Una fisioterapeuta gaditana que ha superado el virus: "Recibíamos a pacientes sin saber si eran portadores o no"

Anabel Bueno ejerce como fisioterapeuta de Atención Primaria en el Distrito Metropolitano de Granada y se contagió antes de decretarse el estado de alarma

Anabel Bueno, fisioterapeuta curada de coronavirus.
Anabel Bueno, fisioterapeuta curada de coronavirus.

Anabel Bueno, fisioterapeuta de Atención Primaria en el Distrito Metropolitano de Granada, es una de las profesionales de esta rama sanitaria contagiadas —y ya curada— por el coronavirus. "Cuando empecé a tener sintomatología, al coronavirus no se le daba importancia que tenía. Comencé con un simple dolor de garganta el 9 de marzo, muy similar al de años anteriores por estas fechas. No cumplía ninguna característica, pero hablé con una amiga de Madrid infectada y me dijo que no tenía ni los sentidos del gusto ni del olfato. Un detalle que después comenzó a describirse como síntoma de esta infección", describe Bueno en una entrevista publicada por el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de Andalucía.

Anabel reside en Granada, pero es natural de Cádiz. "Lo primero que me pasó por la cabeza fue el miedo, miedo a la evolución de la enfermedad y a estar lejos de mi familia. Un simple dolor de garganta empezó a cambiar. Pese a no haber requerido internamiento ni asistencia médica, la primera semana comencé a desarrollar fiebre, dolores de cabeza continuos, dolor muscular, falta de apetito, vómitos, diarrea, pérdida absoluta del gusto y el olfato, dolor en el pecho y sensación de ahogo que, a veces, no diferenciaba si era por el virus o por la ansiedad ante lo desconocido", relata.

"El momento decisivo fue cuando mi compañero, con el que compartía coche, también alertó que tenía síntomas respiratorios y nos mandaron directamente a epidemiología para realizarnos los test. Sorpresa cuando dimos positivos, a fecha del 17 de marzo, recién iniciado el confinamiento. La coordinación y dirección del centro de salud fueron muy rápidas y eficaces. Al día siguiente de haber informado, ya estábamos citados para hacernos el test PCR y seguimiento a todas las personas que pudieron estar en contacto con nosotros", cuenta Anabel.

"Trabajamos por contacto directo con el paciente y los recibíamos sin saber si eran portadores o no. Igualmente, los pacientes se exponían al ir al centro sanitario. Las primeras medidas, antes de que se declarase el estado de alarma y se anulase la actividad asistencial no urgente, no eran tan drásticas", recuerda la fisioterapeuta. "Los sanitarios recibimos información, sesiones clínicas y reuniones, aunque no disponíamos de equipos de protección individual para el trabajo asistencial del fisioterapeuta en esos momentos. Nuestras medidas se basaban en higiene de manos, en no agrupar a distintas personas en una misma sala, educar a los pacientes sobre cómo estornudar o toser y dar aviso de aquellos que podían ser sospechosos de sintomatología compatible", dice.

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