El Sindicato Unificado de Policía nació en los años 80. Una organización que dio sus primeros pasos en Sevilla, cuando un grupo de jóvenes agentes, revelados contra el evidente franquismo que empapaba las estructuras de poder no solo en el cuerpo sino en buena parte de la élite del país, quiso organizarse para equiparar a la Policía Nacional a la del resto de Europa. Fue una Transición propia también en el cuerpo. La reciente Constitución podía arrojar dudas sobre si la actividad policial se sindicaría del todo o no, si entrarían dentro de ella los sindicatos de clase o no... La Guardia Civil, por ejemplo, nunca ha logrado tener sindicatos, sino asociaciones. La Constitución señala que hay cuerpos del Estado que pueden ver restringidas sus libertades sindicales y de organización.
Pero la gran batalla interna en esas instancias, en la elección de representantes, viene de años atrás. La clave está en la igualación salarial. Quieren los dos grandes cuerpos de seguridad, Policía Nacional y Guardia Civil, equipararse con las policías autonómicas, que tienen mayores salarios. Una ventaja que consideran injusta. Ni siquiera cuando España trató de hacerlo efectivo, con Juan Ignacio Zoido, fue posible: la Generalitat prometía a los Mossos estar siempre por encima de Policía Nacional y Guardia Civil. Un arma arrojadiza, porque los líderes independentistas, para contentar a los suyos, sabía que también generaba un malestar en el resto del país.
En ese contexto surgió en la pasada década Jupol, Jusapol y Jucil: dos organizaciones, una de Guardia Civil y otra de Policía Nacional, y una tercera que unía a ambas. Fueron los años de dirigentes estatales con pulseras de 'equiparación ya'. Pocos recuerdan que días antes del confinamiento, los agentes llegaron a rodar el Congreso. Aquello fue opacado poco después por la crisis sanitaria, pero daba cuenta de que los agentes iban un paso más allá.
En el contexto electoral interno, Jusapol, Jupol y Jucil fueron ganando terreno a los sindicatos que surgieron 40 años antes. Salía del SUP Sánchez Fornet, uno de aquellos policías que de jóvenes quisieron cambiar la imagen de la Policía Nacional ante la sociedad. En los últimos años, buena parte de las manifestaciones policiales, las celebradas frente a comisarías, o ciertas actitudes que se acercan al 'escrache' en intervenciones de Grande Marlaska, ministro del Interior, han tenido internamente como impulsores a los nuevos sindicatos. En las pasadas elecciones, la Policía Nacional volvió a dar su sitio al SUP, igualando en representantes a Jupol. Muestra de una cierta moderación, en principio, ante otras posturas más radicalizadas.
Pero este fin de semana, el acuerdo entre SUP y la empresa Desokupa ha revelado otra realidad. Desokupa es una organización de seguridad que, teóricamente, solo utiliza métodos pasivos y sin violencia -ni amenaza de ella- para sacar a okupas de viviendas. Presentes a menudo en casos mediáticos, o los medios acuden a algunos casos a los que va Desokupa, han ido ganando popularidad con los años. Han generado debate en tertulias televisivas de la mañana y están en la conversación de la calle cíclicamente.
Ahora, con este movimiento, el sindicato SUP, prácticamente hegemónico hasta hace no tanto en el cuerpo, y hoy empatado con Jupol, manda un mensaje de una posible radicalización de sus términos, al convalidar los métodos de Desokupa, una organización cuyo líder habla continuamente de la falta de protección de la Policía en la calle, y con polémicos mensajes sobre la legitimidad de Pedro Sánchez como presidente.
"Tenemos un problema en las calles. Hay una violencia desmedida y la autoridad se ha perdido. Los compañeros están más en riesgo y con esto queremos que se sientan más seguros", decía la líder del SUP, Mónica García.
En teoría, el acuerdo es para 30.000 agentes que recibirán cursos de defensa personal organizados por Desokupa. El Gobierno ha avisado de que, a pesar de lo señalado primeramente, no son cursos homologables. Es decir, no cuenta para promoción interna como curso de formación ni nada similar, y que la Dirección General no ha aprobado este acuerdo, del que se desmarca. Fuentes de SUP han ido también deslizando a los medios que este acuerdo no tiene nada de político. Eso no quita que muchos agentes, hasta ahora más cercanos a Jupol, vean con buenos ojos, unos ojos más radicalizados, celebren el acuerdo.
