewahora rescatada por Acantilado en una imprescindible antología—, uno accede a la zona peligrosa, desconocida, y lo mejor que puede hacer es recitar un carmen, un término latino que suele traducirse como poema, pero que en primer lugar significa hechizo. "Ésa es la mejor arma que tenemos a nuestra disposición". 

Pilar Vera Royo (Cádiz, 1975) acaba de publicar Cosas que acechan en la noche (Cazador), cinco relatos en diferentes épocas históricas que viajan desde la Edad Media hasta el momento actual, pasando por las épocas victoriana e isabelina, y que se mueven entre Tosantos y la Epifanía, los dos últimos meses del año, los más oscuros, en los que ahora, y más en pandemia, todo es noche. "La luz regresa al mundo pero, de momento, reina la oscuridad: busquemos refugio. Son días sagrados, en los que estamos dispuestos a creer en cualquier cosa: en la magia, en la redención", afirma la sinopsis de la última obra literaria de esta escritora, traductora y periodista de Diario de Cádiz. 

"Para mí son cuentos malvados de Navidad, pero en realidad son cuentos solsticiales. Siempre me ha gustado mucho el poso de lo que celebramos en estas fechas porque la verdad es que lo hemos pasteleado bastante, ese histrionismo y la neurosis de las fiestas en los que todos caemos, pero hay una mar de fondo mucho más potente y atávica que no tiene nada que ver con ese envoltorio de algodón de azúcar", expresa Vera al otro lado del teléfono, en conversación con lavozdelsur.es, mientras su hija Claudia, de cinco años, pugna por la tablet con su gata Bruma. 

A las puertas de una época, ya lo saben, eminentemente hipócrita y hasta apócrifa. "Todo esto tiene muy poquito que ver con el tema de buenos deseos, de pensar en el prójimo, los lazos familiares y demás… Los buenos deseos son genéricos, se producen en el momento en que da la vuelta el año, en un clima de menos luz y refugio, de vulnerabilidad, y nos preguntamos qué va a pasar, qué pasará… Y ahora el mono asustado es un mono muy sofisticado, un mono tecnológico, pero debajo seguimos siendo lo que somos por mucho que lo disfracemos". Poemas, en fin, para explicar el extraño hechizo de estas fiestas tan entrañables. 

"Una se pregunta cuántas cosas que hasta ahora hemos dado por hechas perderemos por inercia a medio plazo"

Nos rodean grandes terrores contemporáneos… ¿Cuál ha sido su última pesadilla?

Tenemos tantos frentes abiertos de repente... Esto es un poco la historia de Pedro y el Lobo, nos dijeron durante mucho tiempo que las cosas iban a cambiar, o que estaban cambiando, pero no nos imaginábamos que iba a ser de esta manera. A mí lo que me asusta de verdad es el momento en el que crees ver la distopía. Leí una nota del CSIC el otro día que decía que si ibas en transporte público mejor que estuvieras callado, y entonces una se pregunta cuántas cosas que hasta ahora hemos dado por hechas perderemos por inercia a medio plazo.

Dicen que es más fácil imaginar el Apocalipsis que el fin del capitalismo.

Va todo a mucha más velocidad de la prevista.

"La esperanza tiene que estar presente entre toda la tiniebla. Lo que vuelve es la luz"

Hoy el miedo es una ideología. ¿Hace muchos esfuerzos por no caer en la trampa de ese miedo infundado?

Lo intento pero imagino que fracaso como todo el mundo. La palabra del año sería coronavirus, cuarentena o vacuna, pero para mí sería incertidumbre. Funcionamos en binario, o por aquí o por allí, aunque una de las opciones sea una opción terrible. El estar entre dos baldosas nos vuelve locos y ahora mismo el piso está temblando. Una opción muy recurrente cuando sucede eso es coger un chivo expiatorio, cualquiera. Si quieres armarte de razón ante la sinrazón lo más fácil es eso. El clima que tenemos de que todo es fluido, nada es real, todos son conceptos, y aquello de lo que te fiabas no es fiable ahora, como los medios de comunicación tradicionales, claro que lo propicia. Eso da espacio a que salgan voces que no se sabe si es peor el remedio que la enfermedad.

La escritora y periodista gaditana, antes de la entrevista con lavozdelsur.es. Autor: Manu García

¿Por qué cuentos con mal rollo por Navidad en un año en el que los Grinch han ganado claramente a los Mr. wonderful?

Para mí lo fascinante que tiene la Navidad es lo que tiene de mal rollo. Es la Navidad del Krampus, no es la Navidad de Papa Noel. De hecho, las primeras figuras en torno a la época lo que venían era a quitarte, no a darte. Todo es mucho más hermanos Coen de lo que pensamos, y juego con eso. Aunque en mis relatos siempre hay una línea de justicia clara, a lo mejor brutal o inesperada, pero justicia al fin y al cabo. Eso es muy dickensiano también. El tema de los relatos de fantasmas, de espíritus… se relacionan con la Navidad a partir de Dickens. Eso de que cada Navidad vivimos con los fantasmas del pasado, del presente y del futuro, y algún día también seremos nosotros esos fantasmas, y eso también nos aterra, y nos hace sentir cercanos a todo ese ciclo. O como dice el villancico: la Nochebuena se viene, la Nochebuena se va, y nosotros nos iremos y no volveremos más.

Pero Dickens también hablaba de ‘Grandes Esperanzas’. ¿Las tiene?

Al fin y al cabo lo que vuelve es la luz. Es la clave. Parece imposible, apenas se puede distinguir, pero en este solsticio hasta la Epifanía es lo que se celebra. La esperanza tiene que estar presente entre toda la tiniebla.

"Para combatir los bulos hacen falta datos, pero llega un momento en el que los datos también pueden presentarse de manera torticera"

También habla el libro de los ritos propiciatorios propios de esta época del año. ¿Es de propósitos de Año Nuevo?

Me impone bastante mi propia tendencia al fracaso (ríe).

Usted afirma que se metió a periodista convencida de que el periodismo es un cuento. ¿Se ratifica?

Totalmente.

¿Lo ratifica entre tanta ‘fake news’?

Lo ratifico, por activa y por pasiva. Pero no entendido cuento como patraña, sino en estricto sentido. Cuando estaba en la carrera me compré una recopilación de reportajes de Manolo Rivas que se llamaba así (El periodismo es un cuento, Alfaguara, 1997). Frente a la paliza absoluta de pirámide invertida, objetividad y datos, que no digo que no haya que ser objetivos o ignorar los datos, él lo que venía a decir es que lo que enganchan son las historias. Es lo que tenemos que buscar. Las historias vencen a los datos siempre. Lo que hacemos es contar cosas y los bulos pueden contrarrestarse con datos, pero llega un momento en el que los datos también pueden presentarse de manera torticera. Por tanto, es muy bueno no perder de vista, de tanto en tanto, presentar una buena historia, un buen relato periodístico.

"Mi refugio siempre han sido las palabras. Son la caricia, la salvación y lo son todo"

¿Qué le cansa más de su oficio de escribidora?

Uh, si yo te contara… Una vez hablé con alguien que escribía novela policiaca pero llevaba prensa en una comisaría en Cataluña y decía que antes de empezar a ver cómo era la vida diaria de un periodista jamás hubiera pensado que era tan parecido a lo que él hacía. La realidad es la que es, intentas hacerlo de la mejor manera posible con las armas que tienes en tus manos. Tienes intereses de arriba, malas interpretaciones de fuera, tirones de un lado y de otro, compañeros buenos o de mierda, y al final, ante algo que presentas, terminas apaleado tú. Esa malabar hay veces que cansa mucho. Y eso que, en fin, no nos jugamos ningún Villarejo ni ninguna cosa de ésta.

Pilar Vera por Pilar Vera, en LinkedIn

"He desarrollado casi toda mi trayectoria profesional en un mismo medio pero en dos ámbitos muy diferentes: primero, como una de las responsables de las ediciones digitales del Grupo Joly, al cargo de un equipo de ocho personas, labor para la que me especialicé realizando un Máster en Periodismo Digital de la UOC. Durante la última década, he trabajado en la sección de Cultura del mismo medio, especializándome en temas literarios y en entrevistas -tanto en castellano como en inglés-. También colaboro como columnista de opinión (¡una mujer! ¡en las páginas de opinión!) y de televisión, y ocasionalmente realizo reseñas de viajes.

Desde 2017, le he cogido el gusto a realizar reportajes de investigación de temas más genéricos. Y lo disfruto muchísimo. En 2016, me saqué el DipTrans Inglés-Español (equivalencia de máster en traducción). Mi primera experiencia como traductora, sin embargo, ha sido al revés: traduciendo de español a inglés los paneles de la muestra Nuestra historia es Cádiz, sobre los 150 años del periódico en el que trabajo.

Fuera del ámbito periodístico, y antes de este nuevo trabajo, he publicado un libro de relatos (Cámara oscura, Paréntesis editorial) y he colaborado en dos antologías de cuentos: Lunta (Instituto Iberoamericano de Finlandia) y Steampunk: antología retrofuturista (Alamut/Fábulas de Albión). Tengo un blog personal que de tanto en tanto ve aparecer una entrada".

En este libro habla de la importancia del refugio en mitad de la oscuridad, ¿cuál es el suyo?

Mi refugio siempre han sido las palabras. Son la caricia, la salvación y lo son todo.

¿Somos lo que leemos?

Creo que sí.

Entonces, con lo poco que se lee, seremos muy poco, ¿no?

Claro, claro (ríe). Poco y mal. A ver, esto suena fatal, puede parecer muy elitista…

Según se mire, ¿no? El problema es que nos han hecho creer que leer es de una elite, cuando debería de ser todo lo contrario…

Exacto, no es así. Entonces, cómo decir, uno tiene que leer mucho para ir encontrando su nicho e ir aprendiendo dentro de su palo. No basta con solo leer, o leer lo que se lleva, o lo que te dicen, o lo que crees que te va a dar caché, hay que ir siguiendo un camino. Es un ejercicio y cada uno debe encontrar el suyo, la rutina que mejor le sienta.

La nueva recopilación de cuentos, frente al mar. Autor: Manu García

¿Qué lectura recomienda encarecidamente a algunos de nuestros políticos más representativos?

No es algo en plan para que aprendan, no voy a ir de Pablo Iglesias regalando El Príncipe. Hay un señor que se llama Roberto Calasso, que escribe muy inteligentemente contándote cosas que a lo mejor crees saber pero que no sabías, y al final terminas maravillado y con la sensación de haber aumentado tu materia gris medio milímetro. Acaba de publicar un ensayo, El Cazador celeste (Anagrama, 2020), y habla de las figuras mitológicas que vemos en el cielo y de lo que nos hace o hizo humanos a los hombres. Si siguen y profundizan pueden llegar a uno de sus grandes clásicos, también de Calasso, Las bodas de Cadmo y Harmonía (Anagrama, 1988)… Son el tipo de lecturas que contribuyen a querer ser mejor y hablan de mitología.

Acostumbrada a entrevistar, ¿se ha sentido bien como entrevistada?

Rarísima de la hostia y completamente idiota (ja, ja, ja).

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