Hervé, un belga que vive entre Jerez y Bruselas, ha decidido que va a estar delante de la casa que le han alquilado y después 'okupado' en la urbanización El Encinar, en El Altillo, hasta conseguir que se la devuelvan. El belga lleva cinco años de pleitos con G.S.T., las iniciales de su 'inquilino-okupa'. Los hechos se remontan a 2017, cuando Hervé y Corinne, su pareja, deciden alquilar su vivienda por un año a G.S.T., es el plazo que les viene bien porque tienen pensado destinar la vivienda a uso propio pasado ese tiempo. Hervé reconoce que en la legislación española no está reconocido ese plazo de alquiler, que el mínimo era de tres (hoy es de cinco) pero que estaba todo hablado con G.S.T. y que como el acuerdo además se hace ante una inmobiliaria, no debería haber problema alguno.
Pero sí. Pasados seis meses, G.S.T., que según Hervé es un hombre que no tiene el más mínimo problema económico, empezó a dejar de pagar con normalidad. "Unos meses sí, otros no... una vez llegó a hacer una transferencia de un euro alegando un error del banco", dice, para señalar a continuación que cuando cumplió dos años y medio "le comuniqué mi intención de no renovar el contrato y él se negó a abandonar la casa. Y hasta ahora".
Hervé, que cada vez que viene a Jerez tiene que alojarse en casa de un amigo al no poder disponer libremente de su vivienda, dice que lleva todo este tiempo –cinco años, enfatiza– de pleito para intentar conseguir el desalojo de G.S.T., sin que hasta el momento haya podido conseguirlo, pese a tener varias sentencias a su favor.
"G.S.T. se aprovecha y abusa de todas las vulnerabilidades y facilidades que le ofrece la ley. La última novedad es que el juez, el 11 de abril de este año decidió abstenerse de conocer el caso por una posible pérdida de imparcialidad a su parecer, lo que vuelve a retrasar más la decisión, siempre a beneficio del ocupante", ha explicado Hervé a los vecinos en una nota que les ha remitido.
Herve dice que ha llegado a un punto en que no puede con esta situación. "Vivo de mi trabajo y no puedo permitirme tener un okupa en casa. Además, posiblemente a la angustia que me genera la situación, he sufrido un cáncer y una operación de corazón. No aguanto más", dice, que se muestra dispuesto a estar delante de su vivienda durante la mayor parte del tiempo que va a pasar en esta nueva estancia en Jerez como medida de presión.
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