2015-03-03-Jerez-Estupefacientes-7-1
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Hachís y cocaína son las principales drogas que se venden y consumen en Jerez. Conocemos la labor del Grupo de Estupefacientes de la Comisaría de Jerez. Formado por siete personas, el año pasado realizó 17 operaciones contra el menudeo y el mediano tráfico de drogas en la ciudad. 

Estancia Barrera es hoy en día uno de los puntos calientes del menudeo en Jerez. Aparcamos el coche después de dar una pequeña vuelta por el barrio de estrechas calles y bloques de pisos en ambos lados, varios de ellos conectados entre sí por pasarelas peatonales desde donde divisamos a una quincena de personas. Cuando nos bajamos, sus miradas se nos clavan como agujas. Aparentemente no hacen nada, pero entendemos que están ojo a vizor, pendientes de quién llega. Allí se conocen todos, y una pareja de personas desconocidas llama mucho la atención, sobre todo si una carga con un equipo fotográfico.

La situación es un poco violenta, pero comprendemos que hay cierta suspicacia. No hace mucho la Policía Nacional desarrolló aquí una operación en la que detuvo a una pareja de hermanos por vender hachís al menudeo. Según informó el 091, era uno de los focos más activos e importantes de Jerez, con una clientela que llegaba a alcanzar las 90 personas al día procedente de toda la provincia.

Vemos muchas caras jóvenes entre los que nos miran. Por la hora que es, mediodía, muchos deberían estar trabajando. En el barrio el paro ha hecho mella. De un piso sale una mujer. Le preguntamos si conoce lo que ocurrió hace unos días. Nos dice que sí, que algo escuchó, pero que tampoco nos puede contar gran cosa. También nos advierte que tengamos cuidado, que a algunos no les gusta que se hagan este tipo de preguntas por aquí.

Nos acercamos a varios veinteañeros, situados a pocos metros de un parque infantil sin niños. Nos ven de lejos. Bajan la mirada y dejan de hablar cuando les saludamos. Les decimos que queremos saber cómo está la cosa en el barrio, si el paro hace que muchos tengan que dedicarse al trapicheo, si conocían a los detenidos… Nadie sabe nada ni afirma conocerlos. Eso dicen al principio. Luego uno de ellos nos dirá que ya estaban en la calle, pero nada más. Les damos las gracias y nos despedimos. Al fondo, desde la altura que dan las pasarelas seguimos siendo observados.

Nos acercamos hasta una frutería. Allí, el frutero tampoco nos dice mucho, aunque se muestra simpático con nosotros. En el bar de al lado la cosa cambia. Aquí vemos caras curtidas por los años, jubilados tomándose el oloroso del mediodía. Nadie nos contesta salvo el camarero, que nos dice que los chavales son buena gente, aunque con un tono de voz que nos invita a no hacer más preguntas.

Ya vemos que será difícil conocer la opinión del vecindario sobre cómo está la cosa por Estancia Barrera, pero lo intentamos por última vez, precisamente con los que nos observaban desde las alturas. Pasamos por detrás de los bloques y llegamos hasta una de las pasarelas. Las miradas bajan. Algunos se van. Como ya intuíamos, nadie sabe nada. Nadie quiere ser tachado de chivato. Por descontado que ni se nos ocurre sacar la cámara para tirar una sola foto.

Lo cierto es que días antes de hacer esta visita al barrio, este medio pudo contactar telefónicamente con la madre de los detenidos. Al principio ni siquiera confirmó que era ella. Sólo nos decía que la Policía se había extralimitado con sus hijos, explicaba que son "buenos muchachos" y que las armas que les habían requisado -navajas y catanas- las tenían desde que eran pequeños porque las "coleccionaban". Ya luego, preguntada por cómo estaba tan segura de lo que decía, confirmaría que era su madre, y también, al ser invitada a denunciar a través de este medio esa supuesta mala praxis de la Policía, recularía un poco. ¿Pero señora, son inocentes sus hijos entonces? “Hombre, inocentes, inocentes…”

Hachís y cocaína, principales ventas en Jerez

El caso de Estancia Barrera en Jerez no es único. Si bien el trapicheo de hachís se puede dar en cualquier punto de la ciudad, cuando hablamos de otros tipos de droga, como cocaína, heroína o ‘rebujito’ -la mezcla de estas dos sustancias- la venta se sigue dando principalmente en las zonas más deprimidas. De hecho, hace sólo una semana se desarticulaban cuatro puntos de venta en dos bloques de las llamadas ’54 viviendas’ del Polígono de San Benito. 

De estas operaciones tiene mucho que decir el Grupo de Estupefacientes de la Comisaría de Jerez. Formado por siete personas, son los encargados de la difícil tarea de localizar, investigar y sobre todo, interceptar la droga. “Por mucho que digamos que una persona se dedica a vender droga, si tenemos que detener a esa persona, por supuesto necesitamos también coger la droga ya sea en el momento de la transacción o donde la tenga depositada. Es la prueba fundamental para poder demostrar que el detenido se dedica a venderla o distribuirla”. 

El que habla es el subinspector del grupo, del que por motivos de seguridad y operatividad omitimos su nombre. Desde su punto de vista, el movimiento de droga en Jerez está a un nivel "normal", esto es, similar al de las localidades medianamente grandes de la provincia, si bien lógicamente, al tener Jerez un mayor volumen de habitantes y al estar bien comunicada, el movimiento es un poco mayor. Así, se congratula de que el trabajo que están haciendo está dando sus frutos, lo que hace que sobre todo el menudeo haya descendido con respecto al que se daba hace diez o doce años.

En cuanto al tipo de drogas, hachís y cocaína son las principales que se venden en Jerez, siendo la primera la que más demanda tiene, principalmente entre la juventud. Su precio al menudeo está en dos o tres euros, mientras que el kilo ronda los 600 euros. Muchos son los que, derrotados por el paro y agobiados económicamente al no tener ninguna fuente de ingreso, siguen jugándose el tipo trayéndola desde Marruecos, bien alojada en forma de bellota dentro del cuerpo, bien en tabletas a través de zodiacs cuyo cargamento descargan por toda la costa gaditana o por los ríos Guadalete y Guadalquivir.

En cuanto a la cocaína, explican desde el Grupo de Estupefacientes que ya no sólo se vende en puntos fijos, sino que incluso se ha creado el fenómeno de la ‘tele-droga’, personas que son contactadas por teléfono para que acudan a un domicilio a vender unos gramos. “El perfil de este comprador es el de una persona de clase media-alta que no quiere desplazarse hasta puntos marginales, porque no es de su agrado ir a zonas donde puede ser visto. Además, el el trato es menos directo si llama y se lo llevan a la puerta de su casa”, señala el subinspector.

La colaboración vecinal, clave

Lo que diferencia al Grupo de Estupefaciente de otros grupos es que no tiene horarios, ya que la venta de droga se puede llevar a cabo a cualquier hora. En este sentido, las investigaciones muchas veces tienen su origen tras una llamada vecinal alertando del hecho delictivo. Pero como en el caso de Estancia Barrera, muchos llaman, dan el aviso y luego no quieren saber más nada de la policía. “En muchos casos hay miedo. Sí es verdad que en este barrio la mayoría está en contra de esto, porque nadie quiere que se venda droga en el parque donde juegan sus hijos, pero, aun insistiéndoles en que se preservará su anonimato, muchos son reticentes siquiera a que conozcamos sus números de teléfono para poder contactar con ellos”.

A partir de esas llamadas anónimas, o gracias a las informaciones de contactos trabajados durante años, comienzan las investigaciones. “Cada una es un mundo y a cada una se la trata de una manera diferente. Sí es verdad que intentamos siempre aportar el mayor número de pruebas, pero depende de muchos factores. A veces con un tema de menudeo en un par de días tienes todas las pruebas del mundo y otras veces necesitas tres meses".

Y es que, hay ocasiones que las ventas se realizan de una manera muy profesionalizada. Es el caso de la última operación llevada a cabo en las '54 viviendas'. No sólo había varias personas que realizaban diferentes tareas, unos de venta y otros de vigilancia, sino que varios de los pisos donde se realizaban las transacciones se encontraban 'bunkerizados' de tal manera que se habían instalado medidas inusuales y desmedidas para lo que suele ser un domicilio corriente: puertas reforzadas y blindadas con grandes placas metálicas; cierres interiores mediante vigas de hierro; o ventanas clausuradas y tapiadas con la intención de evitar que la policía o miembros de bandas rivales pudieran llegar a entrar con facilidad en el interior de estos pisos.

Desde Estupefacientes también destacan la reincidencia entre los detenidos y lo que les afecta la lentitud de la Justicia. “Normalmente para que una persona entre en prisión por temas de menudeo tienes que cogerle con más de dos kilos, por lo que lo normal es que con menos de eso queden en libertad. Como además los juicios suelen tardar en salir, ellos se creen que pueden seguir vendiendo y que no les pasará nada, porque además hablamos de personas que suelen tener un nivel cultural bajo. Pero luego llega el juicio y se comen una acumulación de detenciones. Incluso te encuentras alguno tras cuatro años de los hechos que ya han cambiado el chip y ya no se dedican ni a eso, y se ven con un problema gordo porque tienen cinco juicios de menudeo”.

En 2014, el Grupo de Estupefacientes llevó a cabo 17 operaciones entre menudeo y mediano tráfico. Este año se esperan alcanzar cifras similares. En este sentido, el subinspector es claro: "El 99,9 por ciento de los detenidos salen condenados, con más o menos penas, pero son condenados".

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Jorge Miró

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