Piezas sueltas del puzle

Netflix estrena 'Estoy pensando en dejarlo', un barroco retrato psicológico a veces desquiciado y asfixiante

Imagen de la película 'Estoy pensando en dejarlo'.
Imagen de la película 'Estoy pensando en dejarlo'.

Es difícil, además de inútil, adscribir Estoy pensando en dejarlo a un género concreto. Arranca como comedia sentimental, pero pronto se convierte en road movie impregnada de surrealismo psicológico y en thriller de terror familiar freak, con toques de humor absurdo e incluso coqueteos con el musical. A la ambigüedad genérica de su película su director y guionista, Charlie Kaufman, le añade una distorsión de la línea temporal con un montaje que perturba y confunde, que alarga o condensa el ritmo narrativo. Combina escenas oníricas, de pesadilla, recuerdan al David Lynch de Blue Velvet, con diálogos interminables superponiéndose a los pensamientos de los personajes. Todo ocurre en medio de una impresionante tormenta de nieve, que aísla a los dos personajes principales en su vehículo, un símbolo quizá de la atmósfera asfixiante de la relación de pareja. 

En el 2005 Charlie Kaufman escribió el guion, ganador del Oscar, de ¡Olvídate de mí!, eso llamado “película de culto” por lo improbable de su título original (Eternal Sunshine of the Spotless MInd), pero sobre todo por la brillantez en la exposición de la historia de amor/desamor entre Joel (Jim Carrey) y Clementine (Kate Winslet), que explora los vacíos de la memoria, las trampas del inconsciente y lo elusivo de los afectos.

En Estoy pensando en dejarlo, dirige y adapta para Netflix una novela de Ian Reid sobre otra relación de pareja, la de Jake (Jesse Plemons) y Lucy (Jessie Buckley). De nuevo lo escurridizo de las emociones, la ambigüedad de los sentimientos, el peso del pasado y las frustraciones y una soledad siempre al acecho llevan al personaje de Jake hasta los márgenes de la locura. Hay demasiados elementos en el cóctel de Kaufman y por momentos el espectador pierde el hilo de un relato que se convierte en deliberadamente laberíntico. 

Si bien aparentemente está contada desde el punto de vista de Lucy (sería ella la que estaría pensándose si seguir o no con su reciente relación sentimental con Jake), con el paso de los minutos –largos minutos a veces- empezamos a sospechar que todo va sobre Jake, sobre sus complejos, su mirada hacia la mujer, su necesidad de aprobación por parte de los demás, su miedo a la insignificancia y, en resumen, sobre su soledad. 

El personaje de Lucy sufre una constante metamorfosis, su ropa cambia dentro de una misma escena, pasa de ser poeta a estudiante de gerontología o pintora entre otras cosas; su nombre cambia de Lucia a Louisa o Amy, e incluso su propio físico se modula en el rostro de actrices diferentes según el estado de ánimo de Jake. La chica no es otra cosa que una proyección de la acomplejada mente de su novio.

Flashbacks o flashforwards, no está del todo claro, van completando el puzle de la personalidad de Jake, atrapado entre sus inhibiciones y sus ideales. Cascadas de referencias culturales (musicales, comerciales de TV, David Foster Wallace, Guy Debord …) le sirven al hombre inseguro frente al enigma femenino de muleta para autoafirmarse. Quiere proyectar sobre ella una imagen de seguridad, autocontrol, sensibilidad, afecto … etc., pero recurre a un mansplaining  verborreico, pedante y paternalista que deja en patética evidencia su incapacidad para la empatía y lo aleja de la aprobación de su compañera.

La línea temporal desencajada va progresivamente intercalando planos de un tercer personaje, un inquietante conserje mayor (Guy Boyd) del instituto donde estudió Jake. Este personaje acaba teniendo un papel predominante en el último tercio de la película. A partir de ahora será el punto de vista del conserje el que prevalezca y, en un giro en el argumento, nos ofrecerá otra posible lectura de la historia. Hay una progresiva identificación entre Jake y el conserje y se sugiere de manera onírica una muerte, simbólica o real. El título original, I’m thinking of ending things, parece arrojar entonces una luz diferente: no sería solo Lucy la que estaría pensando en dejar a Jake, también el conserje estaría pensando en “acabar con todo”.

Kaufman no está dispuesto a facilitarle al espectador las cosas, quiere que saque sus propias conclusiones. Tampoco esta reseña pretende desentrañar la madeja, a ratos fascinante y a ratos farragosa, que parece liarse y desliarse continuamente.

Estoy pensando en dejarlo gustará a los amantes de lo retórico, lo barroco. Entusiasmará a los que se vean reflejados en esta desquiciada y asfixiante tormenta interior, en la complejidad de su retrato psicológico y en su aproximación a los roles de pareja. Igualmente es muy probable que irrite a los que prefieren un relato menos ambiguo y más soleado, a aquellos para los que una película no tiene por qué ser un jeroglífico, los que creen que se puede contar lo mismo con menos palabras. Así es Charlie Kaufman, lo tomas o lo dejas.

Ficha técnica.

Estoy pensando en dejarlo (I’m Thinking of Ending Things) (USA, 2020). Estreno en Netflix. Dirección: Charlie Kaufman. Guion: Charlie Kaufman (basado en novela de Ian Reid). Música: Jay Wadley. Fotografía: Lucasz Zal. Intérpretes: Jessie Buckley, Jesse Plemons, Toni Collette, David Thewlis, Guy Boyd… Duración: 134 minutos.

 

Sobre el autor:

Eugenio Tapia

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