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La crítica de 'Marte', la nueva de Ridley Scott, en #CarteleraSur.

Marte (The Martian). EEUU. 2015. Director: Ridley Scott. Guión: Drew Goddard (Novela: Andy Weir). Música: Harry Gregson-Williams. Fotografía: Dariusz Wolski. Reparto: Matt Damon, Jessica Chastain, Chiwetel Ejiofor, Jeff Daniels, Kate Mara.

Para el Ray Bradbury de Crónicas Marcianas (1950) la colonización del planeta rojo y la evolución de terrícola a marciano no suponía una tabula rasa, el ser humano seguía siendo hostil al otro ser humano y a su nuevo entorno. Físicos eminentes como Stephen Hawking abogan por una pronta evacuación de nuestra pequeña y enferma Tierra como medida de preservación de la especie.

Para otros autores más optimistas abrir sucursal en otro rincón del universo sería una oportunidad de empezar de nuevo, de reeditar el Edén. Ridley Scott se apunta a la tendencia positivista. A juzgar por su película comparte con los nuevos dirigentes de la NASA y otras agencias espaciales un recuperado entusiasmo espacial que recuerda al de los años de la Guerra Fría.

Con esa tesis de partida Marte narra la odisea de Mark Watney, astronauta y botánico de una expedición tripulada a Marte que por un accidente metereológico es abandonado por sus compañeros de misión y dado por muerto en el planeta. El entorno es letal, las temperaturas inimaginables, falta agua, oxígeno, comida y las distancias son enormes, sin embargo la capacidad de adaptación del hombre parece infinita.

La soledad del náufrago no quiebra su ánimo, por el contrario, agudiza su ingenio y le convierte en dueño de su espacio. Además, la llamada a la aventura no puede desoírse: el espacio como última frontera. La luz y el paisaje rojizos de Marte son deslumbradores por su belleza y Watney siente el pellizco del pionero, el primer hombre. También Robinson Crusoe llegó a amar su creación y volvió a su isla a morir.

Watney usa su inteligencia práctica para domar su habitat sin confiar del todo en la tecnología. El factor humano, la creatividad y la empatía prevalecen sobre la técnica, le permiten en principio sobrevivir e influyen en sus compañeros de misión frente a los dictados de la razón.

Marte –el título original The Martian es más apropiado porque resalta la nueva identidad de Watney, su identificación con un paisaje y una tierra nueva- no es pues una película de ciencia ficción sino un drama de aventuras que tiene lugar en el espacio. No se especula sobre cómo será el futuro, ni sobre los orígenes de la vida, tan solo se narran con puntillismo notarial las estrategias de supervivencia de un pionero en tierra enemiga. Tanto detallismo a veces ralentiza el ritmo de la acción y oculta el flujo de pensamiento de nuestro protagonista. Se echa de menos algo de desarrollo psicológico. ¿No tiene familia este chico, esposa, hijos…? Watney es un héroe sin fisuras. Un Homo habilis de los pies a la cabeza.

El reparto de Marte es impresionante. Todos lo hacen muy bien aunque, obviamente, Matt Damon acapara casi todos los planos. En consonancia con el mensaje optimista de la película su personaje no deja entrever casi nunca la ansiedad o el terror esperables en una situación así.

2001 A Space Odissey de Stanley Kubrick (1968) parece una referencia clara por las luminosas escenas del interior de la nave Hermes o el deambular ingrávido de los astronautas e igualmente por su  mensaje esperanzador. Resulta esclarecedor sobre la cualidad camaleónica de Ridley Scott sin embargo contrastar estos interiores con el ambiente opresivo, oscuro, de los pasillos de la nave Nostromo en Alien, el octavo pasajero, donde el director opta por el evolucionismo más crudo, si no eres predador te conviertes en presa.

Marte es una película entretenida, sin pretensiones psicológicas o metafísicas, con espíritu positivo y que se deja ver sin sobresaltos, para espectadores confiados en la infinita capacidad de nuestra especie de renacer y para entusiastas de la carrera espacial con banda sonora de Ziggy Stardust por Bowie.

Sobre el autor:

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Paco Sánchez Múgica

Periodista, licenciado en Comunicación por la Universidad de Sevilla, experto en Urbanismo en el Instituto de Práctica Empresarial (IPE). Desde 2014 soy socio fundador y director de lavozdelsur.es. Antes en Grupo Joly. Soy miembro de número de la Cátedra de Flamencología; hice la dramaturgia del espectáculo 'Soníos negros', de la Cía. María del Mar Moreno; colaboro en Guía Repsol; y coordino la comunicación de la Asociación de Festivales Flamencos. Primer premio de la XXIV edición del 'Premio de Periodismo Luis Portero', que organiza la Consejería de Salud y Familias de la Junta de Andalucía. Accésit del Premio de Periodismo Social Antonio Ortega. Socio de la Asociación de la Prensa de Cádiz (APC) y de la Federación Española de Periodistas (FAPE).

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