Medio siglo ha pasado desde el fallecimiento de Manuel Ortega Juárez Manolo Caracol (Sevilla, 1909 – Madrid, 1973) y ha tenido que ser el festival Flamenco On Fire de Pamplona el que ponga en valor una efeméride que está pasando de puntillas y sin hacer ruido por el sur del sur, donde parece importar poco que el calendario marque este hecho sobre una figura fundamental en la historia del arte flamenco.
Ya lo decía José Manuel Gamboa durante la presentación del espectáculo: "mucho se habla de Lola Flores últimamente, pero muy poco de un genio absoluto del cante como fue Manolo Caracol”. No obstante, el periodista, productor y escritor madrileño – además de técnico especialista en flamenco de la SGAE- rendía honores a un artista que “si preguntamos a la afición que nos diga un artista flamenco de cante que sea un genio absoluto, yo creo que el 99% de los aficionados diría Manolo Caracol”.
“Manolo Caracol es uno de los artistas más importantes, más influyentes y más significativos de la historia del arte flamenco” remataba el maestro de ceremonias antes de dar paso a un espectáculo que cumplió sobradamente las expectativas de todos los que allí se encontraban disfrutando de este estreno mundial, pero al que no le vinieron nada bien las casi tres horas de duración que tuvo su desarrollo. El único pero que tuvo la noche fue ver cómo parte del público aprovechaba los aplausos y las transiciones entre artistas durante la segunda parte para abandonar la sala, a pesar de la calidad de lo que se exponía.
Proyectado como un espectáculo con dos partes absolutamente diferenciadas, en la primera de ellas la Orquesta Sinfónica de Navarra evocaba de inicio a Granada con una pieza de Debussy, lugar donde en 1922 se celebró el Concurso de Cante Jondo que ganó un jovencísimo Manolo Caracol con El Tenazas de Morón - al que dio vida Vicente Soto Sordera a golpe de tonás- para posteriormente estrenar Cantes de rojo fuego de Mauricio Sotelo, una obra sinfónica creada para la ocasión y que discurre desde la oscuridad y el desgarro de los cantes más duros como los cantes de trilla, martinetes y seguiriyas, hasta la luminosidad de las alegrías, las soleares y las bulerías, donde las voces de Antonio Reyes y La Tremendita buscaban plasmar esa perspectiva vanguardista que también tenía el genio sevillano, además de un pasaje bailaor de Diego de la Margara, que solo marcando el paso dejaba ya impronta de su talento.
Una historia de una cantaor - Homenaje a Manolo Caracol
La segunda parte de Una historia del cantaor flamenco - que así se llama el espectáculo- ofrecía, sin embargo, esa otra vertiente más ortodoxa y cabal de Manolo Caracol, si bien también hubo tiempo para la evolución y la creación. La dirección musical llevada a cabo por David Lagos ha sabido plasmar con acierto a ese artista inquieto y capaz de meterle mano a las nuevas tendencias en el tiempo que le tocó vivir y durante una época donde la eclosión del flamenco está fuera de toda dura. Y con motivo de ello, se reflejaba en el escenario tanto su capacidad creativa y productiva como cantaora.
Por un lado, encontramos al artista responsable y gerente de Los Canasteros – lugar en el que se convirtió el Baluarte tras el descanso- con una Melchora Ortega a la que su genoma vital y el desparpajo al que nos tiene acostumbrados es suficiente para calentar al público que llegaba de echar un cigarrito a compás de tanguillos. Por otro lado, la parte más vivencial y convivencial llegaría con Vicente Soto Sordera - el único de los artistas sobre el escenario que tuvo trato directo con el artista sevillano- y que, junto a un Alfredo Lagos en estado de gracia, nos dejó una soberbia seguiriya y una bulería pa escuchá marca de la casa dinástica que abandera y de la que es máximo referente hoy en día.
Por otra vertiente, como uno de los guardianes del patrimonio musical y el legado caracolero, Antonio Reyes derrochó el almíbar que tiene en su garganta por tientos con la guitarra y supo juguetear con el piano maridando de forma elegante zambras históricas con La Salvaora o La Niña de Fuego. Con el cierre por bulerías y fandangos puso al público en pie. Y como última visión, la perspectiva más actual del artista llegaría de la mano de Rosario La Tremendita. Agarrada a su inseparable bajo nos trajo a ese Caracol valiente que no le tenía miedo a enfrentarse a nuevas propuestas. De la mano de la cantaora trianera llegaron los minutos más elaborados de la noche con unas zambras que, sin solución de continuidad, encajaron con unos pregones y unos tangos con los que se remataba un espectáculo donde el único hándicap - repetimos- estuvo en la excesiva duración del mismo, pero al que puso la guinda un Diego de la Margara enorme bailando por bulerías en el remate del fin de fiesta.
Ficha Técnica:
Espectáculo: Una historia del cantaor flamenco – Dirección: David Lagos – Cante: Vicente Soto Sordera, Antonio Reyes, Rosario La Tremendita y Melchora Ortega (artista invitada) – Toque: Alfredo Lagos – Percusión: Dani Suárez – Piano: Alejandro Rojas Marcos – Orquesta: Orquesta Sinfónica de Navarra (dirigida por Óliver Díaz) – Saxo: Juan Jiménez – Baile: Diego de la Margara (artista invitado)
La sobriedad de Manolo Franco como patente de corso en el Palacio Ezpeleta
Tras los espectáculos de la mañana, donde la voz de Guadiana, ágil y rota, abrió el balcón de la calle Mañueta al toque de Jesús Carbonell a primera hora y, justo después, la capilla de San Fermín acoger el recital de flamenco y jotas a cargo de Roberto Urrutia, Juanjo Navas, Lorena Jiménez y Pedro Planillo frente a la figura del santo con sones norteños y alegrías gaditanas entre el acordeón y la guitarra, el festival Flamenco On Fire tomaba de nuevo su hilo narrativo y se comenzaba la tarde bajo el universo de la sonanta y el concepto alzapúa que tiene como base esta edición.
De esta forma, y coincidiendo en tiempo y horario con el concierto de Soleá Morente en la Sala Zentral, sería el tocaor Manolo Franco el encargado de abrir el serial de recitales de cante y toque que va a acoger el Palacio Ezpeleta durante estas jornadas. Con la colaboración de la cantaora Mercedes Abenza, el artista y docente sevillano desplegó un universo guitarrístico en el que tienen espacio y lugar la tradición y la evolución.
Decimos esto por las diferentes afinaciones con las que acometió las farrucas y los tangos (con el bordón y la prima en RE), así como por la pulcritud y seguridad con la que atacaba los tercios de la soleá de apertura, la limpieza de las escalas en las cantiñas y alegrías – de lo mejor de la tarde- y las guajiras o los fandangos de Huelva y bulerías con las que remató una hora de concierto de guitarra que no se quiso perder ni el calor, que este año está provocando más de un contratiempo en la muestra.
Manolo Franco en el Palacio de Ezpeleta de Pamplona
El Flamenco Vive, la academia Amor de Dios y Norberto Torres, premios Flamenco On Fire 2023
Más allá de lo escénico, se entregaron los galardones Flamenco On Fire, que cumplieron su segunda edición reconociendo la labor de la tienda y productora El Flamenco Vive, en la persona de Alberto Martínez de la Plaza; la Academia de baile Amor de Dios, en la persona de Joaquín San Juan, su director; y al investigador Norberto Torres, uno de los grandes divulgadores de la guitarra.
Cabe destacar que estas distinciones reconocen aquellos que trabajan por la investigación, divulgación, formación, producción y promoción de este arte desde diferentes canales.
Por último, arrancó en Civivox Condestable el ciclo de cine con la proyección de 'Válgame Dios qué alegría tiene esta gente, qué fatigas tengo yo. Flamenco de Raíz'. El visionado terminó con él encuentro de su director, Vicen Pérez Herrero, y Joaquín San Juan, director del Centro de Arte Flamenco y Danza Española Amor de Dios.
