Gabriel dice que no lleva mal los momentos de soledad. Tiene 77 años y, a su edad, sigue valiéndose para llevar adelante las labores de su casa, siempre que sus problemas de espalda y rodilla se lo permitan.
Gabriel Almagro Álvarez nació en la calle Merced de Jerez, pero cuando era muy niño se mudó con su familia a la Entidad Local Autónoma (ELA) de Guadalcacín, donde reside desde entonces. Hasta hace un par de años, con su madre, que falleció siendo centenaria.
En la casa familiar vive con su hermano, de 72 años. Son el mayor y el pequeño de cinco hermanos, que se quedaron habitando la vivienda tras la muerte de su madre. Aunque comparten casa, hay momentos en los que Gabriel se queda solo. No lo lleva demasiado mal, insiste, pero hay cuestiones para las que necesita ayuda. Y llamadas que le arreglan un mal día.
Hace unos meses se le presentó un problema: tenía que cambiarse la dentadura y buscaba si existía alguna subvención para amortiguar el golpe a su pensión que supondría pagarla íntegra. Existía, la pidió y le concedieron una subvención individual para la adquisición, renovación o reparación de prótesis y órtesis dentales.
Ya luce su nueva dentadura. Y le da las gracias a María, que lo acompaña en la entrevista con lavozdelsur.es, que tiene lugar en la peña Los Amigos de la ELA. María Jiménez es trabajadora social de Codisa Impulsa Igualdad Andalucía, una entidad que tiene un programa piloto, al que llama Radares, que busca prevenir la soledad no deseada, dirigido a personas mayores de 55 años.

“Atentemos a personas que viven solas, son viudas, con hijos que viven lejos o en trámites de obtener un grado de discapacidad”, cuenta Jiménez. “Radares está pensado para personas mayores de 55 años con necesidades, aunque no siempre tengan una discapacidad reconocida”.
Lo que más piden los usuarios del programa son ayudas con trámites burocráticos. “También hemos detectado casos de violencia de género, sobre todo psicológica, que no siempre se denuncian, pero hacemos seguimiento y damos apoyo”, relata la trabajadora social.
En toda Andalucía atienden durante este año a más de un centenar de personas mayores de 55 años. Un tercio de ellas son de Guadalcacín, donde está teniendo buena aceptación. El boca a boca está siendo clave.
El programa se llama así porque en cada población tiene “radares”, personas o comercios que acompañan a estos usuarios. Medio centenar de negocios ayudan a la iniciativa, avisando o poniendo en contacto a vecinos y a la entidad. Para dejar de estar solos, para ayudarlos en lo que necesiten.
"Me mareo mucho y no salgo de casa"
Diego Durán, de 78 años, es otro de los usuarios del programa. Apenas sale de casa, por sus problemas de salud, de ahí que agradezca la ayuda de la entidad para tramitar la Renta Mínima de Inserción Social que le han concedido a su mujer, que se desplaza con dificultad.
Ambos han solicitado la Dependencia, aunque siguen esperando una resolución. Mientras, se las apañan como pueden. Sin salir de una vivienda en la que hay días que se les hacen eternos.
“Me mareo mucho y no salgo de casa”, cuenta. “Cuando salgo en coche es porque estoy bien, y solo para comprar, sin bajarme siquiera”. “De pequeño tuve poliomielitis y no puedo desplazarme. Mi mujer también va con andador”, relata este vecino de Guadalcacín.
“A los usuarios los llamamos de vez en cuando, se les visita, se les ayuda con trámites, citas médicas, DNI… y todo aquello que hoy día se hace de forma telemática”, relata María Jiménez, la trabajadora social de Codisa que coordina el programa en la zona de Jerez.

“La mayoría de problemas vienen por la digitalización. Muchos mayores no saben usar el móvil para trámites y se quedan fuera”, insiste Jiménez. Entidades como Codisa, que trabaja a nivel andaluz, vienen a cubrir ese hueco que deja la Administración.
"La confianza es fundamental"
Es este un trabajo que, con el paso del tiempo, se vuelve casi amistad. “Ellos me preguntan por mis niños, yo llamo a sus hijos cuando viven fuera, o se les acompaña cuando les llega una carta que no entienden”, dice Jiménez a modo de ejemplo. A menudo se cubren tareas que están fuera del programa.
“La confianza es fundamental. Al principio no me cogían el teléfono porque desconfiaban de números ocultos o desconocidos. Ahora uso mi propio número y eso les da seguridad. Ellos saben que me pueden llamar y que estoy ahí para lo que necesiten”, relata la trabajadora social.
"De vez en cuando me llama para ver cómo estoy y eso se agradece, porque aunque vivo con mi hermano, a veces me quedo solo. Nunca me he sentido abandonado, pero las llamadas y el acompañamiento dan tranquilidad", dice Gabriel.
En España, una persona de cada cinco sufre soledad no deseada. Casi el 68% lleva en esta situación más de dos años. Entre las personas que actualmente no se sienten solas, más de una de cada tres (36,6%) tuvo una etapa en la que se sintió bastante o muy sola. Son datos del Barómetro de la soledad no deseada en España 2024, impulsado por la Fundación ONCE y la Fundación AXA en el marco del Observatorio SoledadES.
Ante estos datos, hace una reflexión la presidenta de Codisa, Sara Rodríguez: "Cuando pensamos en soledad no deseada a la mayoría se les viene a la cabeza la imagen de una persona mayor, a lo mejor viuda, que no ha tenido hijos o sus hijos viven fuera. Pero esto es solo un estereotipo. Este año tuvimos que bajar la edad para entrar al programa de 65 a 55 años, porque nos encontrábamos a muchas personas que deberían estar en el programa, pero que no podían entrar por criterios de edad".
"Gracias a una convocatoria de los fondos Next Generation de la Junta de Andalucía en el año 2024 se decidió realizar una experiencia piloto en Jerez y Córdoba donde a través de la creación de una red de radares comunitarios —panadería, farmacias, centros de salud— pudiéramos identificar e intervenir con estas personas que se encontraban en situación de soledad no deseada", relata Rodríguez.
"Nuestro objetivo es crear comunidades solidarias en las que ningún mayor esté solo. Por ello, en un primer momento se busca la colaboración de comercios de cercanía, que suelen tener un contacto frecuente con sus clientes y suelen conocer la situación de cada uno", insiste la presidenta de la entidad, quien remata: "Los cambios sociales están empeorando este problema, hemos pasado de familias numerosas donde existía una gran cohesión entre hermanos, primos, a una sociedad cada vez más individualista".


