A un lado, entre la plaza Plateros y la plaza del Cabildo Antiguo, se encuentra la olvidada calle Belén. En este pintoresco rincón, que si estuviera más cuidado podría ser uno de los espacios con más encanto del casco histórico, se encuentra un hermoso y curioso monumento: un potro sobre una columna.
Este potro es un obsequio que el Ayuntamiento de Córdoba dio a Jerez en 1964, en el 700 aniversario de la conquista de la ciudad por Alfonso X El Sabio. Un monumento similar al que se encuentra en la homónima plaza cordobesa.
Aunque este regalo lo diera Córdoba a Jerez en el septingentésimo aniversario de la conquista castellana, el potro rinde homenaje a otro fenómeno histórico, el de la Batalla de los Cueros —también de la Matanza, o de los Potros—, que tuvo lugar en 1325 en las Dehesas de Martelilla. En esta batalla los benimerines se enfrentaron a los jerezanos, a quienes prestaron auxilio los cordobeses. Los hermanos García Lázaro lo describen en uno de sus artículos, en el que hablan sobre el relato que el Padre Luis Coloma escribió "inspirado" en este fenómeno histórico.
Un obsequio, hay que recalcar, en una plaza en pleno centro monumental de Jerez que por las condiciones de su entorno —¡esa basura y esa degradación... cuánto daño hace! — no suele ser del disfrute de los jerezanos. Hay que darle sentido a rincones tan singulares como este con actuaciones públicas desde el Ayuntamiento. En un momento dado, allí podríamos llegar a recrear un espacio de recuerdo y simbiosis con nuestra amiga y querida Córdoba, como dio a entender ya Eduardo Velo García hace unos años en Jerez Intramuros, donde llega a referenciar este espacio como "un trozo de Córdoba en el corazón castizo de Jerez". Por cierto, una ciudad, la de Córdoba, que afortunadamente y gracias a sus políticas públicas —aquí, por el contrario, las hemos padecido— goza de unos rincones envidiables.
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