Una realidad invisible: la vida de las mujeres en asentamientos chabolistas en Andalucía, en un documental

La organización Mujeres en Zona de Conflicto proyecta mañana en el Festival de Málaga un documental que da visibilidad a la realidad de las mujeres en asentamientos de Almería y Huelva

Un fotograma del documental 'Cerca de aquí, nosotras. Las invisibles en los asentamientos chabolistas'
Un fotograma del documental 'Cerca de aquí, nosotras. Las invisibles en los asentamientos chabolistas'

"Si no hubiera salido, estaría muerta ahora". Esta frase es parte del testimonio con el que comienza Cerca de aquí, nosotras. Las invisibles en los asentamientos chabolistas, un documental de la organización Mujeres en Zona de Conflicto (MZC) y dirigido por Cristina Chinchilla. La cinta da voz a las mujeres que viven en asentamientos chabolistas en Almería y Huelva, donde la ONG trabaja habitualmente, e intenta visibilizar las violencias específicas que sufren en estos espacios. Mañana, como programación especial por el 8M, se proyectará en el Espacio Solidario del Festival de Málaga a las 11.30, seguido de un coloquio con la directora y representantes de la organización.

La organización lleva varios años trabajando en estos asentamientos, gracias a las mediadoras, una figura fundamental en entornos como este. "Hemos podido corroborar que existe violencia de los derechos humanos de las mujeres que tiene impacto en su salud física y psicosocial. Las chabolas donde viven no suelen tener agua corriente ni luz eléctrica, la recogida de basuras tampoco llega a los asentamientos... A su vez, tampoco tienen acceso a la salud pública por la barrera idiomática y por la distancia entre el asentamiento y el centro de salud", explica Carla Cingolani, coordinadora del área de investigación de MZC.

Pero la mayor repercusión que tiene la vida en estos lugares para las mujeres es en su salud mental. "Presentan cuadros de ansiedad, depresión, insomnio… Esto se debe a que pasan el duelo migratorio solas, sin sus familias, unido también a una ilusión rota, porque lo que iba a ser un medio para prosperar no lo es, al contrario. Esta situación termina desencadenando, en algunos casos, en múltiples intentos suicidas. También experimentan el miedo en estos contextos hostiles, en los que se saben susceptibles de sufrir otras violencias y abusos", relata la coordinadora.

Al ver el documental, una no puede evitar preguntarse cómo es el proceso de acercamiento a estas mujeres para que cuenten sus historias. "No fue una entrada abrupta, sino algo que hicimos poco a poco. Tanto el equipo del área de investigación de MZC como la directora y la fotógrafa fuimos acompañadas de nuestras compañeras que trabajan en el terreno, y explicamos qué queríamos hacer y cómo. Conocimos a las mujeres, creamos un espacio relajado, un espacio donde construir confianza. Nuestras compañeras ya la tienen porque llevan muchos años trabajando allí. Después de crear esa confianza y gracias también a la fuerza de las mujeres que han querido compartir su experiencia y su trayecto migratorio, empezamos a trabajar con ellas", explica Cingolani. Cuenta que usaron el arte para hacer ese trabajo colectivo, porque es un lenguaje universal y "no revictimizante".

Los testimonios de las mujeres que cuentan sus experiencias se recogieron y grabaron con el máximo cuidado, evitando mostrar sus rostros. El cuidado y el respeto a los ritmos de cada mujer fue central durante todo el proceso. La directora del documental, la granadina Cristina Chinchilla, resalta que para ella "lo más importante era darles voz a ellas, que fueran las protagonistas y hablasen en primera persona sobre lo que habían sufrido, y así visibilizar realidades de las que no somos conscientes". El objetivo también es incidir a nivel político y así impulsar cambios en estas situaciones.

El proceso de planificación y rodaje del documental comenzó en 2022 y duró un año, un recorrido que no fue fácil y en el que primaba siempre la seguridad y las decisiones de las mujeres que participaron.

Carla Cingolani explica también que en estos asentamientos existe explotación sexual, vinculada o no a la explotación laboral. "Se establecen mecanismos de control masculinos en un doble sentido: el control de terrenos y el control de los servicios. Las mujeres suelen vivir con un hombre a cambio de protección frente a los otros hombres, y ella debe mantener relaciones sexuales con él, actuar como sirvienta… Son patrones que se repiten", apunta Cingolani. 

Se vulneran también los derechos laborales de estas mujeres. Muchas de ellas, marroquíes en su mayoría, pasan a estar en una situación administrativa irregular cuando termina la campaña de los frutos rojos en Huelva y no regresan a su país de origen.

Desde MZC abogan por revisar en este sentido la Orden Gecco, que regula la gestión colectiva de contrataciones en origen, y la actual ley de extranjería, que, señala Cingolani, "es una causa de esta realidad". Una realidad muy cercana y que, sin embargo, continúa siendo invisible.

Sobre el autor:

Alaia Rotaeche

Alaia Rotaeche

Graduada en Periodismo y Máster en Estudios Literarios por la Universidad Complutense. He pasado por medios locales, por comunicación política y de organizaciones y he participado en proyectos autogestionados. Me interesan particularmente la cultura, la política, las migraciones y los feminismos, e intento siempre tener la mirada puesta en quienes tradicionalmente han habitado los márgenes de la sociedad.

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