"La moneda de cambio en la Transición fueron los desaparecidos del franquismo que están en las cunetas"

Paqui Maqueda. FOTO: R.S.

Paqui Maqueda habla con la boca, con las manos, con el pelo, con los codos y hasta con la mirada. Está exultante porque la película El silencio de los otros, donde participa y que ha supuesto que la memoria histórica ocupe nuevamente el debate público, ha recibido el Goya al mejor documental. Hace 15 años esta mujer menuda impulsó la primera asociación andaluza que hablaba de abrir fosas comunes y de eliminar vestigios fascistas del espacio público.

La gente la miraba rara, también los partidos políticos, pero nadie sabía que cumplía un mandato familiar de buscar a Juan Rodríguez Tirado, su bisabuelo, fusilado en Carmona (Sevilla) el 23 de agosto de 1936. Aquel asesinato marcó a la familia. Dos de los tres hijos del bisabuelo de Paqui Maqueda huyeron del pueblo, siendo uno asesinado por los fascistas tres años después, mientras el otro pasó 30 años en prisión, saliendo y entrando continuamente, y fue condenado a trabajos forzados en la construcción del Canal de los Presos, un canal de riego del Bajo Guadalquivir construido a pico y pala por unos 2.000 represaliados.

Por si fuera poco, los nietos de su bisabuelo tuvieron que abandonar la localidad sevillana de Carmona porque nadie les daba trabajo, la casa familiar fue expoliada y a Manuela, la madre de Paqui, le robaron a su primer hijo en 1963. A pesar de que la memoria histórica le ocupa la mayor parte de su tiempo, ‘La Paqui', como se le conoce en el movimiento memorialista, acaba de publicar La cuerda, una novela donde ficciona los últimos momentos con vida de las personas que fueron asesinadas por su compromiso con la democracia tras el triunfo del Golpe de Estado de 1936.

¿Cómo te enteras de tu historia familiar?

Porque un día de 2003, mientras estaba viendo la televisión, mi madre me dice: ¿Y por qué no me ayudas a buscar a mi abuelo? Yo me quedo muerta, la miro y le digo: ¿Qué me estás contando, madre? Así es como mi madre me cuenta la trágica historia de mi familia que fue duramente golpeada por el golpe de Estado del 1936 y los 40 años de posterior dictadura. Aquella revelación yo la viví como un mandato familiar.

¿Qué supuso a nivel humano y emocional?

A mí me cambió la vida la petición de mi madre. Siempre he entendido que mi bisabuelo me eligió a mí para que yo uniera los eslabones de una cadena familiar que estaba rota. Me eligió a mí, a través de mi madre, para hacer justicia.

¿De qué manera ha marcado esto a tu familia?

El Golpe de Estado de 1936 en mi familia fue una tragedia porque hubo asesinatos, desaparición y expolio, porque la casa que teníamos en Carmona es propiedad de otra familia y no de la mía. Yo tengo las escrituras de esa casa y he pedido al Estado que me la devuelva porque fue incautada a mi familia, pero el Estado me ha dicho que no porque no hay leyes que amparen la devolución de bienes materiales a familiares.

Por si fuera poco, en 1963 a tu madre le roban a su primer hijo en el hospital.

Mi madre se puso de parto de su primer hijo y nadie sabe cómo, pero apareció una ambulancia y se la trajeron a Sevilla, al antiguo hospital García Morato, actual Virgen del Rocío. En los pueblos entonces todavía se paría en las casas, en la cama de cada una. A mi madre le hicieron pasar a una habitación, parió sola y cuando nació el niño, que ella recuerda que tenía los ojos azules como tenemos todos los hermanos, se lo quitaron del medio. Le dijeron a mi padre que había muerto y mi padre lo enterró en el Cementerio de Sevilla, aunque nosotros vivíamos en Carmona, en una cajita que en la funeraria le dijeron que no abriera porque se iba a quedar toda la vida con la carita del niño muerto. Presentamos una demanda para investigar la desaparición de mi hermano y se archivó.

¿Y tu madre lo dio por muerto?

No, no, no, sí tú le preguntas a mi madre cuántos hijos tiene, ella te responde: seis, uno me lo quitaron.

¿Cómo se sobrepone una familia a tanta tragedia?

Con fuerza y ánimo de justicia. Mi familia está marcada por la represión y el golpe del Estado de 1936 ,que luego fue aún más duro con el robo de mi hermano en 1963, además de que muchos de los nietos de mi bisabuelo se tuvieron que exiliar y abandonar el pueblo. Todos los hermanos de mi madre viven en Barcelona porque en mi pueblo nadie les daba trabajo por ser nietos de rojo.

¿Cómo era la actitud de la sociedad y de los partidos políticos cuando por el año 2000, cuando ponéis en marcha la primera asociación andaluza que habla de la recuperación de la memoria histórica y de abrir fosas comunes?

Abrir fosas comunes, sólo hablar de ello, era muy difícil hace 15 o 20 años. La gente nos miraba como si fuéramos bichos raros. Primero porque no teníamos dinero ni experiencia en abrirlas y segundo porque ideológicamente les parecía una aberración, una traición al pacto de silencio de la Transición.

¿Qué se siente cuando te asomas a una fosa común?

Mucho dolor, pero también mucha paz. Las veces que yo he abierto fosas y he cogido un cráneo con una bala en la cabeza, decía: A casa, abuelo. Esa es mi frase para enfrentarme al horror.

Paqui Maqueda, en una exposición escultórica de la Universidad de Sevilla. FOTO: R.S.

¿Se ha tomado España en serio la búsqueda de los desaparecidos?

En absoluto, en la Transición la moneda de cambio fueron los desaparecidos del franquismo que están en las cuentas. Pretendieron que olvidáramos y no lo han conseguido.

¿La familia de Federico García Lorca ha sido injusta e insolidaria con el resto de víctimas, al negarse a buscar el cuerpo del poeta?

Yo no te puedo decir qué papel ha jugado la familia de García Lorca, igual que no te puedo decir tampoco el papel jugado por la familia de Blas Infante. Humanamente no me veo capacitada para juzgarlas, pero sí te puedo decir que me me parece incomprensible la postura que tienen las familias de García Lorca y de Blas Infante. Si yo supiera dónde está mi bisabuelo, arañaba la tierra con mis manos para sacarlo.

¿Hay clases también entre las víctimas del franquismo?

Yo lo único que digo es que hay gente con mucho poder que no lo utiliza y no utilizar el poder es una forma de utilizarlo. Tampoco entiendo cómo el PSOE, después de 40 años de gobernar en Andalucía, no ha sacado a la gente de las cunetas, entre ellos a Blas Infante y Federico García Lorca. Y eso sí que me indigna. Yo puedo entender humanamente, y no juzgo, a las familias, pero políticamente no puedo entender la actitud del PSOE. Y señalo y acuso al Gobierno andaluz que se ha ido con muchos deberes sin hacer de la memoria histórica. Hay 700 fosas comunes en Andalucía y no se han abierto ni 100.

En Córdoba, ciudad gobernada históricamente por el Partido Comunista, se acaban de abrir las fosas comunes del cementerio municipal después de 40 años, donde se pronostica que hay 4.000 represaliados enterrados.

Cualquier partido que ostente el poder y no haga los deberes, para mí es una traición, se llame como se llame. De la ultraderecha de Vox me puedo esperar todos los palos que nos van a dar, y ya veremos cómo nos organizamos, pero de partidos ideológicamente afines no me lo espero ni lo puedo entender.

¿Sacar a Queipo de Llano de la Basílica de la Macarena es la gran asignatura pendiente del PSOE andaluz?

Mezclar a un criminal con la religión es muy sospechoso y no debería permitírselo ni Sevilla, ni Andalucía, ni la Iglesia, ni el Gobierno andaluz. Es también la gran asignatura pendiente del movimiento memorialista. Ahora mismo, con la entrada de Vox, somos conscientes de que es más difícil.

Vox ya ha dicho que no apoyará los próximos presupuestos andaluces si antes el Gobierno andaluz no deroga la Ley de Memoria Democrática de Andalucía.

Si derogan la ley de memoria histórica, que vincula a las administraciones públicas a abrir las fosas comunes y que no permite hacerlo a la sociedad civil, será momento de que las abramos entonces las asociaciones memorialistas. Si ellos derogan la ley, seremos nosotros quienes las abriremos.