Cuarta generación
Lleva una veintena de años dedicado al oficio de la orfebrería. A sus 45 años es la cuarta generación familiar que se dedica a la joyería y la platería. A día de hoy mantiene una empresa dedicada a la orfebrería, que en un 99 por ciento depende de su clientela principal, las hermandades. Es cofrade desde la cuna del Santo Crucifijo de la Salud y de La Borriquita. Ha sido costalero, capataz del palio de La Encarnación y mayordomo de la hermandad de San Miguel. Se formó como joyero y platero con su padre y su abuelo. Ahí empezó a interesarse por la orfebrería por su vinculación a las hermandades. Conoció al orfebre sevillano Jesús Dominguez; con él dio sus primeros pasos en el aprendizaje del oficio de orfebre. La nave-taller donde trabaja respira actividad por todas partes. Pese a que ya ha entregado casi todos los encargos comprometidos para Semana Santa, ahora le resta planificar lo que va llegando. Y sobre todo el encargo que más le llena y compromete como profesional y cofrade: la corona de oro de la Virgen de la Estrella.
¿Se puede vivir de la orfebrería teniendo en cuenta que su mercado es casi absoluto el de las cofradías?
Hoy en día sí se puede vivir perfectamente. Los comienzos siempre cuestan. No es lo mismo tener un bagaje y un currículo a cuando partes de cero; la gente es reacia a encargarte trabajos.
¿La ‘marca’ en esto juega mucho: Sevilla?
Sin duda que ha sido así. Y lo digo en pretérito por que ahora somos muchos los profesionales que estamos trabajando con un elevado nivel de excelencia.
Con los trabajos que ya ha realizado, ¿con qué pieza o trabajo se queda?
Más que con lo que he hecho, de lo que me siento satisfecho es con dos encargos que tengo por delante y que son de suma importancia en lo profesional y personal, con los que cualquier orfebre puede soñar. La corona de oro de La Estrella para su coronación canónica y toda la orfebrería del paso de la custodia del Corpus de San Miguel. Dos encargos para mis dos hermandades.
Pero la corona de su Virgen de la Estrella tiene un algo especial.
Claro que sí. Es mi hermandad, mi familia es de allí, tengo muchísimos amigos en la cofradía y uno de ellos, que falleció, quería que yo la hiciera. Así que el significado y todo lo que me une al proyecto tiene gran impacto emocional para mí, además de la responsabilidad que implica. En esto no me puedo equivocar.
Trabajar con oro, ¿es más complicado?
Técnicamente es lo mismo. Desde niño ya estaba acostumbrado a fundir oro para la joyería. Tenemos una experiencia que viene de años por lo que no supone ningún secreto.
¿Visualiza el momento de la imposición de la corona en las sienes de La Estrella?
En ella irá todo de mí. Toda mi sapiencia, todo mi sentimiento: todo hay que ponerlo ahí. No sé si será mi pieza cumbre pero a priori ya estoy satisfecho porque es el encargo más importante que entra en el taller. De todas formas no sabemos qué nos queda por venir.
¿Las hermandades son tus principales clientes?
Hoy en un 99 por ciento, nuestro sustento viene de las cofradías. Hacemos algunos trabajos a parroquias, a algún estamento militar; de clientes particulares muy poco, tal vez alguna restauración y poco más.
Dos años sin Semana Santa, ¿dos años duros para el negocio?
Se ha notado. Hemos vivido del empuje de los trabajos pendientes. Tuvimos la suerte de poder coger trabajo con la línea de ayudas que abrió la Junta a las hermandades, que ha hecho posible restaurar la urna del Santo Entierro (s. XVII de Juan Laureano de Pina). Ha sido un trabajo muy importante y menos mal que se pudo intervenir en ella porque estaba en muy mal estado el armazón de madera interno. Hubo que desmontar todas las piezas, sustituir los soportes, reparar la orfebrería y volver a dejarla como estaba. Esta faena nos dio para mantenernos en ese tiempo. Si no, hubiera sido muy complicado. El pasado año no entró casi ningún trabajo.
"Restaurar la urna del Santo Entierro ha sido un trabajo muy importante; en cuatro siglos nunca se había tocado"
Le llegan trabajos ya dibujados por esos ilustres proyectistas que están de moda. ¿Plantean diseños imposibles?
Muchas veces se dibujan cosas que no se pueden realizar por motivo de montaje posterior. A veces hay que arreglar proyectos para hacerlos posibles. Las piezas se hacen para salir en un paso en constante movimiento. Hay que hacerle un esqueletaje, que ellos no contemplan pero que lo tenemos que dibujar mentalmente.
Tenemos en Jerez piezas de orfebrería de los más grandes en el oficio. En todas coinciden diseños elegantes y ejecución impecable. ¿Eso ya no de hace?
Claro que se puede hacer pero no se paga. Vienen clientes con un presupuesto dado; pero sin límites puedes meterte en lo de antes. En aquellos años los mecenas no ponían reparos presupuestarios. Hay pasos aquí que son verdaderas joyas y obras de arte gracias a ellos. Eso marca la diferencia y gracias a Dios hemos tenido muchos mecenas.
En pocas palabras que hoy se buscan duros a tres pesetas.
Sí, casi todas vienen apretando. Eso es imposible y demás no entro en esa dinámica de trabajo en serie o de troquel. Intentamos dar un mínimo de calidad para llegar a donde estoy, que me ha costado mucho trabajo.
Analicemos el buen y mal gusto en las cofradías.
Creo que hay gusto. Hay preocupación por buscar el mejor diseño, el mejor trabajo…
Pero el buen gusto no está unido a la exuberancia.
No sé que decirte a esto. Hay un poco de todo según los diseños y las formas del paso. Hay muchas cosas que se hacen del renacimiento que son muy clásicas: es una exquisitez y eso es más complicado que trabajar con diseños barrocos.
¿Qué es lo mejor que tenemos en orfebrería en Jerez?
Hay muchísimo. Por ejemplo, los candelabros de cola de La Soledad, una exquisitez; los varales del palio del Desconsuelo son una preciosidad. El que sepa del oficio se maravilla con solo observarlos como con el paso del Corpus de la Catedral…
Y no dejamos atrás la urna de Laureano de Pina que pese a sus cuatro siglos de existencia sigue viva.
Te confieso que casi desaparece. Cuando la desmontamos vimos se mantenía por la estructura de las piezas de plata porque la madera estaba desecha. Estaba destrozada en su interior. Fue un trabajo de gran calado. Hemos conservado el 99 por ciento del esqueletaje y además nunca había sido restaurada desde que se hizo hace 400 años.
Visto lo visto, ¿con qué te quedas?
Me gusta todo porque todo tiene su técnica: los varales del Desconsuelo, la custodia de Laureano de Pina, la urna, los respiraderos del palio y cartelas del palio de la Encarnación… esto entre lo mucho que ahora recuerdo.
¿Buenos y malos orfebres?
Eso es como todo. Cada uno hace lo que puede. Yo intento siempre mejorar, dar lo mejor de mí, no paro de formarme y observar porque me gusta el oficio. El que no sea como he indicado lo tiene crudo, en la orfebrería o en lo que sea. Y la calle es dura en cuanto a competencia. Lo que tengo claro es nunca bajar la calidad por coger un trabajo. Tu marca de calidad está en lo que haces y se ve en la calle.
Ahora le tocamos su corazón cofrade. ¿Qué sentirá cuando se le ciña la corona a La Estrella?
Tendré en mente a muchísima gente que han pasado por mi vida, a mi padre, mi abuelo y a mi madre por supuesto (dice emocionado).
Comentarios