Septiembre es sinónimo de nuevos comienzos: fijar metas, adoptar rutinas y dejar atrás el sedentarismo. Muchas personas mayores de 60 años aprovechan este momento para introducir hábitos saludables, y el más habitual es caminar a diario, una actividad sencilla y accesible que no requiere equipamiento ni experiencia previa.
Incorporar la caminata a la rutina, a un ritmo constante, puede generar cambios notables. Es un ejercicio seguro para la mayoría, fácil de mantener y con beneficios inmediatos tanto en el plano físico como en el emocional.
Caminar bien para aprovechar sus beneficios
Para que caminar sea realmente efectivo, es clave la técnica: los brazos deben balancearse suavemente, la cabeza mantenerse erguida con la mirada al frente, y la postura debe ser relajada, pero firme. No se trata de senderismo, sino de caminar de manera consciente y coordinada.
Con esta práctica se consiguen múltiples ventajas: más flexibilidad en las piernas, aumento de fuerza y resistencia, quema de calorías, prevención de diabetes, fortalecimiento de huesos y reducción de dolores musculares o articulares. Además, caminar ayuda a aliviar el estrés, mejora el tránsito intestinal y facilita el descanso nocturno.
El ejemplo de Marc Gauthier, de 62 años, diagnosticado con Parkinson hace tres décadas, demuestra cómo caminar puede convertirse en un aliado para mantener la salud y la movilidad incluso en situaciones complicadas.
Cuando caminar no es suficiente: la alternativa
Con la llegada del otoño, el clima y el estado de ánimo pueden dificultar mantener la caminata como rutina diaria. En este contexto, los expertos señalan que existe otro ejercicio igual de importante, sobre todo para mayores de 60: el entrenamiento de fuerza.
El paso del tiempo provoca que los músculos y huesos pierdan consistencia, un fenómeno más acusado en mujeres debido a la menopausia. Aquí es donde las pesas o el trabajo de fuerza resultan determinantes para preservar la calidad de vida.
La ciencia lo confirma: las pesas protegen nervios y músculos
Un estudio de la Universidad de Copenhague, publicado en el American Journal of Physiology, demostró que el entrenamiento con pesas fortalece las conexiones entre nervios y músculos, protegiendo las neuronas motoras de la médula espinal.
“Hasta ahora, los investigadores no habían podido demostrar que el entrenamiento con pesas pudiera fortalecer la conexión entre las neuronas motoras y los músculos. Nuestro estudio es el primero en presentar resultados que sugieren que efectivamente es así”, explicó Casper Søndenbroe, uno de los autores.
La conclusión es clara: caminar es excelente para mantenerse en forma, pero combinarlo con entrenamiento de fuerza multiplica los beneficios y protege el organismo frente al envejecimiento.
