El aeronáutico jerezano que se hizo comediante y echó a volar los límites del humor

Eduardo Martínez de Irujo ha cambiado los planos de aviones y sus motores por las tablas del escenario y las carcajadas: "Con hacer reír a una de las 50 personas que vienen a verme me doy por satisfecho"

Eduardo Martínez de Irujo, el cómico jerezano que ofrece talleres en su localidad. FOTO: MANU GARCÍA
Eduardo Martínez de Irujo, el cómico jerezano que ofrece talleres en su localidad. FOTO: MANU GARCÍA

Eduardo Martínez de Irujo (Jerez, 1989) siempre lo tuvo claro, o al menos desde que vió la película El vuelo del fénix, en la que uno de los protagonistas arregla el avión accidentado con el que viajan hacia Pekín, quería estudiar ingeniería aeronáutica. "En ese momento no contemplaba ninguna otra carrera y me fui a Madrid". Pero, en el proceso, le llegó la vocación de comediante, una carrera que desarrolla actualmente en las tablas de escenarios y salas madrileñas y para la que está estudiando en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de la capital.

Esta pasión por la comedia no nació sin más, el germen le viene desde su más temprana edad, reconoce en una entrevista concedida a lavozdelsur.es "siempre he sido un poco payasete". "Durante la carrera empecé a recibir clases y hacer improvisaciones", tal era su interés que compaginaba el trabajo con cursos de monólogos. "Eso marcó la diferencia", afirma recordando el momento en el que decidió dejar el mundo de los aviones por las tablas del escenario.

"Me di cuenta de que para ser bueno tenía que dedicarle más tiempo. De hecho, pensé que si invertía las 40 horas semanales en las que trabajaba en algo que no me gustaba para dedicarlas a algo que sí, sería genial". Y así, tras una ardua reflexión, Eduardo dejó su trabajo y se lanzó a preparar las pruebas de acceso a la Escuela de Interpretación madrileña.

Actualmente ha regresado a Jerez y viene desarrollando durante todo el mes de julio una faceta más educativa pero sin salirse de la línea cómica. Imparte talleres de improvisación a grupos reducidos en horario de tarde y mañana,  "mi idea es continuar durante agosto y volver por Navidad para seguir", comenta el actor y cómico. Reconoce que dar clases de comedia le encanta y que el tiempo se le pasa volando, "no es que sepa demasiado pero he leído mucho y trato de enseñar lo que sé".

Este trabajo también es una forma de contrarrestar la estacionalidad a la que se ven abocados los actores, "a veces tienes trabajo durante tres meses y luego nada", argumenta. Además, "una mis máximas es que mis actividades laborales tengan que ver con lo mío".

Eduardo Marínez durante la entrevista. FOTO: MANU GARCÍA

El humor y sus límites

Este cómico jerezano no cree que el humor haya abandonado la sociedad, "veo que a la gente le gusta reírse", asegura al recordar sus últimos bolos en Madrid. A su vez, reconoce que "últimamente la gente está muy sensible pero lo veo más en redes sociales". En su experiencia personal no ha encontrado grandes problemas, sobre todo en directo, con el público pese a que se considera "muy bestia" con su humor. Recuerda un caso particular en el que una persona se ofendió con sus chistes, "en esos momentos no se puede hacer otra cosa que gestionarlo para que todo lo que te ocurra sea comedia". Llevaba minuto y medio de espectáculo cuando alguien del público le dijo que sus chistes eran malos, "reconozco que en ese momento me molesté pero también aprendí para la próxima vez que me pasase".

En cuanto a los límites del humor, para Eduardo solo existen cuando "algo deja de ser gracioso". Es más, para él existen dos contextos diferentes: el de la vida cotidiana en el que entran amigos, familia y trabajo; y la ficción. En este último tienen cabida las películas y las series, pero también los monólogos. Algo así como "una ficción basada en hechos reales en la que interpretas pero a la vez eres tú", explica el mismo. En ese estadio, para el actor jerezano "no hay límites. Pero al fin y al cabo, siempre está el respeto", concluye.

Con numerosas referencias a otros humoristas nacionales y extranjeros este cómico recuerda que uno de los problemas que tienen los comediantes, a veces, proviene de las propias redes sociales y la televisión ya que sus mensajes "llegan a personas que no están en el mismo contexto". Utiliza el conocido caso de Dani Mateo y la bandera española para argumentar sus palabras, "el vídeo llegó a personas que no veían el Intermedio y por eso no comprendieron de que se trataba".

"En la sociedad actual hace falta humor y a mí me da morbo hacerlo con temas bestias", reconoce con una sonrisa, "no quiero centrar mi carrera en transgredir pero, de vez en cuando, me gusta reírme y sentirme un poco mala persona". Él se refiere a "ese tipo de risa" que te hace cuestionarte la razón por la que se te escapa una carcajada, "esa es la que me gusta provocar". Por ello, Eduardo toca todos los temas posibles en sus monólogos como la pedrastía, las fuerzas del Estado o el feminismo.

Detalle durante la entrevista con Eduardo Martínez. FOTO: MANU GARCÍA

Otra de las cuestiones más importantes en el mundo humorístico es el público, el actor jerezano apunta que es muy importante "empatizar con ellos o abrir la puerta para que ellos empaticen contigo". "Te tienen que querer para que funcione", afirma entre risas, "no te hará reír una persona que te caiga mal". Así, utiliza un ejemplo político: "Azanar no le cae bien a nadie pero Rajoy aunque políticamente no te sientas cercano a él, haya hecho recortes o esté dentro de tramas de corrupción su vulnerabilidad hace que te caiga bien y te rías con las cosas que hace y dice. En un monólogo tienes que mostrarte vulnerable y hacerte querer". Pero, sobre todo, explica Eduardo, "hay que asumir que no vas a gustarle a todo el mundo". En su caso particular reconoce que cuando hace un chiste "si hay una persona de las 50 que han venido a verme que se ríe yo ya estoy feliz.

El mundo de la interpretación

Eduardo prefiere la comedia pero su carrera profesional demuestra sus dotes polifacéticas, su primer sketch dramático fue en la prueba de acceso a la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid. "Aquí el único misterio es currárselo un montón".

La improvisación también es "un mundo", sobre todo en la que se realiza con compañeros. "La base de la impro con más personas es la aceptabilidad y el dar más, escuchar y proponer". Una dinámica en la que la cuestión es "ir sumando" y ponérselo "fácil a tu compañero, así trabajas para tres pero también recibes de tres". Esta filosofía es también la que intenta trasladar en sus talleres con compañeros jerezanos.

En su recorrido en el mundo del arte escénico ha sido protagonista de varios anuncios publicitarios de nivel nacional, entre los cuales destaca una conocida marca de cerveza, una compañía telefónica, otra de seguros o una famosa cadena de comida rápida. "Hago estos trabajos porque tengo la manía de pagar mi alquiler", ironiza, "llámadme loco". Su andadura por el mundo publicitario comenzó al abandonar su anterior trabajo y apuntarse a una agencia, "simplemente surgió y me sirve como experiencia para estar frente a una cámara y practicar mi improvisación". Además, en el año 2016 debutó en el plató del famoso programa El Club de la Comedia.

"Mi objetivo no es convertirme en actor de anuncios de publicidad", el gran sueño de este jerezano sigue siendo las tablas del escenario y poder llevar a escena sus propios guiones cómicos y artísticos.

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Ana García Barrones

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