Raquel, condenada a pagar 5.000 euros por enfrentarse a la tanqueta: "Es una lucha de clases"

La trabajadora ha sido sentenciada por revelación de datos y por injurias al pago de una sanción económica, que tiene dificultades para afrontar y para lo cual ha abierto una caja de solidaridad

Raquel Rodríguez, la mujer trabajadora que se enfrentó a la tanqueta de la UIP en la huelga del metal, este jueves en la rotonda donde se dieron los disturbios.
Raquel Rodríguez, la mujer trabajadora que se enfrentó a la tanqueta de la UIP en la huelga del metal, este jueves en la rotonda donde se dieron los disturbios. MANU GARCÍA

El 22 de noviembre de 2021, una tanqueta de los antidisturbios entró en la barriada del Río San Pedro, en Puerto Real, para disuadir a los trabajadores que se movilizaban en la huelga del metal. Raquel Rodríguez se encontraba en ese momento desayunando en un bar cerca de su casa. "Lo recuerdo como una desproporción tremenda", rememora. 

La gaditana se acercó a pedirles a los antidisturbios que pararan. Más de dos años después, Raquel ha sido condenada por un delito de revelación de datos y de injurias, por compartir en redes sociales imágenes de lo sucedido en esos días. "¿Injurias? ¿Qué pasa, que toda España no ha visto como entró la policía dentro de los barrios? Para eso está todo documentado con vídeos y fotos, cómo se cebaron contra un barrio obrero y contra unos trabajadores del metal que lo único que pedían era que se cumpliera el convenio", recalca.

Se le ha impuesto una sanción económica de diez euros al día durante doce meses, más unos 300 euros de las costas del juicio, más los costes que tiene que afrontar por su abogado. En total, casi 5.000 euros. "Yo, como trabajadora mileurista que no llego ni a final de mes, no puedo hacer frente a esto", se sincera Raquel.

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Raquel señala el lugar donde se acercó a los antidisturbios.  MANU GARCÍA

En su momento, le propusieron un acuerdo, por una menor cuantía económica, pero tendría que declararse culpable. Se negó rotundamente, y no se arrepiente. "Aquí tendrían que haber pagado los mandatarios, los que mandaron a los antidisturbios a agredir a la vecindad y a un barrio obrero militarizándolo. Y eso ha quedado impune, y eso sí es un delito, no que yo haya compartido los vídeos o que lo haya denunciado en redes", expresa. 

Por eso, tiene claro que recurrirá la sentencia, porque no puede afrontarla. Y también por una cuestión de conciencia de clase: ya no por ella, sino "por todo el movimiento obrero", según relata. "¿Dónde se ha visto eso? ¿Que se ataque a los trabajadores y no a los explotadores, que son los que nos llevan a desencadenar una huelga, una huelga que era totalmente legal?", apunta. 

"Se les iba de las manos. Así lo veo ahora: se les iba de las manos, y quisieron reprimir las protestas. Ahí entran también unos intereses de clase, de la patronal", explica Raquel Rodríguez, que actualmente trabaja en el sector de la limpieza y trabaja, dice, "más horas que Cascorro". "Para mí es un lujo pagar esta multa. Me podía haber agarrado a lo menos malo, que era aceptar el acuerdo. Pero entonces la dignidad te la pisotean", recalca. 

Para Raquel, esta sentencia es el ejemplo de una "herramienta de represión" del Estado contra la clase trabajadora

Ante la imposibilidad de afrontar el pago de esta sanción económica, utilizará, afirma, todas las herramientas que tenga a su alcance. Ha abierto una caja de solidaridad para que todo aquel que quiera contribuir pueda hacerlo y, de momento, se está encontrando con la solidaridad y el apoyo "de la clase trabajadora", apunta. 

Si el recurso no prospera, y si finalmente puede afrontar el pago de la sanción en su totalidad, lo hará; si no, espera que le permitan fraccionarlo, o alguna otra medida de flexibilidad. Porque, según le ha informado su abogado, si no paga la multa, es probable que tenga que cumplir unos meses de cárcel, en proporción a la sanción económica.

"Sería el colmo, porque entonces que lo digan claro: que estoy condenada. Porque esto es como si me condenaran a prisión, pero sin hacerlo, porque saben que no puedo pagarlo", detalla la gaditana. 

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Raquel no puede afrontar el pago, por lo que ha abierto una caja de solidaridad.  MANU GARCÍA

Si nada resulta, asumirá "lo que tenga que asumir", pero con pesar por ser castigada "por hacer frente a un conflicto que había generado la misma patronal, porque yo no he generado el conflicto, entraron en mi barrio", se sincera.

Pero lo sucedido no ha hecho que se arrepienta, ni mucho menos, de no haber aceptado el acuerdo en su momento. "De hecho, cuando salí del juzgado, lo último que le dije al juez es: me reafirmo en todo lo que he dicho, no voy a dar ni un paso atrás. Estamos hablando de una lucha de clases, una lucha de la clase trabajadora", expresa emocionada.

El caso de Raquel se ha convertido en un símbolo de la lucha del movimiento obrero, y ella, en una voz que se alza contra la represión. Y recalca: "Sé cómo funciona el Estado y cómo reprime, y cómo utiliza sus herramientas de represión contra la clase trabajadora cuando esta se levanta; esto es una lucha de clases", concluye.

Sobre el autor:

Alaia Rotaeche

Alaia Rotaeche

Graduada en Periodismo y Máster en Estudios Literarios por la Universidad Complutense. He pasado por medios locales, por comunicación política y de organizaciones y he participado en proyectos autogestionados. Me interesan particularmente la cultura, la política, las migraciones y los feminismos, e intento siempre tener la mirada puesta en quienes tradicionalmente han habitado los márgenes de la sociedad.

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