A nuestro Manuel Soto 'El Bo', corazón que palpita por bulerías de Jerez

bocaracol

Merecido homenaje en Madrid.

Madrid rinde un merecido homenaje a nuestro 'Bo' con un cartel cuajado de primeras figuras. Manuel Soto Barea, hijo del maestro Manuel Soto y Lela Barea, es uno de los representantes más verídicos del compás jerezano y siempre ha sabido granjearse el afecto de todo el colectivo flamenco de dentro y fuera de Jerez. Por eso no es El Bo, sino nuestro Bo… Ya sabéis que me unía una estrecha relación con los Sordera, fruto de la cual surgió mi primer libro dedicado a Manuel Soto Sordera de Jerez por el que pude abrir una ventana a las vivencias del artista y de su hermano tío Enrique Manuel quien tenía una proverbial memoria. La verdad es que fue una hermosa aventura adentrarse en distintas épocas de la gitanería del barrio de Santiago: aquellos trabajos en los campos de sol a sol, la vida un domingo en las calles Nueva y Cantarería de fiesta continúa, y una dilatada vida artística de la que aprendí muchísimo.

Aparte de todo ello, y para comprender con exactitud a El Bo hay algo que destaca sobremanera de esta larga familia jerezana y es su nobleza representadas en personas sencillas y cariñosas. No puedo más que recordar a Lela, la mujer de Sordera que era almíbar, o a Tía María Bala hermana de aquel, o a Eduarda, madre de los Zambos, entre otros muchos miembros de la familia.

Y esa es la principal herencia de nuestro Bo, una nobleza que pese a cualquier circunstancia le hizo caer bien a todo el mundo por igual, desde el señorito de Jerez al pescadero de la Plaza pasando por el siempre ingrato y difícil mundo de la fauna flamenca, siempre más dada a tirar que a otra cosa. Para sumarnos humildemente al homenaje no se me ocurre mejor cosa que compartir con ustedes un “cerrar de ojos” y acudir a uno de aquellos mediodías en el bar Arco de Santiago de Agustín Mondelo. Unas estampas que ya quedan grabadas en el catavino de la existencia porque ahí está nuestro Bo, asomaros pues:

“En una esquina está Moraíto contando alguna de sus batallas mientras Chicharito se mete con Agustín; Luis de la Pica callado en la esquina con su cortito… se había bajado de un coche a las 12 del mediodía y ahí sigue callado…. Curro de la Morena con el uniforme de Bimbo acaba de llegar de la ruta Cádiz-El Puerto… Luis el Zambo también con las botas de pescaero puestas pero con ganas de cantar a la mínima… A esto José Vargas el Mono también ha bajado ese día al barrio y sentados en la puerta al sol Tío Sordera y su hermano Tío Enrique… 

Todos charlan cuando surge un chispazo en forma de fino La Ina que prende la reunión con la mecha de un cante que todo lo cura; entonces el compás se cuela por aquel bar del Arco como un rayo luminoso en forma de bulería… la fiesta llega de improviso… una letra y otra y otra… el barrio de Santiago rememorando su gloria… El bálsamo cotidiano de la vida.

Cuando de pronto en aquel improvisado cuadro, cantando está Curro de la Morena… y de entre el racimo de palmas aparece un huyeeeeeee tan a tiempo, tan a compás que es imposible ser más exacto siguiendo solo las pautas del corazón… Y la patada por bulerías de El Bo, nuestro Bo, es un respingo del aire, un tricherazo del Paula a la existencia… reuniendo en un instante esa asombrosa flamenquería junto a la nobleza y ángel de los suyos”. 

Esta es una de las estampas que quedarán a fuego en las retinas y en el alma de todos nosotros. Este tal vez sea nuestro mejor homenaje a su arte y su persona ante de irnos todos prezos… en estas dos minas de parados que preceden su ¡Viva Jerez! Que hoy más que nunca es ¡Viva nuestro Bo!…

¡Gracias por todo Manuel y enhorabuena!

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