Un policía nacional de Medina Sidonia destinado en Madrid, Pedro Peña, de 28 años, ha relatado a EFE cómo vivió el incidente en una residencia religiosa de la calle Toledo, que costó la vida a cuatro personas. "Estábamos en Gran Vía y notamos un pequeño temblor. Rápidamente en la emisora no paraban de entrar llamadas de la calle Toledo", ha explicado el agente, que notó un fuerte olor a quemado nada más acercarse a la zona, contemplando cómo la onda expansiva había "empotrado contra la pared" a un repartidor de comida.
Al llegar al interior del inmueble, con el riesgo que suponía, un anciano le dejó helado por las palabras que le dijo: "Por fin me van a sacar a dar una vuelta". Peña sí sufrió una pequeña lesión: se dobló un tobillo al pisar uno de los cascotes. Pero aún magullado, ayudó a las labores de desalojo de varios edificios de la calle, identificar víctimas, tomar declaración a testigos o visionar las cámaras de seguridad. "Pensábamos que podía tratarse de un atentado", por lo que estuvieron atentos a buscar a alguna persona sospechosa.
"Era un edificio borrado del mapa, parecía una imagen de la guerra de Irak. Ver esto impresiona y lo recuerdas", explica Peña, que incluso ha tenido sueños en los días posteriores rememorando los hechos. "Sin ellos", sus compañeros del CNP, "del primero al último, la tragedia podría haber sido peor".
No fgue hasta siete horas después cuando por fin pudo ir a un hospital a que le vieran el tobillo. Desde entonces sigue de baja, moviéndose con muletas. "Al final te sientes impotente, porque quieres ayudar a tus compañeros con las investigaciones. Pero es lo que toca", remachaba el agente asidonense.
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