#CarteleraSur Crítica de la película 'La guerra del planeta de los simios'.
LA GUERRA DEL PLANETA DE LOS SIMIOS (War for the Planet of the Apes, USA, 2017) (14 min.) Dirección: Matt Reeves. Guión: Matt Reeves y Mark Bomback. Fotografía: Michael Seresin. Música: Michael Giacchino. Reparto: Andy Serkis, Woody Harrelson, Steve Zahn, Judy Greer, Terry Notary , Max Lloyd-Jones, Gabriel Chavarria, Sara Canning... Género: Acción y Fantástica.
El desabrido Taylor gritó desesperado “¡malditos seáis!” frente a la Dama de la Libertad enterrada en la arena de la playa del fin de la historia. No se podía decir ni más claro ni más alto: estábamos jodiendo el planeta, la guerra parecía ser la constante de un siglo XX que había sangrado por todas sus costuras. La novela de Pierre Boulle El Planeta de los Simios, publicada en 1963 y escrita durante la crisis de los misiles de Cuba, y la película de Franklin Schaffner de 1968, nos recordaban que el apocalipsis nuclear era más que posible; no es que el futuro se presentara muy negro, es que no habría futuro. Con la pérdida de la facultad del habla la especie humana pasaba a la irrelevancia biológica y cultural. De la era del hombre solo quedarían artilugios sepultados en estratos radioactivos.
El planeta de los simios era puro pesimismo. Las precuelas, El origen del planeta de los simios (dirigida por Rupert Wyatt en 2011) y El amanecer del planeta de los simios (Matt Reeves, 2014) (dejemos fuera el episodio alocado de Tim Burton de 2001), han ido desarrollando a partir de la ciencia-ficción catastrofista de pandemia una genealogía con pretensiones de mitología fundacional. La Guerra del Planeta de los Simios —Matt Reeves sigue al frente de la franquicia— deja definitivamente a los humanos como los villanos de la historia, y desarrolla la epopeya, la forja de un nuevo comienzo. César ya no es tanto el cabecilla de una rebelión como el Moisés que lleva a su pueblo a la tierra prometida. Hemos dejado atrás el Génesis para adentrarnos en el Éxodo.
Matt Reeves (Monstruoso, Déjame entrar) y su guionista, Mark Bomback (la serie Divergente, Lobezno Inmortal), nos sitúan 15 años después de la rebelión de los simios liderados por César (Andy Serkis). Escondidos en los bosques y acosados por militares mandados por un coronel despiadado (Woody Harrelson), solo quieren encontrar un refugio seguro. La guerra no es su prioridad; según César nunca lo fue; los simios solo se defendían. En su estructura La Guerra del Planeta de los Simios responde al esquema del western de frontera. En un entorno primitivo, desolado y sin ley un grupo vulnerable es acosado por fuerzas superiores y la víctima busca venganza. La metáfora apocalíptica queda de momento en suspenso hasta próximas entregas.
El trabajo de los actores, Andy Serkis, Woody Harrelson, ayuda mucho a darle fuerza a algunas escenas que sin ellos resultarían anodinas o triviales. Definitivamente Andy Serkis es César; su obligada limitación facial es compensada por una gran intensidad en la mirada y la expresividad de sus gestos. Woody Harrelson tiene un personaje plano pero al que le saca partido con reminiscencias del gran Brando de Apocalypse Now. (Por cierto hay un homenaje explícito en una pintada que aparece fugazmente, “apecalypse now”).
Algunos peros: a veces cae en el sentimentalismo; la humanización de los simios conduce a algunas escenas cursis que contrastan con la violencia de otras. La necesidad, por taquilla, de una indulgente calificación por edad, es una película no recomendada a menores de 12 años, puede tener que ver con esto. El último tercio final es resuelto de manera algo facilona y abrupta; merecía más explicación y quizá un desenlace menos arbitrario.
Más que de ciencia-ficción La guerra del planeta de los simios es una película fantástica de acción que entretiene muchísimo y reflexiona sobre la guerra; sobre la locura y el atractivo de la violencia. Homero nos cuenta que la guerra de Troya es un infierno, pero bello; entre el clamor del acero y el brillo de la pólvora está el hábitat natural del héroe primitivo. César aprende por las malas que es hora ya de buscar otra belleza, quizá la de la naturaleza, la del refugio junto al lago.
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