El milagroso aterrizaje del vuelo 5390 rumbo a Málaga con el piloto en el techo del avión

El capitán Tim Lancanster protagonizó una de las hazañas aéreas más llamativas de la historia: a más de 5.000 metros de altura, fue arrancado de su asiento y succionado por la ventana del avión. Ocurrió en 1990 y sobrevivió gracias a la acertada actuación de sus asistentes de vuelo

El milagroso aterrizaje del vuelo 5390 rumbo a Málaga con el piloto en el techo del avión
El milagroso aterrizaje del vuelo 5390 rumbo a Málaga con el piloto en el techo del avión

Eran poco más de las 7:00 de la mañana del 10 de junio de 1990, cuando el vuelo de British Airways capitaneado por Tim Lancaster, con Alastair Atchison de copiloto, despegó con normalidad. Los pasajeros procedentes de Birmingham viajaban contentos rumbo a Málaga, probablemente para disfrutar de las maravillas de la Costa del Sol. No podían intuir entonces que iban a vivir en directo uno de los incidentes aéreos más inverosímiles de la historia. El impactante suceso ha sido recreado en un documental de National Geographic.

El avión apenas llevaba 20 minutos en el aire y los pasajeros estaban a punto de disfrutar de su desayuno, cuando se rompió un cristal del parabrisas izquierdo de la cabina, produciéndose una descompresión explosiva. En un abrir y cerrar de ojos, el capitán Lancaster había sido succionado por la ventana del avión, aunque sus piernas quedaron enganchadas en la consola de mandos. Por suerte, el asistente de vuelo Nigel Ogden, que se percató al instante de lo sucedido, actuó con rapidez y le agarró fuertemente por la cintura, salvándole la vida.

Fue el copiloto Atchinson quien tomó entonces el control del avión, ante el pánico de los pasajeros que estaban siendo testigos de todo lo sucedido a través de la puerta de la cabina, abierta de par en par.

Lancaster perdió el conocimiento mientras que sus asistentes trataban, por todos los medios y sin éxito, de meterlo en la cabina. Para mantenerlo sujeto por la cintura y que no cayera al vacío, los miembros de la tripulación se fueron relevando. Todos sufrieron quemaduras por congelación y magulladuras en los brazos, pero la esperanza de que su compañero siguiera vivo les impidió desistir de su empeño.

“Todavía sostenía a Tim, pero mis brazos se debilitaban y luego se resbaló. Pensé que lo iba a perder, pero terminó doblado en forma de 'u' alrededor de las ventanas”, relató poco después del suceso el asistente Nigel Ogden.

El aterrizaje de emergencia estuvo liderado por Atchitson, que se dirigió de manera urgente al aeropuerto de Southampton, el más cercano, para tratar de poner a salvo a los pasajeros. Con enormes problemas técnicos y de visibilidad, el avión consiguió tomar tierra a las 7:55 horas.

No hubo ni un pasajero herido, pese a los episodios de pánico que se vivieron. Y de manera milagrosa, los bomberos bajaron al piloto de la parte exterior del avión y fue trasladado al Hospital General de Southampton. Presentaba fracturas óseas en el brazo y la muñeca derecha, una fractura del pulgar izquierdo, hematomas, congelación y conmoción.

El propio piloto Tim Lancaster relató después su experiencia a los medios: “Me acuerdo que hubo un bang y que desapareció la ventanilla. Inmediatamente fui absorbido. Mi primer pensamiento fue que tenía que intentar seguir respirando. No sentí ningún dolor mientras todo estaba sucediendo, pero recuerdo el golpe del viento”.

La investigación posterior al incidente, que dio la vuelta al mundo, reveló que el fallo estuvo en la sustitución del parabrisas que se abrió, ya que se colocaron unos tornillos que no eran exactamente los especificados por el fabricante, lo que hizo que la ventanilla saltara en pleno vuelo.

Tras el final feliz, los miembros de la tripulación que impidieron la muerte del piloto y una catástrofe mayor fueron reconocidos por la Reina de Inglaterra. 

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