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Mientras algunos nacieron rodeados de hormigón y ladrillo, Lourdes Menacho Vega (Cuartillos, Jerez, 1972) creció en el Cerro Marín, desde donde contemplaba el horizonte y toda la campiña jerezana. "No había ninguna construcción delante, se podía ver Medina Sidonia, todos los pueblos de colonización, San José del Valle, Grazalema… Es uno de los puntos más altos de la zona rural... Para mí era como un privilegio. Salía y era todo libre", explica. De padre agricultor, Lourdes se crió con los valores que el campo ofrece. La tierra, el agua...

"Éramos muy conscientes, tanto yo como mis tres hermanas, de que si no llovía, no había cosecha. Y si no había cosecha buena, el año iba peor. Era muy consciente de los ingresos económicos y de lo que costaba conseguirlos". Se dice que la gente de la zona rural está hecha de otra pasta: trabajadora, reivindicativa y sobre todo solidaria. Pero hoy, Lourdes Menacho, ha sido galardonada con el Premio Ciudad de Jerez 2017 a la Iniciativa por ser un referente en la zona rural y por la defensa de la calidad de vida de sus vecinos. Ella acepta con sorpresa y humildad el premio, pero también objeta: "Nos quieren urbanizar a todos. Siempre hablamos de Jerez ciudad, hasta los premios son Ciudad Jerez y somos un municipio con 33 núcleos rurales".

Como en la ciudad, la zona rural también ha sufrido cambios. Echando la vista atrás, Lourdes narra que sus vecinos crearon un parvulario en un patio de la Iglesia de Cuartillos. "No era para nada una guardería, no había ni baños", sonríe. Los recursos y los servicios de la época eran mínimos y siempre tenían que marchar a otra localidad cercana para hacer uso de los centros públicos. Recuerda que, a finales de los setenta, tres autobuses paraban en Cuartillos para que los niños pudiesen ir a la escuela, al CEIP Arquitecto Leoz en La Barca, junto al río Guadalete. No obstante, por aquel entonces había una segregación educativa, un colegio para los barqueños y otro para "los niños del campo": San José del Valle, Majarromaque, San Isidro, Mesas del Corral, La Guareña…

Siempre, desde los seis añitos, ha echado mano del transporte público y cuando llegó Secundaria la distancia creció aún más. Cuenta que le costó adaptarse al IES Alvar Núñez. Acostumbrada a estar junto a sus amigos de las ELA o barriadas rurales, Lourdes se encontró con un aula llena de gente que no conocía. A ese reto se sumaron los problemas burocráticos que tuvo para poder recibir una beca educativa que financiara dichos transportes. "Pensaban que Cuartillos estaba en Jerez, y claro que es de Jerez, pero estaba a 12 kilómetros del instituto". Ese descontrol, esa poca conexión entre la zona urbana y la rural, continúa existiendo y creando estigmas sociales. Lourdes critica que "el campo se ha ido olvidando". "Toda la zona rural es zona agrícola y el mundo agrícola está muy minusvalorado. Tú te puedes gastar 60 euros en una prenda, pero te cuesta pagarle a la costurera. El trabajo artesanal no está valorado, entonces un kilo de tomate vale lo que vale. Si el campo estuviera mejor valorado la gente joven se habría quedado allí a vivir y a trabajarlo...".

Cuatro hermanas que han estudiado y que no se han dedicado al campo. ¿Por qué?

No es que no nos guste, y además lo valoramos mucho, pero sabíamos lo que significaba. Yo he visto a los hombres pelar remolacha en un camión de remolacha pequeño porque el año había sido malo, y ver cómo sudaban… Luego ya se ha mecanizado todo, pero eso no es vida, ¿quién se pone a trabajar en el campo a las cuatro de la tarde?

Cuando terminó el instituto ninguna profesión le llamaba la atención. Pero dio con algo que le gustó muchísimo: la escuela municipal de animación sociocultural del Ayuntamiento de Jerez. Se formó en la ciudad, con varios cursos y módulos de técnico superior. Confiesa que toda la materia la aprendió en Jerez, pero que luego se trasladó a Madrid durante cuatro años para certificar sus estudios y conseguir el título de Técnico Especialista de Actividades Socioculturales (Tasoc).

"El Ayuntamiento está centralizado y creo que somos más de 20.000 habitantes los que vivimos en la zona rural"

De Cuartillos a la capital de España.

Un cambio duro, pero interesante. En esa edad eres una esponja y en Madrid había un montón de actividades culturales, una cantidad de actividades formativas gratuitas. Y además yo podía trabajar, estudiar y participar en entidades. Eso era una maravilla. También estuve trabajando en barrios complicados como Carabanchel, en una zona de poblado de chabolas donde la población gitana no estaba integrada como aquí. Y además trabajé con jóvenes con dificultades socioeconómicas.

¿Le hace falta una explosión cultural al mundo rural?

Al mundo rural lo que le hace falta es que Jerez lo integre como un municipio de verdad. Gibalbín está más cerca de Arcos que de Jerez, Mesas de Asta está debajo de tierra, que ese yacimiento arqueológico le daría a Jerez una promoción al municipio y a la provincia entera… Hay que invertir. Esa azucarera que está en El Portal podría ser perfectamente un lugar de conciertos para los veranos, que las salidas y los accesos a Jerez estén mejor… Porque a ver, cualquier ciudadano de Jerez debería coger la bicicleta o ir a pie y llegar a la zona rural. ¿Eso lo podemos hacer? ¿Existen carriles bicis adecuados? ¿Existen zonas peatonales donde tú puedas hacerlo? Yo a veces no creo que sea la voluntad de las personas, pero sí que esto no se prioriza. Ha habido unos años donde todo era Jerez. El Ayuntamiento está centralizado y creo que somos más de 20.000 habitantes los que vivimos en la zona rural. Y esa conexión que tenemos que tener entre la zona rural de Jerez y la urbana, a veces se rompe por la propia infraestructura.

“Hay que salir un poco del mundo urbano y entrar en el mundo rural, y al revés"

La de Cuartillos subraya que lo que hace falta es una cultura, ser parte de una cultura no tan urbanizada. "Lo pensamos todo desde los despachos a veces. Incluso en las obras que se diseñan, habría que contar con gente del territorio", incide y destaca: “Hay que salir un poco del mundo urbano y entrar en el mundo rural, y al revés, ¡eh! Esto es como un hijo, si tú adoptas a un niño, tú tienes que cuidarlo, o es o no es tu hijo. Pero a medias…".

Desde el mundo rural piden servicios y dignidad. Lourdes comenta que siempre han tenido la sensación de colonización, de que llegan los urbanitas a enseñarles a los de pueblo. "Eso es un complejo de colonización, vengo aquí a enseñar a los que no saben. Y en las propias zonas hay mucha gente que sabe igual, o más. Yo no lo sé, pero probablemente tengamos mucho más nivel académico que muchos barrios de Jerez". La zona rural ya no es lo que era. "El nivel educativo ha subido, sobre todo en las mujeres. Hemos pasado de tener pocas carreras en el pueblo a tener químicas, arquitectas, ingenieras…". En el mundo rural la mujer es la que más participa, y es que las asociaciones de mujeres han sido un motor esencial en la zona rural.

Mientras el hombre trabajaba el campo, ellas se formaban. Sin embargo, estos siguen en los puestos de poder y ellas en un segundo plano. "No es proporcional. Las que se han formado en la zona rural han sido las mujeres, pero quien dirigen son los chicos. Hay más alcaldes pedáneos. ¿Por qué? Hay más control, igual que hay un espacio comunitario que te ayuda si estás mal, también hay un control si eres diferente, o si tienes carácter, o si llegas a las cinco de la mañana, o si contestas al delegado de la alcaldía en público...". Admite que en el campo el machismo es más profundo: "El campo es un espacio muy de hombres y las mujeres no somos listas, somos listillas. Hay veces que parece que tenemos que pedir perdón por saber, por habernos formado".

Desde 1995 al 96, Lourdes ha trabajado en cinco iniciativas culturales de diferentes puntos de la geografía española. En Cáritas Diocesana de Jerez durante diez años, como asesora de la delegación de Medio Rural del Ayuntamiento de Jerez desde 2007 hasta 2010, también en el Ayuntamiento de Puerto Real en 2012, en la asociación para el desarrollo rural de la campiña de Jerez y en la Federación Española de municipios y provincias. Y uno de sus mayores logros fue cofundar el Colegio Profesional de Educadoras y Educadores Sociales de Andalucía en 2007, del que fue presidenta hasta 2013 y ahora secretaria general. No obstante, ella prefiere resaltar el trabajo que ha desarrollado para impulsar la zona rural de Jerez. "Me impliqué de jovencita en mi barrio y mi profesión la he ejercido en la zona rural. Para mí era como un compromiso. Porque esto hay que cambiarlo y transformarlo y solo se modifica currando y currando en equipo. Lo que trabajaba con el grupo de Cuartillos era ver, juzgar y actuar: observa lo que hay, analiza lo que hay y actúa para modificarlo. Yo creo que ese descubrimiento ha sido el que me ha llevado a todo lo que he hecho", comparte.

Finalmente, la educadora social plantea una de las cuestiones que más reitera: a participar se aprende. "Ser solidario, generoso… eso lo aprendes en la familia, pero el participar, se aprende. Y cada vez quedan menos espacios donde aprendemos a participar. Primero porque el individualismo de este sistema neoliberal nos lleva a: yo, mi moto, mi casa y mi vida. Cada vez hay menos espacios comunitarios donde compartimos. Date cuenta que las urbanizaciones están cerradas a la calle. Antes estaban abiertas y la gente se relacionaba. En Jerez hoy resisten pocos centros de tiempo libre. ¿Dónde aprenden los niños a participar y a implicarse? Nada, mi tiempo es mío y se acabó", remata.

Sobre el autor:

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Claudia González Romero

Periodista.

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