"La etiología es la ciencia centrada en el estudio de la causalidad de la enfermedad. En medicina se refiere al origen de la enfermedad. La palabra se usa en filosofía, biología, derecho penal, física, y psicología para referirse a las causas de los fenómenos." (wikipedia dixit)

Por otra parte, en cuanto al término friki, es difícil convenir una definición plausible para la generalidad y diversidad de casos, pero podemos aceptar como un buen punto de partida la reciente definición de friki, incorporada en 2012 al diccionario RAE :

friki

Tb. friqui.

Del ingl. freaky.

1. adj. coloq. Extravagante, raro o excéntrico.

2. m. y f. coloq. Persona pintoresca y extravagante.

3. m. y f. coloq. Persona que practica desmesurada y obsesivamente una afición.

Obsérvese que las dos primeras acepciones de la palabra son parecidas, y coinciden en su definición con el adjetivo "extravagante" , mientras la tercera apunta otras nociones, de cantidad "desmesurada" y un interesante matiz psicológico: "obsesivamente".

Podemos intuir pues -dentro de lo limitado de estas definiciones RAE- que se apuntan aquí dos características distintas que podrían confluir o no en una misma persona.

Cuando pienso en la ciudad de Jerez, donde nací y he vivido toda mi vida, me asaltan algunas extrañas sensaciones a este respecto: un buen amigo me comentaba el otro día: "¡creo que en Jerez hay más frikis que en ninguna parte!". su afirmación dio pie a algunas reflexiones comunes, que - repensándolas- quiero matizar en público (siempre para bien de la comunidad).

El frikismo extravagante moderno, y más aún el frikismo que podemos llamar postmoderno, establece su diferencia y su distinción en el ejercicio realmente libre de la voluntad: Cuando se produce la extra-vagancia, esta sucede de forma natural, fluida, como un ejercicio de ir más allá de las normas, y esa transgresión no provoca un conflicto interno, sino una alegre autoafirmación, de armonía interior, y a la vez una proyección exterior que busca complicidades, hermandades, aún dentro de la extravagancia. Y no hay conflicto interno porque no hay una auctoritas interiorizada que ordene el mundo pulsional del friki: No hay unas leyes o mandamientos aceptados como vertebradores de sus propios horizontes, y en su corazón triunfa como único lema el que figuraba en la puerta de la abadía rabelesiana de Thelema "Haz lo que quieras", (lema que por cierto recuperó en el siglo XX Aleister Crowley, la Bestia) Así, el frikismo postmoderno es un ejercicio gozoso, liberal y liberado. La contracultura de los años 60 trajo ,entre otras muchas cosas, también esa liberación: De una parte Marcuse con su crítica al hombre unidimensional, y su análisis sobre Eros y civilización, y en otro sentido, confluyente, Krishnamurti con sus pensamientos "tú eres tu propio maestro" , "la verdad es una tierra sin caminos" etc. , fundamentaron una visión más libre de dogmas. Incluso, en el sentido religioso, el descubrimiento e incorporación de la herencia politeísta de Oriente, terminó de resquebrajar el monoteísmo mosaico en que aún vivíamos en el Occidente cristiano. Han pasado ya 50 años de esta fecunda ola de la contracultura, y , como consecuencia, en Occidente hemos accedido a un aire más respirable, donde la tolerancia nace de la convicción de que toda diferencia es legítima, y bajo ese gran Arco de la Libertad se han desarrollado y crecen los movimientos feministas, lgtb, y todo un discurso queer que va mucho más allá del sexo, con consecuencias transgénero filosóficas globales, que resquebrajan el aristotelismo categorizador y el pensamiento dual. También avanzan en estos años la superación de ciertos atavismos racistas, y en general, avanza la creencia en que el mayor valor es la libertad, y la mayor libertad -fundamento de las otras- es la libertad de expresión ,y en este entorno el frikismo postmoderno ha encontrado un amplio respeto, y facilidad para su desarrollo, en las sociedades contemporáneas occidentales.

Pero, claro, no todas las sociedades contemporáneas occidentales alcanzan el mismo nivel de comprensión, de libertad y de tolerancia. Hay zonas de Europa, y España creo que es una de ellas, donde aún no se desarrollan en todo su esplendor estos juegos de la libertad creativa. Y dentro de España, en Andalucía, un poco menos, Y creo, que dentro de Andalucía, en Jerez creo que desgraciadamente mucho menos. Y cuando digo libertad creativa quiero significar el ejercicio de la misma en cualquier dirección, con la única salvedad ética de "no hacer daño", ese buen lema de Google. Pero sin otros límites para vivir, amar, respirar, vestir, pintarse, tatuarse o desarrollar la personalidad que te apetezca, y poder dedicar también lo más valioso que tienes -tu tiempo- a lo que quieras, sea lo que fuere, en un espíritu de armonía contigo mismo y con tu entorno. Para todo ello hace falta un aire de libertad mínimamente respirable, y una sociedad que te respete y que, aún más, crea en ti como una persona única y valiosa.

Y cuando todo eso no sucede, cuando el pensamiento integrista ha logrado establecer un abrazo de hierro con una determinada comunidad, articulando una amplia gama de mecanismos de represión social, con el imperio de determinadas convenciones y la prohibición de otras formas de vivir, muchas personas han terminado interiorizando esa represión. A pesar de ello, muchas han vivido con cierta "naturalidad" dentro de ese marco preestablecido, pero otras personas han entrado en conflictos internos con sus hondas aspiraciones del psiquismo -que a veces no han llegado siquiera a verbalizarse- y que han requerido como válvula de escape la sublimación de esa represión en forma de obsesión friki. Se produce, en esos casos, un tipo de de frikismo cuya etiología no viene del juego lúcido de la libertad creativa, sino de la pulsión de la represión sublimada.

Y esta represión, históricamente, ha utilizado tanto el estilo que definió Orwell como el estilo que definió Huxley, simultáneamente. Por un lado ha establecido un férreo marco normativo, cuya transgresión ha sido penada, de distintas formas, y por otra parte ha ido tejiendo un imaginario ortodoxo dentro del cual pudieran desarrollarse ciertas obsesiones, pero "dentro de un orden". Hoy se ha ido relajando el marco punitivo -claramente, en sus aspectos legales- pero persiste el peso del imperio de la costumbre, en sociedades cerradas. Y el universo imaginario "permitido" desarrolla glorioso mil ramificaciones para dar respuesta a la necesidad de sublimación.

Existen pues, dos tipos de frikismo, si así se quiere, y dos tipos de fandom. Creo que en Jerez abunda el frikismo obsesivo procedente de la represión sublimada y escasea el frikismo que juega y ejercita libérrimamente su libertad creativa. Así , nuestro fandom particular encuentra cobijo bajo el nombre muchas veces de hermandad , de peña flamenca, o de caseta de feria, pero no sólo se agrupa bajo estas formas de nuestra cultura tradicional, que no juzgo. En cualquier campo temático donde uno mire - y tampoco juzgo ninguno- llámese este la defensa del patrimonio, la memoria histórica, amantes de la cerveza, defensores de la República, amantes del vino, poetas, los estudios históricos locales, todo el arcoíris de partidos políticos, , intelectuales que construyen torres de viento, plataformas ciudadanas, etc...en todos estos ámbitos uno percibe personas que podría calificar como frikis de jerezanas maneras. Es tan espeso el abrazo del integrismo jerezano, que la huella -hoy en la superficie indetectable- de siglos de represión campesina, de siglos de explotación bodeguera, de siglos de ortodoxia y ritualidad ultramontana, ha impregnado a muchos jerezanos, y aún hoy, tras cuarenta años de libertades formales, se producen ciertos mecanismos de sublimación que hacen del nuestro un frikismo numeroso pero muy particular.

¡Ojalá evolucionemos hacia el juego de la libertad creativa sexual, laboral, cultural y social!

Sobre el autor:

Joaquín Carrera.

José Joaquín Carrera

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