El Día del Libro imposible de un 23 de julio: "Cualquier lectura de evasión en estos tiempos es buena"

En este mundo que se parece a menudo a '1984', dos autores y dos responsables de librerías recomiendan sobrellevar lo que venga con un buen texto entre las manos

Un librero, durante la crisis sanitaria.

En aquellos tiempos de confinamiento, de incertidumbres, el ocio en el espacio del hogar se convirtió, prácticamente, en primera necesidad. Muchos fueron al audiovisual, desde películas y series hasta otro tipo de contenidos. Hubo quien vio programas de televisión sin parar, o quien leyó mucha prensa. Pero otros, quizás menos que el resto, aprovecharon un obligado parón en casa para explorar otros mundos con un libro en sus manos. En aquellos tiempos de confinamiento pasó con cierta sensación de hastío el 23 de abril, el Día del Libro. Por eso, este 23 de julio ha sido un Día del Libro oficioso. Incluso, en Cataluña ha habido quien ha regalado la rosa con el libro. Dos autores y dos responsables de librerías hablan sobre estos tiempos de covid para las letras.

Nati Montaño, de la librería La Luna Nueva

"Las ventas no están bien, la gente no sale mucho a la calle y es una situación extraña", reconoce. Pero, por suerte, las librerías se apoyan mucho "en el lector habitual". Ese lector, el de la costumbre de leer, "viene a vernos" e incluso ha comprado durante el confinamiento, excepto los 15 días de confinamiento casi absoluto. Una de las patas en las que se apoyan las librerías son todos los actos accesorios. Actos como las presentaciones con autores de renombre no han sido posibles este verano. "Hemos tenido que ser prudentes por esta situación".

En todo caso, sí indica que "es interesante que mucha gente haya recuperado el hábito de leer, que se haya atrevido. No tienes mucho tiempo para Guerra y paz, y ahora sí lo ha tenido". Si hubiera que vivir algo así de nuevo, recomienda tres libros. "Que se vuelva a leer un García-Márquez, Cien años de soledad, aunque nada relacionado con la pandemia. Otro libro, Operación Estraperlo, de Ramón Clavijo y José López...". El tercer libro, lo deja abierto. "Ese libro que nunca hayan tenido tiempo de leer".

Davíd Marín, poeta

Tenía prevista una presentación, la de su primer poemario, pero el Ayuntamiento de Jerez la canceló en Los Claustros de Santo Domingo porque se venía lo que se venía. Dos días después de la fecha prevista, decretaron el confinamiento. Al menos, le dio tiempo a presentarlo en diciembre en Sanlúcar, donde es profesor. "El libro está en librerías, Sueños del hastío". Para un escritor novel, "es muy difícil, esto lo acrecienta, con lo difícil que es darse difusión en cultura para Jerez". El confinamiento, por otro lado, sí le ha inspirado. Ha escrito un nuevo poemario, presentado ya incluso a certámenes. "Para mí, escribir es una vía de escape".

Y también lo es sumergirse en las letras escritas por los demás. "En el confinamiento he leído la obra poética de Paul Auster, que es menos conocida y me ha gustado mucho. De ensayos, El infinito en un junco, de Irene Vallejo, que está muy bien elaborado, una lectura muy tranquila. Y para este tiempo, 1984, de George Orwell, sobre cómo estamos controlados, sobre cómo no tenemos control de lo que se sabe y no nos llega".

Alejandro Recio, librería Bomarzo

En este establecimiento en la avenida de la Universidad en Jerez no tienen claro que la solución para el sector en este tiempo sea el comercio electrónico. "Hay que estar con los pies en el suelo, porque el pequeño no compite en igualdad con los grandes". A la vez, cree que pueden salir fortalecidos cuando más se demanda literatura. "Es un medio de evasión, y si se renuncia  a otros tipos de ocio, esta puede ser la alternativa, la mejor forma de pasar el tiempo libre, yo estoy de acuerdo con que lo es". En estos meses, han tenido un gran apoyo en sus clientes habituales, "que incluso han dejado entregas a cuenta. Han hecho compras para ayudar a la librería, que somos una librería de barrio. Han sido muchos gestos de cariño".

Para recomendar si, llegado el momento, hubiera que confinarse de nuevo, apuesta por que cada lector se deje llevar, pues cada uno es un mundo. Pero, tras insistir, resuelve con tres propuestas. "Diría que cualquier lectura de evasión es buena. Hay un libro que se llama El infinito en un junco" -repite recomendación- "que es un ensayo que repasa la edición de libros en lo antiguo, un libro par amantes de los libros; Luego, una lectura de calado, o histórica, como Cabeza de Vaca, de Agustín Pérez Henares, que tiene un monumento en calle Ancha y fue un indigenista, más allá de su tiempo; para terminar, un clásico, Fortunata y Jacinta, de Benito Pérez Galdós".

Germán Fonteseca, novelista

El confinamiento le cogió corrigiendo, mandando a imprenta su última novela. Las luces del fin del mundo habla de varias familias jerezanas viviendo los efectos de una tormenta solar que deja al mundo sin electricidad. "Son muchas vivencias del confinamiento, de presencia policial en las calles...". Los paralelismos casuales son claros. Es su tercera novela. "Esta es una crisis terrorífica, no ayudará a nadie. No creo que nadie se acostumbre a leer por estar confinado. Se han visto más videos de YouTube, a quienes se graban con el móvil. Esta situación impedirá presentaciones y otras muchas ocasiones" del mundo literario. Porque "existe ese miedo en la calle, latente, a estar en la calle, y cada reunión está limitada. No pienso ni cómo presentar la novela, no me lo planteo ahora mismo".

Para recomendar libros en este extraño día, recuerda que "cada persona no lee el mismo libro y no me gusta recomendar". Si acaso, sus tres novelas, dice entre risas. "Cada persona es un mundo, diferente para dos personas. Recomiendo que la gente salga a sus librerías y mire qué tema, qué ilustración, qué titulo le atrae más. Pero no, no me gusta nada recomendar. Que se acerquen a las librerías es lo que recomiendo", remacha.

 

Archivado en: