Fotogramas de 'La Alameda' y 'C.A.7.9. Un enigma del futuro', producciones de Bollaín recuperadas por la Filmoteca de Andalucía.
Fotogramas de 'La Alameda' y 'C.A.7.9. Un enigma del futuro', producciones de Bollaín recuperadas por la Filmoteca de Andalucía.

Durante los años de la Transición, Andalucía experimenta un despertar cinematográfico inaudito hasta entonces. El panorama de aperturismo cultural, social y político que comienza a abrirse impulsa a jóvenes cineastas andaluces a la búsqueda de nuevos lenguajes narrativos y formales, así como a ofrecer visiones alternativas que ayuden a desprenderse de los tópicos y estereotipos con los que se había identificado a Andalucía a lo largo de los años de plomo de la dictadura franquista.

En ese período surge una pléyade de autores que, con mayor o menor acierto, tratan de impulsar en nuestra tierra una incipiente industria cinematográfica: Carlos Taillefer, Francisco Periñán, Julio Diamante, Nonio Parejo, Francisco Perales, Rafael Utrera, Gonzalo García Pelayo o Juan Sebastián Bollaín son sólo algunos de los nombres propios que participan de esta naciente ola en la que, paralelamente, surgen festivales, cine-clubs y publicaciones, que convierten a Andalucía en caldo de cultivo para todo tipo de géneros y experiencias cinematográficas. Pero a pesar de todo este proceso, finalmente no termina de consolidarse en ese período un tejido industrial audiovisual como el que existía en Madrid o Barcelona. La dependencia económica del centralismo siguió siendo evidente durante algunas décadas más. Muchos de aquellos cineastas y periodistas tuvieron que emigrar más allá de Despeñaperros para poder seguir desarrollando sus carreras con cierta dignidad.

Pero en ese febril contexto de finales de la década de los 70 del siglo pasado, se realiza uno de los films más singulares y arriesgados que se han llevado a cabo en este sur tan nuestro y tan propio. Un cortometraje de media hora de duración, una de las escasas obras de ciencia ficción que se han rodado aquí, C.A. 7.9, Un enigma del Futuro (1979), dirigida por Juan Sebastián Bollaín y Nonio Parejo.

Sin duda, la ciencia ficción es uno de los géneros más olvidados dentro de nuestra cinematografía sureña. Más allá de un puñado de cortometrajes, que apenas han contado con distribución y/o exhibición, experiencias de largometrajes “amateur” de género fantástico, o la estimable película 3 días (Francisco Javier Gutiérrez, 2008), pocos ejemplos más podemos encontrar. 

C.A. 7.9, Un enigma del Futuro es una rara avis. Quizá sea la primera producción sci-fi andaluza, al menos de la que se tengan noticias. Y el proceso en el que se realizó no pudo ser más azaroso e incierto. En realidad el film fue un encargo a los directores por parte del Colegio de Arquitectos de Cádiz, que pretendía realizar un simple reportaje de carácter social sobre los intentos de urbanización de la zona de Cádiz-3, única zona de la ciudad de Cádiz que aún no se había urbanizado a finales de los años 70. El afán de experimentación de sus autores llevó a convertir este encargo en un producto de ficción “futurista”. Para ello sitúan su trama en torno al año 4.000, en el que un grupo de arqueólogos realiza una excavación en la zona que ocupó, algunos siglos antes, la antigua ciudad de Cádiz.

En dicha excavación arqueológica encuentran algunos objetos, y material de vídeo en el que los ciudadanos de esa Cádiz del siglo XX muestran sus opiniones sobre la urbanización y la realidad socio-económica de la ciudad. A través de este truco narrativo, insertado en una ambientación futurista de computadoras, pantallas, luces cegadoras y metálicas voces en off, se realiza la reflexión pretendida sobre el desarrollo urbano de la capital gaditana. El presente (de aquel entonces) visto a través de un futuro que trata de resolver un enigma de su pasado; ¿Qué pasó en esa zona denominada Cádiz-3?

Me habría encantado haber visto la cara de los “encargantes” cuando sus directores les presentaron aquella película. Fue tal el enfado del Colegio de Arquitectos que se negaron, en un principio, a pagarlo. A pesar de las incomprensiones y las diversas, y arduas, circunstancias por las que pasa el film, sus directores consiguen proyectarlo en varios festivales, generando una gran aceptación y un creciente entusiasmo. Obtiene éxito de público y crítica en su proyección en la Semana Internacional de Cine de Autor de Benalmádena y el Primer Premio en el I Festival Internacional de Cine de Sevilla, en 1980. 

Pero el género no llegó a tener continuidad. Sin duda, el cine andaluz tiene una deuda pendiente con la ciencia-ficción. La comedia, el drama social, el thriller, lo histórico o la road movie son géneros que ya se han transitado por nuestro audiovisual, aportando estimables y muy recomendables producciones. Ya es hora de que se deje de considerar, por parte de muchos críticos y de algunos profesionales, a ciertas temáticas como de “segunda división”, dejar de mirar por encima del hombro y con cierto desdén determinados géneros, que son sistemáticamente infravalorados. Es más necesario que nunca que el cine realizado en nuestra tierra realmente refleje esa pluralidad y esa diversidad de la que tanto presumen ciertas entidades. Más ciencia ficción Made in Andalucía, por favor…

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Joaquín Díaz Cáceres

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