La acróbata mallorquina Marina Barceló, de solo 27 años, perdió la vida el pasado sábado en Bautzen, una localidad del estado alemán de Sajonia, tras sufrir un accidente en plena actuación circense. La joven cayó desde una altura de unos cinco metros mientras realizaba un número de trapecio frente a un centenar de espectadores, muchos de ellos familias con niños, en el estreno del Circo Paul Busch. Se trata del primer accidente mortal de este tipo en Alemania en cuatro décadas.
Barceló, que no provenía de familia circense, descubrió su pasión a los 16 años durante una visita escolar a la escuela Stromboli en Mallorca. Dos años después comenzó su formación profesional y desde entonces dedicó su vida al mayor espectáculo del mundo. Recorrió España con compañías como el Circ Històric Raluy o el Stellar Circus, y trabajó en escenarios de Polonia, Andorra y Alemania, país donde sufrió el fatal desenlace.
El presidente de la Asociación Alemana de Circos, Ralf Huppertz, explicó que los artistas asumen riesgos calculados y que la coordinación entre ellos y la dirección es clave, aunque recordó que “actuar es un trabajo peligroso, y puede haber accidentes”. Según la policía alemana, fueron los propios acróbatas quienes montaron el equipo y la caída se considera un accidente laboral. Un portavoz policial señaló que Barceló no usaba cuerda de seguridad, aunque no estaba obligada a ello: “Ella es la que decide si la usa o no”.
Formada también en teatro musical, danza y canto, Marina Barceló fue descrita por quienes la conocieron como una mujer alegre, talentosa y con un físico imponente para la interpretación. En redes sociales, amigos y compañeros se despiden con mensajes cargados de dolor: “Ya era una estrella, ahora brillará más que nunca”, escribió uno de ellos.
El mundo del circo, en shock, prepara posibles homenajes a la artista mallorquina, cuya muerte ha dejado un vacío en el espectáculo y un profundo pesar entre quienes la admiraban tanto dentro como fuera del escenario.