Editorial Verbum ha publicado Ellos y Ellas, la joven poesía del 27, una antología editada y prologada con un ensayo introductorio por Manuel Bernal Romero, que cuenta con una sugerente portada de Miguel Parra. Esta obra tiene entre otras la virtud de adelantarse al centenario del 27, previsto para dentro de dos años, pero además presenta una visión ampliada de este grupo de poetas tan reconocido, haciéndonos ver que en el 27, por motivos injustificables, muchos escritores y escritoras, quedaron al margen, en la sombra de los libros de historia de la literatura cuando compartieron tiempo, obra, y a veces hasta vida, con los más afamados.
En las pasadas semanas la obra se presentó en Málaga, en el Centro de la generación del 27, como no podía ser de otra forma, igual que antes estuvo en el Ateneo de Sevilla, otro emblema de esta generación que tan buenos réditos dio a la literatura en español, y que empieza a ir preparando la conmemoración de los cien años de referencia en la poesía del siglo XX.
El texto de Bernal, que ya es un conocido estudioso de la generación y que además siempre encuentra elementos novedosos e interesantes que nos hacen reconsiderar lo que sabemos de la misma, se nutre en gran medida de mucha de la poesía que estos autores escribieron en los años en los que fueron la joven poesía o la joven literatura, que es, según el editor, la única expresión que ellos usaron para definirse. Llama la atención que huya de citar como fundamental la influencia de Góngora en estos poetas (tiene publicados ensayos al respecto), pero también que descarte denominaciones para las mujeres como las Sinsombrero, por artificial y carente de fundamento.
Se queda con lo de joven literatura o joven poesía, razón por la que el lector encontrará bastantes textos publicados en las muchísimas revistas y en los diarios de su tiempo, que fueron los medios fundamentales para la promoción literaria de la literatura en los años veinte y treinta, y sobre todo de la poesía, algo que hoy está totalmente descartado en la prensa actual. En esos rescates que se hacen en esta antología se reconoce la vitalidad de poetas como Chona Madera, Rogelio Buendía, Lucía Sánchez Saornil, Juan Rejano o Herminia Fariña, por no citar a los archiconocidos, que también están. Es curioso además comprobar al leerla cómo algunos autores renegaron de la pertenencia a este grupo generacional, aunque todos sus movimientos y toda su obra se moviera en los entornos del mismo. ¿Por qué lo hicieron? Para eso tendrán que leer a Bernal.
En total son exactamente sesenta y nueve autores, hombres y mujeres, en los que se forjó lo mejor de nuestra poesía, y en los que igual podemos apreciar el gusto por el neopopularismo, como es el caso de Isabel Tejero o María Luisa Muñoz de Vargas, o la fuerza revolucionaria y surrealista de Luis Buñuel, Juan Larrea o José María Hinojosa. No falta tampoco la referencia a la poesía pura, de la mano del primer Dámaso Alonso; o el futurismo de José María Romero Martínez. O la poesía ya tardía, pero llena de compromiso, de Ángela Figuera, además de los versos más sensibles de Ernestina de Champourcín, que es a juicio del autor posiblemente la gran poetisa del 27.
La poesía, en estas más de quinientas páginas, se hace un camino para entender a estos hombres y mujeres que forjaron el pensamiento poético de nuestro país. Un itinerario en el que uno termina comprendiendo que además de los Alberti, Lorca, Guillén, Salinas, Cernuda… hubo todo un universo poético que no puede pasar desapercibido, un mundo en el que sobresalen los versos canarios de Saulo Torón, o la poesía de una poeta decepcionada por los amigos que se han olvidado de la amistad, como fue el caso de Josefina de la Torre, o la misma Ángela Figuera, llamando la atención a Carmen Conde, otra de las fundamentales para entender que escribir poesía en el 27 fue, además de otras cuestiones, un acto de libertad e ilusión. O los silencios poéticos y tardíos de Rosa Chacel o José Bergamín. Ninguno sobra, aunque seleccionarlos para citarlos ahora se convierta en un reto, porque uno no tiene razones para olvidar a uno y reseñar a otros, pues sabe que no es ni pertinente ni justificable olvidarlos pues en los tantos están poetas tan notables como Emilio Prados, Elena Martín Vivaldi, Concha Lagos o José Antonio Muñoz Rojas, entre bastantes más.
Son tantos los hombres y mujeres que aparecen en esta antología, que necesariamente hay que repensar el concepto que se tiene de la generación del 27, porque parece increíble que en un tiempo, donde las cosas no iban tan rápidas como lo van ahora, donde publicar era tan difícil (fíjense que Bernal pone el acento en que muchos de estos autores autopublicaron sus primeros poemarios) esta multiplicación de versos, este gusto por la belleza, este afán poético, solo puede explicarse por la necesidad de comunicar en medio del efervescente panorama del primer cuarto del siglo XX, quizás de las etapas más prolíficas en todo cuanto hoy puede considerarse arte.


