Un mensaje 'viral' que puede evitar el cierre de la panadería de un ex trabajador de Delphi

Eduardo Romero publicó en Twitter un mensaje que han compartido 21.000 personas y que ha servido al negocio de sus padres para captar nuevos clientes y para recibir numerosas muestras de solidaridad

Conchi, Eduardo y Antonio, propietarios de la panadería La Curva, en el establecimiento. FOTO: MANU GARCÍA
Conchi, Eduardo y Antonio, propietarios de la panadería La Curva, en el establecimiento. FOTO: MANU GARCÍA

Eduardo no para de escuchar en casa que el negocio familiar no va tan bien como hace unos años, que si sigue así, declarando pérdidas, sus padres tendrán que cerrar la panadería que regentan desde 2013 y dedicarse a otra cosa. “Le vimos las orejas al lobo”, dice el joven, que el pasado 7 de enero decidió que “algo tenía que hacer” para dar a conocer la panadería La Curva, situada en la avenida Segunda Aguada de Cádiz. Y empezó por publicar un mensaje en su cuenta de Twitter: “Mis padres abrieron una panadería como última salida después de que a mi padre lo echaran de su trabajo. Al principio iba bien pero cada vez se ganaba menos hasta que actualmente prácticamente estamos a punto de cerrar. Un RT (retuit) es gratis. Contacto y dirección abajo”.

Lo que no se imaginaba es que iba a alcanzar la repercusión que ha tenido. El mensaje de Eduardo Romero, hijo de Antonio y Conchi, suma más de 21.000 retuits (veces compartido) en Twitter y más de 7.000 me gusta cuando se escriben estas líneas. “Tengo que quitar internet del móvil porque de las notificaciones que me llegan se me acaba la batería muy rápido”, dice el joven, entusiasmado con el alcance de su llamada de auxilio. “El objetivo del tuit está cumplido con creces, la idea era que nos viese gente y nos ha visto todo el mundo, lo que queda es que quien venga nuevo salga de aquí contento y vuelva”, dice Eduardo.

https://twitter.com/eduromero97/status/1214515301565501442

La ola de solidaridad que ha recorrido las redes sociales ha hecho que la panadería capte nuevos clientes, que un estudiante de diseño les haya hecho un logo gratis y que empresas de marketing se hayan ofrecido a ayudarlos con la gestión de las redes sociales que le han abierto al negocio. “A lo mejor sorteamos tartas”, expresa Eduardo, ante la atenta mirada de su padre, Antonio Romero, quien confirma que el negocio “ha ido perdiendo clientela” y que se han llegado hasta plantear su cierre si pasan otro año con pérdidas. “Si no me da para cubrir gastos y llevarme dinero para mi casa, no puede continuar abierto”, expresa.

Antonio es un antiguo trabajador de Delphi, la multinacional de automoción que hizo las maletas y abandonó las instalaciones que tenía en la provincia en 2007, dejando en la calle a más de 1.900 empleados, entre ellos, al propietario de la panadería La Curva. Con los 52 años que tenía en el momento del cierre, Antonio tenía claro que “o montaba algo por mi cuenta o me quedaba en mi casa comiéndome las moscas”, explica. Apenas seis meses le impidieron ser uno de los prejubilados de Delphi, por eso se tuvo que reinventar. Con el dinero de la liquidación se hizo con la panadería, en la que pasa diariamente más de doce horas junto a su mujer, Conchi Llorens. Antonio, que fue operario de planta de la multinacional durante 30 años de su vida, se vio un día en la calle, y se decidió por la venta de pan. “Es más sencillo que tener una carnicería o una frutería, por eso nos decidimos”; confiesa.

Conchi atiende a un cliente tras el mostrador de la panadería La Curva. FOTO: MANU GARCÍA

La panadería La Curva pertenece al matrimonio formado por Antonio Romero y Conchi Llorens desde 2013, y los primeros años “fue bien”, pero lleva un par de ejercicios en los que las cuentas no salen. “Yo lo achaco a que en la barriada ahora viven muchas personas mayores, que si antes compraban tres o cuatro barras para ellas y sus hijos o nietos, ahora compran solo una”, señalan. El negocio, que “vive del pan”, abre todos los días, “hasta en Navidad o Reyes”, pero aún así no le sirve para generar beneficios. “Hemos intentado meter otros productos pero es difícil abrir mercado, tenemos un supermercado con precios muy bajos aquí al lado y contra eso no se puede competir”, expresa Antonio.

De momento, ya tienen cuenta en redes sociales, harán sorteos para atraer a nuevo público y están pensando en campañas promocionales para que el boom del tuit no se desinfle tan rápido y se mantenga en el tiempo. “Somos la cara de mucha gente que lo está pasando mal en Cádiz”, apunta el propietario de la panadería La Curva que, de momento, “no da ni para un sueldo”. Por eso intentan reinventarse y hasta están pensando abrir por las tardes, “pero eso sería no tener vida”, señala Eduardo, quien añade: “No puede ser que mis padres estén trabajando tantas horas y estén perdiendo dinero, porque hay que poner dinero de casa para cubrir gastos de la panadería”. Conchi y Antonio, que seguirán levantándose cada día a las seis de la mañana para abrir su negocio, esperan que el efecto del tuit no se diluya. Ellos pondrán todo de su parte para que así sea.

Sobre el autor:

Foto Francisco Romero copia

Francisco Romero

Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla. Antes de terminar la carrera, empecé mi trayectoria, primero como becario y luego en plantilla, en Diario de Jerez. Con 25 años participé en la fundación de un periódico, El Independiente de Cádiz, que a pesar de su corta trayectoria obtuvo el Premio Andalucía de Periodismo en 2014 por la gran calidad de su suplemento dominical. Desde 2014 escribo en lavozdelsur.es, un periódico digital andaluz del que formé parte de su fundación, en el que ahora ejerzo de subdirector. En 2019 obtuve una mención especial del Premio Cádiz de Periodismo, y en 2023 un accésit del Premio Nacional de Periodismo Juan Andrés García de la Asociación de la Prensa de Jerez.

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