Hay personas que tienen miedo a las arañas, otras a los gatos y otras a los números. En el mundo existen más de 400 fobias distintas. A Cristina Soto, gaditana de 39 años, le ha tocado enfrentarse a una de ellas. Ni sabía que existía la palabra amaxofobia, ni se acuerda del día en el que se sacó el permiso de conducir. Solo sabe que le daba pánico agarrar un volante y que el corazón se le aceleraba con solo pensar que tenía que pisar embrague.
Esta maestra de infantil, primaria y educación especial decidió aprender a circular cuando acabó sus estudios “por si me mandaban a un colegio lejos”. Pero la idea no le entusiasmaba ni por asomo. Después de aprobar, aunque cogió el coche varias veces, lo dejó. Antes de ir a la autoescuela ya había tenido una experiencia traumática que nunca pudo olvidar.
“Me atropelló un coche mientras iba andando y casi me muero, a raíz de eso es un miedo irracional que una tiene”, cuenta Cristina que sufría cada vez que tenía que desplazarse sobre las cuatro ruedas.
La gaditana comparte las sensaciones que experimentaba cuando no podía controlar su temor. “Mira que soy muy valiente para todo, tu me dices tirate en parepente, y me tiro, pero conducir me da terror”, dice con los ojos bien abiertos.
Cuando iba montada en el vehículo, “me ponía tan nerviosa que los dedos de los pies se me contraían y me bajaba con dolores de espalda y contracturas de todo tipo por la tensión”. Sin embargo, Cristina se armó de valor y se puso manos a la obra para vencer a sus demonios.
Primero lo intentó por su cuenta “muchas veces”, pedía a su madre que le ayudara o intentaba ir al supermercado en pleno confinamiento cuando no había apenas tráfico. “Hasta que no he dado clases, nada”, suspira.
"Me atropelló un coche y casi muero"
Una amiga que padecía esta fobia le recomendó que realizara clases de recuperación, no obstante, desde que recibió el consejo hasta que se animó a apuntarse pasaron dos años. Cristina forma parte del más del 28 % de conductores que tienen miedo a conducir. Según un estudio de la Fundación CEA (del Comisariado Europeo del Automóvil), un 55% son mujeres y un 45% son hombres.
Sin embargo, probablemente, de esa cifra, muy pocas personas se atrevan a dar el paso. Cristina lo hizo “porque tengo dos hijos y me he pasado toda mi vida yendo en tren, catamarán y todos los medios de transportes habidos y por haber”. Para ella llegó ese momento en el que se sentía con ánimo para intentar superarlo, y su esfuerzo mereció la pena.
A su lado permanece sentada la persona que le ayudó a volver a la calzada sin ansiedad. “Al final lo que necesitan es tener confianza. Le tienes que transmitir seguridad, no hay otra”, comenta Sergio Pinzón López, de 46 años, desde la autoescuela Asdrúbal, negocio del que tomó las riendas junto a un socio en 2013 cuando se traspasaba.
Este gaditano, que lleva 19 años como profesor de formación vial, sí conocía la amaxofobia, aunque asegura que durante sus estudios para el cargo nunca escuchó hablar de ella. Ha sido su experiencia en el sector la que le ha permitido desenvolverse para ayudar a controlar este miedo que está más extendido de lo que parece.
"Me bajaba del coche con dolores de espalda"
“Nosotros siempre la hemos tratado. Pero la palabra no se conoce, nadie viene diciendo que tiene amaxofobia. Dicen: -Tengo miedo a coger el coche”, explica Sergio que tampoco suele mencionar el término para no alarmar a los alumnos.
En general, la mayoría de personas que solicitan estas clases llamadas de reciclaje práctico o recuperación son mujeres a partir de los 35 años. Según el profesor, la cifra es elevada, “viene mucha gente, una media de dos o tres al mes”.
Algunas expresan no dominar las cuestas, a otras no se les da bien el estacionamiento o hay casos en los que solo quieren controlar un trayecto concreto. “La gente hace itinerarios, una alumna solo quería coger el coche para ir al colegio donde le habían destinado en Chiclana”, comenta el gaditano que en sus clases utiliza su arma más poderosa, la paciencia.
“Una señora quería practicar solamente la cuesta de la salida del parking de El Corte Inglés. Lo pasaba muy mal porque se le quedaba el coche a la mitad y en las clases estuvimos entrando y saliendo todo el rato. Me paró hasta el Seguridad”, recuerda.
"El problema principal es la inseguridad"
El objetivo es eliminar el pánico que se apodera de estas personas con el fin de que puedan desarrollar su rutina sin limitaciones. Cristina ya se ha despojado de “esa espinita clavada que no me dejaba hacer muchas cosas” y tras seguir unas cinco clases en diciembre del año pasado, “ya me he comprado un coche y me estoy buscando una furgoneta”.
Para ella, ha supuesto un cambio radical y está encantada con el resultado. “Hoy no he venido conduciendo porque tengo un esguince”, ríe la maestra, que confiesa reproducir de vez en cuando un audio de WhatsApp que Sergio le mandó durante su acompañamiento. “Ahora voy más tranquila, soy capaz de conducir”, dice.
La clave para vencer a la amaxofobia reside en transmitir energía positiva. Los profesores de autoescuela, al fin y al cabo, actúan como psicólogos durante la práctica. Al menos eso siente Sergio, que siempre sigue el mismo procedimiento. “El problema principal es la inseguridad, yo siempre le doy una charla de unos diez minutos. Lo primero que le digo es, piensa que tú tienes carné, lo conseguiste, y ahora lo vas a conseguir”, detalla.
Él trata de hacer ver a sus alumnos que ese miedo antes no existía y, después, les pregunta a qué tienen miedo. “Es cuestión de práctica, esto es como montar en bicicleta, no se olvida, pero hay que hacerlo poco a poco “, comenta.
Sergio disfruta con cada clase, pero advierte que “estás gastando el dinero si después no vas a coger el coche”. Por desgracia, se ha encontrado con personas que, pese a haber dado clases de recuperación, no han vuelto a circular.
No es magia, el secreto está en tener voluntad, la misma que tuvo un hombre viudo, de 66 años, cuando se convirtió en la persona más longeva que se ha sacado el carné en la autoescuela Asdrúbal. Nunca es tarde para mejorar.
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