Las piezas de la única maestra artesana de cerámica artística de Andalucía quieren volver a viajar

Tras más de dos décadas de pasión por su oficio, en el que empezó "de cero", la sevillana Ángeles Terán espera que amaine la crisis de la covid para volver a poner en circulación sus obras decorativas, exportadas a medio mundo desde su taller de Santiponce

La artesana Ángeles Terán en su taller de Santiponce.   CEDIDA
La artesana Ángeles Terán en su taller de Santiponce. CEDIDA

En un lugar recóndito de la provincia de Sevilla, una artesana crea maravillas con las manos. Santiponce, el pueblo donde se alza el conjunto arqueológico de Itálica y resaltan los mosaicos, acogió hace más de 20 años a Ángeles Terán Sánchez. La sevillana nacida en la capital, de 51 años, decidió formarse en la artesanía en la Escuela de Arte de Sevilla, en el Pabellón de Chile, y completó sus estudios especializados en cerámica artística estando embarazada. “Una vez casada, me di cuenta de que lo que había estudiado, comercio exterior, no era aquello que me hacía feliz, necesitaba algo que me gustase”, explica la ceramista.

Al principio no tenía muy claro en qué disciplina se iba a sentir más cómoda. “Me percaté de que la cerámica no es lo que yo creía, como todo el mundo, pensaba que era hacer botijos y pintar azulejos”, dice remontándose a sus inicios. Para ella, el comienzo no fue nada fácil. Se decantó por la línea del arte contemporáneo, un terreno que, por entonces, aún no había encontrado su hueco en una ciudad muy arraigada a lo tradicional. “Nadie lo entendía, fue durísimo que se llegaran a aceptar piezas que no tenían nada que ver con lo habitual y lo clásico, pero poquito a poco se empezó a valorar”, cuenta Ángeles que se abrió campo tras un período breve con tres compañeras.

“Fue durísimo que se llegaran a aceptar piezas que no tenían nada que ver con lo habitual”

De inmediato, se trasladó al pueblo sevillano, a escasos kilómetros de la capital y montó su propio taller con una puerta rota a modo de mesa, dos taburetes de pintor y sin horno. “Empecé absolutamente desde cero”, añade la artesana. Un día, amasando el barro, la mesa improvisada se rompió y se planteó ahorrar para poder comprar una. Pero no disponer de los medios no supuso un obstáculo para la sevillana, que salió adelante con tesón.

Esculturas de la artesana sevillana.  CEDIDA
Esculturas de la artesana sevillana.  CEDIDA

Hace 21 años convirtió Santiponce en su hogar y hace poco ha sido nombrada hija adoptiva de la localidad. Eligió este destino con un proyecto de vida diferente al que había experimentado de pequeña. “Siempre pensé que cuando me casara iba a estar en un sitio tranquilo donde yo pudiera realizar mi trabajo y criar a mis hijos sin demasiado agobio”, reconoce. Ángeles se había pasado toda la vida residiendo en diferentes ciudades —Vigo, Badajoz, Olivenza, ya ha perdido la cuenta— y no quería lo mismo para sus hijos. “Éramos cinco hermanos, fue una época muy dura, mi padre iba buscando trabajo donde saliese, he viajado mucho y he estado en muchos colegios, nunca podía tener un sitio fijo”, comenta.

Así, cambió de aires pasando del ajetreo urbano al sosiego del pueblo. Un cambio brusco que “fue durísimo porque las costumbres son diferentes”, pero al que se adaptó con entusiasmo. Se negaba a repetir “ese tipo de vida de estar viajando mucho de un lado para otro y no tener una raíz y no sentirte de un sitio, mis hijos ahora sí se sienten de aquí”, explica. Pasaron los años y su trabajó empezó a llamar la atención. Sus murales, cuencos, hojas, jarrones o curiosas esculturas inspiradas en Las Meninas de Velázquez no han pasado desapercibidos ya que su taller ha sido el primero de Santiponce en ser reconocido como Punto de Interés Artesanal dentro del mapa de artesanía andaluz, compuesto por un total de 49. Según datos de la Junta de Andalucía, esta comunidad autónoma es la que cuenta con un mayor número de talleres de España con alrededor de 2.500 registrados en 2018.

Interior del taller de Ángeles Terán en Santiponce.  CEDIDA
Interior del taller de Ángeles Terán en Santiponce.  CEDIDA

Un mural de un árbol en relieve para la fachada de una casa una escultura de plantas en una chimenea son algunas de las creaciones de Ángeles. “Me gusta mucho lo vegetal”, dice la sevillana que realiza su trabajo en alta temperatura mezclando colores y texturas. El hierro fundido o el cristal conforman sus murales. Según expone, “a veces meto elementos que chocan un poco porque no pegan, me siento muy libre cuando estoy haciendo mis obras porque puedo ser una ceramista clásica, y hacer todo tal y como se supone que ha de hacerse, pero también puedo hacer lo que me de la gana”.

Su imaginación no tiene límites, pero, además de liberar su expresión creativa, también elabora pedidos por encargo. En estos momentos, le han solicitado una escultura relacionada con las donaciones de órganos, pieza que sumará a los distintos galardones que ha creado con sus dedos. Entre ellos, los premios del Cross internacional de Itálica, lo de teatro o los anuales de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos de Andalucía y de España.

“Hay gente que todavía valora tener algo que nadie más tenga”

“Jamás he hecho dos piezas exactamente iguales, no uso moldes, lo bueno de la artesanía es tener una pieza única y hay gente que todavía valora tener algo que nadie más tenga”, comenta Ángeles al otro lado del teléfono. Una vez creadas las piezas, es hora de ponerlas a la venta. Sus principales escaparates son el mercado de artesanía El Postigo de la calle Arfe de Sevilla, ubicado en una antigua lonja y algunas tiendas del centro. También participa en las ferias de artesanía organizadas en Navidad y en primavera, y cada año, expone, junto a otros artesanos, en el Alcázar. La página web es otro canal. “Se puede decir que mi obra casi que está en todo el mundo, he vendido a rusos, indios, americanos, italianos, franceses o chinos”, dice. Sus piezas han viajado desde el ático de su casa a miles de kilómetros. Sin embargo, ahora ya no lo hacen. Su web está paralizada y la pandemia ha arrasado con las ferias. Las esculturas reposan en cajas esperando tiempos mejores.

Ángeles creando un relieve en su taller.   CEDIDA
Ángeles creando un relieve en su taller.   CEDIDA

Con la crisis, Ángeles se ha visto obligada a cesar su actividad “hasta que vuelva a resurgir un poco algo, lo que sea, que me pueda agarrar a ello”. De momento, como todo el mundo, ha tenido que reinventarse y dirige cursos de grafiti para los pequeños del pueblo. “La pandemia ha afectado brutal, todos los puntos de venta están cerrados, hemos podido hacer una feria en Navidad, pero evidentemente no ha sido nada de lo que suele ser”, lamenta la artesana también presidenta de la Federación de Artesanos de Sevilla (FAS)

Para los artesanos, el motor que permite que sus obras se vean es “el movimiento de gente, es lo que nos fortalece”, dice la sevillana. Con los cierres perimetrales y la desaparición de los viajes, no tienen la oportunidad de captar potenciales clientes. Nadie ve sus creaciones. Además, echa en falta la interacción con las personas que se interesan por sus esculturas. El ansiado contacto que no llega. “Yo cuando te estoy vendiendo un producto mío no te lo envuelvo, te la doy y ya está, si no que puedes preguntarme cómo se hace”, manifiesta. Para ella, no es lo mismo vender por internet y defiende el encuentro presencial, “con una foto, por muy buena que sea, no puedes ver realmente como es una pieza, necesitas tenerla en las manos para poder valorarlo”.

Jarrón.   CEDIDA
Cuenco.   CEDIDA

Pese a todo, Ángeles sigue pagando sus impuestos y la Carta de Maestro Artesano que necesita para trabajar. Un reconocimiento a sus méritos, experiencia profesional y dedicación a la promoción de las actividades artesanas de la que se siente “muy orgullosa” pero por el que tiene mucho que reivindicar. Ella es la única maestra artesana ceramista dedicada a la cerámica artística de Andalucía, “yo lo valoro muchísimo, pero creo que se ha quedado corto el título”. Según explica, “te exigen mucho para que seas maestra artesana pero tampoco te ofrecen absolutamente nada”.

La sevillana alza la voz. Asegura que hay grandes maestras artesanas andaluces que no tienen la titulación. Ella defiende luchar por su obtención, pero exige a la Junta que tenga “validez, que no sea algo que solo sirva para darte puntos en las subvenciones. Por ejemplo, que también sirva para poder dar clases, eso sería idóneo”.

Plato.  CEDIDA
Plato.  CEDIDA

A la dureza de la pandemia se suma la competencia desleal con la que lidian cada día. “Hay gente que no paga absolutamente nada porque no está dado de alta en ningún sitio y que probablemente pueda permitirse el lujo de poner unos precios más baratos que los tuyos, a lo mejor no pagan impuestos porque no pueden, es asfixiante. Por un lado, me perjudica y por otro lado, puedo entenderlo perfectamente”.

No son buenos tiempos para la artesanía, “yo creo que ahora viene lo más duro sin duda”. El suspiro que Ángeles lanza desde Santiponce se repite en numerosos talleres andaluces que siguen manteniendo la esperanza y luchan por resistir.

Sobre el autor:

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Patricia Merello

Titulada en Doble Grado en Periodismo y Comunicación audiovisual por la Universidad de Sevilla y máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense de Madrid. Mis primeras idas y venidas a la redacción comenzaron como becaria en el Diario de Cádiz. En Sevilla, fui redactora de la revista digital de la Fundación Audiovisual de Andalucía y en el blog de la ONGD Tetoca Actuar, mientras que en Madrid aprendí en el departamento de televisión de la Agencia EFE. Al regresar, hice piezas para Onda Cádiz, estuve en la Agencia EFE de Sevilla y elaboré algún que otro informativo en Radio Puerto. He publicado el libro de investigación 'La huella del esperanto en los medios periodísticos', tema que también he plasmado en una revista académica, en un reportaje multimedia y en un blog. 

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