Mucho se ha escrito sobre lo que una antología clásica de 1978 tituló El nacimiento del rock en Andalucía. No merecía menos aquella misteriosa cadena de acontecimientos que permitió a los salvajes ritmos de Inglaterra y Estados Unidos enraizarse al otro lado del cinturón de castidad de los Pirineos, para dejar preñada a la reina de sus músicas regionales: el flamenco. Pero nuestra intención hoy es la inversa: descubrir el nacimiento de Andalucía en el rock. Pues mucho antes de que los jóvenes españoles empezaran a moderar su consumo de copla y pasodoble para paladear lo que traían las mareas del Atlántico, el casticismo ya se había hecho un hueco, si bien modesto, en la canción extranjera.La fecha de este encuentro en tierra extraña no está claramente datada. Nos limitaremos a apuntar unos pocos precedentes, sin afán de exhaustividad. Ya en la canción melódica de los años cuarenta y cincuenta encontramos sentidos homenajes a Andalucía, como las versiones en inglés o italiano de la suite andaluza del cubano Ernesto Lecuona, bajo el título "The Breeze and I". Lo mismo sucede en la alborada de los sesenta con el jazz, cuyos patriarcas Miles Davis (Sketches of Spain, 1960) y John Coltrane (Olé Coltrane, 1961) improvisarán a la sombra de Falla.Pero los jóvenes rock y mod de la segunda mitad de los sesenta no compartían esa fascinación romántica y dispendiosa por el sur de España de sus mayores: es difícil encontrar algún guiño anterior a Los Brincos. No será hasta 1966 que descubramos un tímido anticipo del flamenco fusión, en el duelo de guitarras Rock Encounter de Sabicas y Joe Beck, una perla (hacia la que el propio Sabicas tenía sentimientos encontrados) cuya publicación se retrasará cuatro años. En 1967 Pedro Iturralde graba Flamenco-Jazz en Berlín con Paco de Lucía, aunque también tardará un buen número de años (siete) en editarse en España.Algunos gustan de citar el "Spanish Caravan" de The Doors, que vio la luz el 3 de julio de 1968, como el primer momento en el que el establishment pop se interesó por primera vez por el exotismo de unas guitarras aflamencadas, en lo que es principalmente una versión de Asturias" de Isaac Albéniz (1892). Luego vendrían los nacionales Smash, Gong o Taranto’s, para dar paso a la legión de bandas de flamenco fusión de la segunda mitad de los setenta. Sin embargo, es posible que le preceda en originalidad y cronología, aunque por poco, el único disco de The Paper Garden (1968), neoyorkinos amantes del Sgt. Pepper’s que facturaron un paradójico álbum de psicodelia británica. El movimiento ácido de Nueva York solía distinguirse de los de San Francisco, Boston o Detroit en que sus principales exponentes (The Velvet Underground, The Fugs, The Godz, Silver Apples, The Holy Modal Rounders…) apostaban por una experimentación sin concesiones, ya fuera desde la tecnología puntera, el ruido puro o la extravagancia acústica. Un disco beatlelesco no se avenía demasiado bien con las exigencias de esta escena, y ahí se quedó, sin pena ni gloria.Sobre la fecha del lanzamiento poco sabemos; algunos dicen que fue a finales del año, otros, que antes de la temporada estival, por lo que su The Paper Garden antecedería al Waiting for the Sun de los Doors (donde figura "Spanish Caravan"). Por otro lado, una parte del material del álbum ya era interpretado en directo en el nordeste de Estados Unidos hacia 1967, antes de que la banda fichara con un sello discográfico.La canción que nos interesa, la décima, se llama "A Day", y parece un perfecto calco de "A Day in the Life" de los Beatles, al menos en su estructura. Comienza una voz estilo Lennon en acústico, que luego remeda los coros de la original. De repente, un estruendo creciente deja paso a una sección intermedia, análoga a la que introduce la parte de McCartney en la versión de los Beatles.
"Andalucia, castles and Christians,
Andalucia come to stay.
You were lost, once before, on a day much like this".