Jorge Amor es un conocido creador de contenido que en redes sociales suele hacer vídeos humorísticos. Especialmente explotó durante la pandemia, cuando tiró de surrealismo para entretenerse y entretener. Logró en base a su ingenio cierto conocimiento público y base de fans. Y merecidamente, de esas veces que suele hacerse famoso en redes alguien que sí tiene algo que contar.
Entre sus redes más importantes, Tiktok, Instagram y Youtube, suma 4,2 millones de seguidores, casi nada. Por eso a menudo puede realizar promociones con las marcas. Y otro privilegio, por decir de alguna forma: salirse de su tono habitual y contar cosas de su día, de sus intereses, aunque no estén 100% relacionados con lo que le hizo famoso. En este caso, su interés por la herpetología, por el mundo de las serpientes.
Así, realizó un viaje hace tres semanas a Marruecos y al Sáhara, en busca de avistar estos animales en su hábitat. Un viaje que duró varios días acompañados de gente a la que le interesa también este mundillo.
En un vídeo, mostraba algo que en Andalucía conocemos bien: las toallas del SAS. Porque se las pusieron en un hotel de Marruecos como una toalla más.
No es posible saber cómo acabaron esas toallas allí, pero hay varias opciones. Desde que, acabada su vida útil en Andalucía, acabara revendida en Marruecos a través de alguna plataforma. O incluso donada.
Pero hay otra opción, que es evidente: que haya sido sacada de un hospital y de alguna forma alguien la haya vendido o dejado en Marruecos.
Lo cierto es que esas toallas tienen calidad, habida cuenta de que a menudo duran varios años prácticamente con un lavado diario o cada dos días. Además, a altísima temperatura y con bastante producto, porque al ser de uso sanitario es necesario desinfectarlas totalmente y no dejarle restos que pudieran tener de otros pacientes.
Hay un clásico silencioso en las playas andaluzas, que cada vez se ve menos pero que sigue ocurriendo, y es la sábana del SAS para cerrar los espacios entre sombrillas. Una práctica, por cierto, entre andaluces.