En la entrada del salón de la ONCE una mujer reparte cuidadosamente un lápiz, un pequeño bloc y varios folletos del curso que va a dar comienzo en unos minutos. Cerca de 50 personas se reúnen para aprender a crear archivos familiares con el fin de preservar información, pero sobre todo recuerdos. La Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer La Merced (AFA), Arte y Memoria, y la Asociación de Amigos del Archivo organizan un curso inédito en España. Mi memoria, nuestra memoria trata de enseñar a organizar y a conservar archivos familiares a aquellos que quieran ordenar su memoria, su vida, en carpetas. La enfermedad de Alzheimer provoca la incapacidad de atraer al presente los recuerdos del pasado, ahí es cuando el archivo familiar incide para suplir dicha discapacidad.

¿Guardará el folleto que le han dado nada más entrar? "Sí, sí, da la casualidad de que conservo todos los folletos de los cursos a los que asisto", afirma José Ramón de la Hera, jerezano de 70 años que trabajó de archivista en Onda Jerez. Como él, muchos de los asistentes son cercanos a la profesión o están jubilados y desean dedicar su tiempo a la recopilación de recuerdos, buscar fotografías antiguas y clasificarlas en un orden concreto.

El archivero de la Fundación González Byass, Jesús Anguita, presenta el curso haciendo hincapié en las consecuencias del alzhéimer. "Queremos dar visibilidad a esta enfermedad que va minando la identidad y la personalidad de las personas que la padecen", expresa. "El cerebro guarda sabores, olores, visiones y vivencias que podemos recordar de manera voluntaria o involuntariamente. Nosotros queremos hacer como el concepto de la magdalena de Proust: evocar imágenes y recuerdos involuntarios a esas personas que han perdido la capacidad de recordar momentos de su vida", ahí es cuando entra en funcionamiento la labor de los archivistas. Desean aminorar los efectos de la enfermedad trasladando sus conocimientos de ordenación y conservación de documentos a los familiares de los pacientes de Alzheimer.

La intrahistoria "es todo lo que habitualmente ocurría pero que no publicaban los periódicos"

Anguita también resalta que estos fondos documentales son extremadamente cortos, además de que guardan poca relevancia social. No obstante, luego señala totalmente lo contrario, dice que "la documentación que guardamos en casa tiene valor histórico". Habla del concepto de intrahistoria de Unamuno: "Es todo lo que habitualmente ocurría pero que no publicaban los periódicos". Esas vivencias cotidianas forman parte al fin y al cabo de un patrimonio colectivo. Manuel Hurtado, jerezano de 74 años, es uno de los que asiste al curso para adquirir claves a la hora de crear su propio archivo familiar. "Conservo algo de mis padres, pero muy poco, alguna que otra foto y carta, y fallecieron cuando yo era muy joven", comparte. La iniciativa también surge con el fin de que crear un fondo documental familiar y tener presente quiénes fueron nuestros antepasados.Juan Cordero, miembro de la Asociación de Amigos del Archivo, confiesa que es bastante minucioso con su archivo familiar. Asegura conservar herméticamente escritos del siglo XIX, "son documentos militares oficiales de un familiar". A sus 61 años lleva dedicándose a él desde hace bastante tiempo, incluso tiene todos los papeles escaneados y guardados en varios formatos por si algún soporte se estropea o caduca. "Lo importante lo tengo sobre todo en los discos duros". ¿Sus hijos se interesan por ese gran archivo familiar? "En absoluto, solo cuando le interesa saber un dato concreto de sus estudios", expresa entre risas. "Pues él mío sí", señala María Luisa Ripalda, también socia de la organización. María Luisa, como los demás, acude al curso para "saber cómo clasificar y encontrar fácilmente esos documentos familiares".

Los archiveros Manolo Barea, Santiago Saborido, Jesús Anguita, el archivero fotógrafo Guillermo Herrera, el bibliotecario Enrique Ventosa y Antonio Santiago, de Arte y Memoria, es el elenco de profesionales que imparten un curso pionero en el país. "Es una actividad que nunca antes se había hecho en España", afirma Manolo Barea. Él es quien coge el testigo de la presentación del archivero de la Fundación González Byass para entrar en materia. "¿Qué es la clasificación?" pregunta al público. Manolo Barea hace una pequeña introducción histórica sobre los archivos oficiales e informa que el de Jerez nace en el siglo XIII, "aún no ha muerto, esa es una de las peculiaridades de esta profesión, no tiene fin".

"Los archivos son infinitos y no dejan de ser la memoria, el reflejo de todas las experiencias vividas"

"Los archivos son infinitos y no dejan de ser la memoria, el reflejo de todas las experiencias vividas", enlaza Barea para destacar el sentido humanitario del oficio. En su intervención explica distintos principios de la teoría archivística, da consejos y enfatiza en usar el sentido común a la hora de ordenar. Para hacer un archivo familiar propio, se puede empezar por clasificar los documentos en diferentes temáticas: identificación personal, vinculación genealógica, actividad formativa, actividad profesional, relaciones interpersonales, gestiones de bienes y recursos (facturas), ocio y actividad creativa (premios, concursos...). Antonio Santiago, para su conservación, destaca no usar grapas, no doblar los escritos y alejarlos de zonas húmedas. El mundo de los archivos es más complejo de lo que parece a simple vista ¿cómo guardar toda una vida en cajas? "Si está la cosa muy complicá, ponga un archivero en su vida", bromea Barea.

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Claudia González Romero

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