Las grandes empresas descubrieron el poder del internacionalismo proletario y se apropiaron de él al punto de que hoy son ellas las que echan a pelear a unos obreros contra otros
Juan Ramón no pretendía que todo el mundo escribiera poesía sino que todo el mundo se hiciera poesía, vivir poético, vida vocativa hoy devaluada por nuestra sociedad productivista y mercantilista que reduce la palabra poética a producto y mercancía al servicio de la publicidad y del consumo
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