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Hace justo 50 años, 15 de los teatros de Madrid presentaban al mediodía un letrero en el que se podía leer que "por incomparecencia de los actores, se lamenta informar que la sesión de hoy queda suspendida".
De esta forma se daba inicio a las reivindicaciones de los actores y actrices que se levantaron contra la dictadura de Franco solicitando un mejor salario y el pago, por parte de los empresarios, de las dietas y gastos de desplazamientos, así como el cobro de los ensayos.
Entre las peticiones también se encontraban la inclusión de pagas extraordinarias y la representación de una función única diaria. Unas reivindicaciones que se convirtieron en todo un referente social en la época, aglutinando a directores, cantantes, cineastas, pintores, bailares o empleados del circo. Marisa Paredes, Sara Montiel o Pilar Bardem fueron algunas de las intérpretes más activas contra el Régimen.
Los actores pedían, entre otras cosas, un mejor salario, el pago por parte de los empresarios de las dietas y los gastos de desplazamiento, el cobro de los ensayos, una función única diaria, pagas extraordinarias o el cobro de sueldos incluso cuando se suspendiera el espectáculo.
La huelga puesta en marcha por el sector tuvo su momento de mayor tensión cuando en medio de una asamblea en el teatro Bellas Artes de la capital española, la Policía interrumpió y se llevó detenidos a miembros de la profesión como Yolanda Monreal, Tina Sanz, Carlos Paza, Enriqueta Carballeira, Flora María Álvaro o la mítica Rocío Dúrcal, que fue liberada del calabozo por la mismísima Lola Flores.
La Faraona, con su carácter indomable, se personó en la Secretaría General de Seguridad y pagó la fianza, cifrada en 200.000 pesetas de la época, para la liberación de la intérprete de La gata bajo la lluvia. Con este gesto, la jerezana más universal se convirtió en una de las grandes defensoras de los derechos de los trabajadores del mundo artístico.
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