El arte de reproducir grandes cuadros en pequeñas piedras

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Casi ocho metros de ancho y tres y medio de alto tiene el Guernica de Picasso, expuesto en el Reina Sofía de Madrid. En mucho menos espacio, apenas cinco centímetros, hay una fiel reproducción de la obra del pintor malagueño que, por el momento, está en Jerez. En pequeñas piedras, recogidas en la costa de Málaga, el pintor manchego Ángel Ruiz lleva más de 15 años imitando obras de grandes pintores de la historia, acumulando a estas alturas una colección que cuenta con unas 180 piezas.

La rendición de Breda, de Velázquez, la pintó en directo frente a la obra original en el Museo del Prado, para sorpresa y fascinación de los visitantes que pudieron presenciarlo. Las meninas, también del pintor sevillano, La Gioconda de Leonardo, La Libertad guiando al pueblo, de Delacroix, La creación de Adán de Miguel Ángel… la lista es interminable. Y es el esfuerzo y el mérito, enorme. Su autor no para de decir que es una colección “única en el mundo”.

Ángel Ruiz, natural de Bolaños de Calatrava (Ciudad Real), aunque residente en Madrid la mayor parte de su vida, lleva un par de meses en Jerez. Llegó, cuenta, casi por casualidad. Le gustaba la zona y por eso ha intentado que su obra se exponga en la ciudad, aunque tras hablar con varias bodegas ninguna se ha decidido y finalmente emigrará a Ronda, donde tendrá un museo para exponerla. 

A Ángel Ruiz siempre le ha gustado la pintura. Un caso raro en su familia, donde pocos han mostrado inquietud por el arte. Pero él, con apenas cinco años, ya empezó a dar buena muestra de sus dotes. Sus primeros meses en Madrid fueron duros –“no vendía ni un cuadro”, cuenta–, por eso fundó una agencia de publicidad que mantuvo durante 25 años.

Al borde del medio siglo de vida, con la empresa cerrada, decidió dedicarse a su gran pasión. Ahí surgió la idea de pintar en piedras. “En la vida merece la pena hacer cosas que no haya hecho nadie, las cosas fáciles las hace todo el mundo”, dice Ruiz, que siempre mostró su gusto por las miniaturas. La base de todo, señala, es el pulso. “Hubiera sido un buen cirujano”, comenta entre risas.

Con su estilo hiperrealista vendió mucha pintura más adelante, relata, pero llegó un momento en el que se dedicó a la miniatura. Él mismo recoge y selecciona las piedras, y en función de sus características, decide qué cuadro va a reproducir en ellas. “En una piedra se puede pintar de cualquier manera pero esto va más allá, tuve que desarrollar mi propia técnica”, señala.

Además de las obras de grandes pintores, que suman unas 120 piedras, también tiene casi medio centenar de retratos de mandatarios españoles, desde los Reyes Católicos hasta la actualidad –“para verlos todos habría que visitar diez o 15 museos”, señala– y también de personajes famosos, escenas taurinas y motivos bíblicos.

Unas 12.000 horas –“media vida”– ha dedicado a esta colección que, dice, será muy difícil que alguien reproduzca de la misma manera. Después de elegir la piedra, le tapa la porosidad y luego realiza un dibujo a lápiz muy detallado del cuadro. Después sólo queda pintar. “Mucha gente que las ha visto decía que eran estampas, lo ven tan perfecto que creen que no está pintado”, cuenta Ruiz, que estuvo un año exponiendo su obra en Arcos, aunque tuvo que llevársela tras varios desencuentros con políticos.

Después de más de 50 exposiciones por todo el país ahora espera que en Ronda sea la definitiva y se mantenga durante mucho tiempo su obra, que hasta fue premiada por el Ayuntamiento de Madrid a final del siglo pasado. Una colección en la que, tras su estancia en Jerez, ya incluye algunas piedras con elementos típicos de la ciudad, como caballos, vino o flamenco. ¿Se arrepentirá de haberla dejado marchar?

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