En el estero: el despesque

Reportaje realizado con la cámara Yashica Minister D y película AGFAPAN APX400 (Caducada en 2007)

Fotoperiodista

Antonio se ha criado por estos terrenos desde pequeño

Antonio lleva desde las 7 de la mañana viendo cómo está la situación en el estero; y hoy día de fiesta nacional para el resto del España, nos recibe ilusionado y feliz en la bicicleta que utiliza para moverse por allí. Antonio es mi tío y desde pequeño este es su mundo. Siempre le recuerdo hablando de peces, mareas, sal… Cuando yo era pequeño nos traía a casa esos exquisitos manjares que últimamente salen tanto en televisión. Siempre ha sabido moverse por los esteros y las salinas con total libertad.

Actualmente apenas queda pescado en estos esteros, debido a que ya no se explotan comercialmente; el poco que queda en estos se lo dejan a mi tío para que lo disfrute con la familia. Para ello tiene por delante una dura y larga jornada, que intentaré enseñaros en este reportaje.

Antonio y Paco preparando los marcos que irán delante de las compuertas situadas en la entrada de agua del estero. Estas servirán para que no se escape ninguno de los peces que allí hay. Antonio y Manolo listos para entrar en faena. Camino hacía el primer estero donde van a poner los marcos con redes antes de vaciarlos para meterse dentro y empezar a pescar. En la foto se ven a Antonio, Paco y el hijo de este, Álvaro. Una vez puestos los marcos comienzan a vaciarlo todos atentos por lo que pueda caer dentro. Comienzan a verse los primeros peces y cangrejos, pero son demasiado pequeños para ser pescados y en seguida son devueltos al caño principal donde se alimentarán de plancton, algas y pequeños crustáceos. Se meten el agua para extender la red y comenzar a caminar con fango hasta los tobillos para ver si hay algo. Caminar y caminar, la red pesa cada vez más y ellos se hunden. Les cuesta mucho debido al peso que llevan. Arrastrar las redes no es nada fácil. Debe de haber una coordinación y en ocasiones ayuda desde arriba. Todo tiene su recompensa, después de varias horas metidos en agua y barro esta es parte de la recompensa. Solo sal, eso es lo único que hace falta para cocinar este preciado tesoro que tenemos en la provincia de Cádiz. Una chapa de acero, brezo cortado hace unos días y tiempo, tiempo para que hagan bien por dentro. Poco a poco van cambiando de color y el olor de la grasa que tienen quemándose embriaga todo el entorno. En medio del estero cualquier herramienta es buena para dar la vuelta a los pescados. Una mesa improvisada con una puerta y dos caballetes sirven para degustar este magnífico plato. Un sabor intenso y más carne que cualquier otro pescado que venden en los mercados tradicionales.

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