Uno de los futbolistas prostituidos en Prado del Rey: "Si no lo hacíamos nos dejaban sin comer"

Andrés llegó a España con la ilusión de triunfar en algún club de fútbol. En lugar de eso, fue víctima de una organización que explotaba sexualmente a jóvenes captados en Sudamérica. A su país no puede volver hasta que no salde la deuda que contrajo con narcos para costear su viaje

La mano de Andrés, apoyada en un árbol, en un momento de la entrevista con lavozdelsur.es.
La mano de Andrés, apoyada en un árbol, en un momento de la entrevista con lavozdelsur.es. MANU GARCÍA

Un día, tras una sesión de entrenamiento, a Andrés —nombre ficticio— lo abordó un supuesto representante de futbolistas. “Me hacían un seguimiento y yo no lo sabía”, dice el joven sudamericano, que en ese momento jugaba en un club de la segunda división de su país. “Me ganaba bien la vida, ayudaba a mi familia y pagaba mis deudas”, relata durante el encuentro con lavozdelsur.es. “Ganaba unos 1.000 euros mensuales, que en mi país es bastante dinero, pero me convencieron y dejé mi club”. Él es uno de los siete jóvenes liberados por la Guardia Civil hace unas semanas, cuando se destapó la existencia de una trama que explotaba sexualmente a futbolistas captados en Sudamérica. La llamada operación Promises se saldó con la detención de tres personas y con la desarticulación de una organización que se dedicaba a prostituir a jugadores llegados con la ilusión de triunfar en España.

Un falso contrato con un club de Dubai convenció a Andrés de que tenía que abandonar su país. En él le prometían un sueldo de 1,2 millones de euros anuales y un futuro prometedor en el mundo del fútbol. Todo era papel mojado. “No sé cómo lo hicieron, pero nunca había visto un contrato que pareciera tan real”, expresa. Tras esa gestión perdió 8.000 euros que le pidieron para supuestamente solicitar un visado. “Había jugado en otros países y nunca pagué nada, pero le pregunté a un compañero y me dijo que para ir allí hacía falta”, relata. La mentira se fue engordando. Ahora su deuda supera los 30.000 euros.

Andrés fue consciente del engaño tras su llegada a España, hace cosa de un año. “Me prostituyeron al segundo día”, recuerda. Era imposible negarse. “Si no lo hacíamos nos dejaban sin comer, sin salir, nos castigaban o nos amenazaban con quitarnos los papeles”, dice. A Andrés lo obligaron a solicitar asilo político en España. “No puedo salir del país, si salgo, no entro”. Ahora está en un limbo, con una deuda contraída con narcotraficantes que no puede devolver y amenazado por una supuesta organización que quiere que retire su denuncia. Él y otros cuantos compañeros siguen adelante y están dispuestos a aportar pruebas que consigan encarcelar a los proxenetas que los estuvieron prostituyendo durante un año. “Son gente peligrosa y hay compañeros que se han retractado”, relata.

"Me prostituyeron al segundo día; si no lo hacíamos nos dejaban sin comer, sin salir, nos castigaban o nos amenazaban con quitarnos los papeles"

Una vivienda situada a las afueras de la localidad gaditana de Prado del Rey fue el lugar elegido por la organización para hacinar a trece jóvenes sudamericanos, captados en sus países de origen con la promesa de conseguirles pruebas en clubes de fútbol españoles. Los propios jugadores pagaban sus viajes hasta el país, para no levantar sospechas, un importe que recuperarían cuando empezaran a disputar partidos en los equipos a los que llegarían. Una vez aquí, no hubo nada de eso. El problema para Andrés y sus otros compañeros es que sus familias recurrieron a prestamistas que les cobraba unos intereses desproporcionados. Andrés, desesperado, recurrió a narcotraficantes de su país para reunir el dinero necesario para llegar hasta España. “Nos daban una semana para reunir el dinero y no había manera de buscar tanta plata”, señala.

Los futbolistas captados y prostituidos acumulan una deuda global que supera los 100.000 euros, y que va en aumento conforme pasan los días. Hasta que no consigan saldarla, no pueden regresar a sus países de origen. “Me matan si no pago, es mucho dinero lo que yo debo”, señala Andrés. A su madre ya la han amenazado y otro miembro de su familia estuvo hospitalizado tras recibir una paliza. “Mi madre trabaja para pagar deudas, no es justo, ella no tiene por qué”, agrega. “Ni para ir al mercado les queda”. “Ya que no pueden encontrarme a mí, van a por lo que más me duele, mi familia”, añade.

Una de las habitaciones donde vivían los jóvenes en Prado del Rey. FOTO: GUARDIA CIVIL
Una de las habitaciones donde vivían los jóvenes en Prado del Rey. FOTO: GUARDIA CIVIL

Los investigadores de la Guardia Civil, tras la denuncia interpuesta por los jóvenes prostituidos, constataron que la organización captaba a los futbolistas en Sudamérica y una vez en España eran trasladados hasta Prado del Rey, donde les retenían su documentación y les quitaban todo su dinero. Los proxenetas les crearon perfiles en redes sociales de contactos homosexuales, donde concertaban citas con los clientes. El importe de estos encuentros les era requisado y ellos eran devueltos de nuevo a la vivienda donde convivían trece jóvenes, que eran trasladados a distintas localidades para tener los encuentros.

“Nos quitaban los móviles para que no pudiéramos hablar con nadie”, cuenta Andrés. “Nos cobraban mucho dinero por vivir, entre 250 y 500 euros, y solo nos daban de comer lentejas, garbanzos y judías, todo de bote. Para comer algo distinto nos tocaba mendigar e ir por los restaurantes para que nos dieran lo que les sobraba cuando cerraban”, relata. “Me he negado siempre —a prostituirse—, pero me armaban problemas muy grandes. Nos amenazaban con echarnos de la casa y de España, con ir contra nuestras familias”. En una ocasión, la Guardia Civil visitó la vivienda donde residían, situada a cuatro kilómetros de Prado del Rey. “Nos veían andar hasta allí y alguien avisaría”, dice Andrés. “Nos preguntaron cómo estábamos y les dijimos que todo estaba bien, ¿qué podíamos decir?”, se lamenta.

Andrés, mostrando un contrato falso en su móvil, durante la entrevista. FOTO: MANU GARCÍA
Andrés, mostrando un contrato falso en su móvil, durante la entrevista. MANU GARCÍA

Ante la situación desesperada que están viviendo, los jóvenes sudamericanos liberados por la Guardia Civil han iniciado una campaña de recogida de fondos para financiar su libertad. “Necesitamos protegerlos, terminar de pagar sus deudas con prestamistas pseudomafiosos y ayudarlos a encauzar sus vidas. Son buenos chicos de familias sencillas y que en algún caso tuvieron que vender sus casas para financiar el viaje y los falsos gastos de gestión de sus contratos”, se cuenta en la campaña iniciada en la plataforma Go Found Me.

“Desde que llegamos a España todo han sido calamidades, entregábamos dinero supuestamente para nuestro hogar y nuestra alimentación, algo que nunca llegó tampoco, con lo cual tocaba mendigar para poder comer, esperar que los restaurantes cerraran y lo que sobraba nos lo regalaban”, recoge la petición. “Ahora estamos recibiendo continuas amenazas”, agrega, por eso piden ayuda para “salir de todo esto y de las deudas. Nos hicieron creer que seríamos futbolistas aquí, nuestros familiares ya no tienen recursos económicos, ni sabemos cómo devolver tanto dinero”.

“Nos prometieron equipos grandes, Rayo, Sevilla, Atlético… pero era todo mentira. Como mucho hemos jugado partidos de domingo con veteranos”, dice Andrés, quien tenía ante sí una prometedora carrera como futbolista. “Me dañó la vida, me sacó del fútbol, ahora estoy inactivo”, se queja. Aun así, sueña con volver a jugar. “Se pierde un poco la ilusión, aunque soy joven y aún tengo recorrido”. Para ello debe saldar su deuda, algo que le quita el sueño todas las noches. “Con dinero se compran muchas cosas, se compran dignidades”, relata. “En Colombia una bala vale 2.000 pesos y un trozo de marihuana vale 1.000 pesos. Eso aquí es un euro. Y ya tuve muertes en mi entorno…”.

Sobre el autor:

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Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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